Cap. 35

76 3 1
                                    

—Tenemos un regalo de Navidad para vosotros —anuncia, y le hace ungesto a Lukas para que se acerque. Éste lo hace con un sobre en una mano—. Felices fiestas —añade. 

Está nervioso; pocas veces lo he visto como hoy, supongo que el regaloes muy importante. 

—Abridlo rápido, por favor. —Lukas mira a Luis y después a mí,pidiéndome en silencio que lo haga cuanto antes. 

Lo cojo y le doy varias vueltas hasta que me animo a rasgar el sobre. 

Luigi y yo nos miramos cuando vemos la imagen de un bebé de apenasunos meses y Luis y Lukas asienten, abrazándose, muy emocionados. 

—Queremos que seáis los padrinos. En caso de que nos ocurriera algo,¿con quién mejor podría estar nuestra preciosa hija? 

Abro los ojos como platos, flipando y sin palabras. Lo han conseguido;sabía que se lo merecían y lo lograrían, porque son dos personas que estándispuestas a entregar mucho amor, y esa niña va a ser la más querida delplaneta. 

—Por supuesto, contad con ello. —Luigi, sonriente, le choca la mano aambos y luego se funde en un abrazo con ellos. 

—¡Voy a ser tía! —pego un grito y un salto. 

Debido a eso, Zoé se acerca a todos nosotros, acompañada de Yankee, ymira la foto y después a ellos, tapándose la boca porque no cree que puedaser cierto que, al fin, vayan a ser padres tal como soñaban. 

—Vas a ser la tía Alli—comenta Luis entre risas, aún sin creerlo deltodo. 

—Y él, el tío Aguilar. —Owen lo dice de un modo que nos demuestra queeso es lo que le parece más descabellado. 

—Mejor el tío Luigi, quien la va a consentir sin el permiso de sus padres—replica, y todos comenzamos a reírnos. A continuación nos sentamos a lamesa para tomar una copa tranquilamente. 

Me encantaría decirle a Zoé que está perdiendo el tiempo con Yankee,que lo que tendría que estar haciendo es ir en busca de ese hombre que lavuelve loca y que está dejando que él decida por los dos, pero hoy no es eldía; buscaré el apropiado para hablar muy seriamente con ella. 

—Me disculpáis un segundo, por favor. —Luigi me pide permisotambién con la mirada y yo asiento, al tiempo que veo que mis padres, mihermano y Mei se unen a nuestra mesa. 

Charlamos animadamente de nuestras vidas, de lo mucho que hancambiado en tan poco tiempo, pero mi madre no nos escucha; mira hacia miespalda, y disimuladamente lo hago yo también, para ver a Luigi conversando con Hugh y Helena. 

Helena hace aspavientos con los brazos y los cruza y descruza una y otravez; está muy cabreada hablando con Luigi, quien me mira como si supieraque estoy observándolo, y entonces soy consciente de que algo no va bien.Está más frío que un témpano de hielo y no mueve ni un músculo mientrasme contempla; me mira fijamente a los ojos, muy serio, pensando en algo. 

—¿Me disculpáis un momento? —Sonrío fingidamente ante todos, queasienten sin sospechar nada, y me pongo en pie para dirigirme hasta ellos.Cuando Luigi ve que me acerco, les pide silencio señalándomediscretamente—. ¿Qué ocurre? Y no me digas que nada, porque no te voy acreer —le advierto antes de que me responda. 

Helena agarra a Hugh del brazo, aun teniendo cara de enfadada, y Luigi me mira unos segundos, en un intento de ganar tiempo antes de confesarmela verdad; sabe que no voy a aceptar nada más. 

—Ya sabemos quién es el topo de Aguilar Solutions, nos acaban de llamarpara darnos esa información. 

No es el mejor momento, pero no es una mala noticia. Por fin vamos apoder saber de una vez quién estuvo detrás del accidente y se lo haremospagar como merece. 

Luigi no tiene limites...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora