2

2.4K 192 19
                                    

Gala había tenido una larga semana, seguía en promoción de su nueva película, sabía que tanto trabajo le estaba generando grandes reconocimientos pero su cansancio mental y físico comenzaban a tener estragos. Su cuerpo era una gran montaña rusa de emociones que dejan como regalo una insoportable gastritis y un mal humor descontrolado.

Solo quería salir a pasear con su sobrina y ser feliz por unas horas.

¿De qué le servían grandes contratos si al final del día no tenía el tiempo para disfrutarlo? Tenía grandes planes para su fin de semana, los cuales todos tenían una meta en común, dormir todo el día sin embargo, su manager, la cual era su madre, ya le había mandado un itinerario de las actividades; almuerzo con productores, recoger el coche de la agencia y el evento de la empresa.

De los pocos placeres que podía mantener en su vida era el despertar la mayoría de los días entre los brazos de la persona que tanto le encantaba. Era un secreto que le ocultaba a todos, nadie podía enterarse que había alguien de forma frecuente en su vida debido a que esa persona era una chica diez años mayor que ella. No es como que su sexualidad fuera su talón de Aquiles pero tenía muy en claro que su mamá pegaría un grito al enterarse y la prensa no la dejaría en paz, así que debía cuidar su imagen si quería tener más protagónicos.

—¿En qué tanto piensas? —la inesperada voz dulce de aquella chica interrumpió ese lapso de disociación—. Parece que algo te preocupa.

—Recordé todos los eventos que tendré, pasado mañana tengo esa fiesta de la empresa y al día siguiente una reunión con Sequera. —comentó mientras se ponía una sudadera negra que tenía su nombre con letras blancas en la parte posterior, un regalo de su club de fans. Podía ser grosera y malhumorada pero siempre estaba agradecida con el amor de su público.

—¿El productor?

Un silencio inundó la habitación. Las únicas palabras que llamaron su atención fueron las del productor.

—Así es, al parecer me quiere de protagonista —Gala comenzaba a buscar su vape entre los cajones, era un nuevo vicio que había adquirido gracias a B. Le gustaba decirle de ese modo porque la hacía sentir parte de un secreto, uno donde solo ellas sabían. Eran amigas desde hace un año y al menos unos ocho meses saliendo de manera casual. Mayormente sus citas eran en sus respectivos departamentos teniendo sexo casual. Al principio no habían acordado nada de compromisos pero conforme pasaban los meses, los celos de ambas dominaban, Montes necesitaba que B fuera exclusivamente para ella, como todo en su vida—. Comentan entre pasillos que la novela será un antes y después de lo que hemos visto.

Sin esperar una respuesta, salió de la habitación para pasear a sus perros.


Ese viernes por la noche mantendría una actitud dominante durante la alfombra roja, le encantaba que todos corrieran a tomarle fotos en cada movimiento que realizaba, al llegar paralizó por completo a todos los que estaban presentes, las miradas se encontraban puestas en su rostro tan natural pero a la vez hermoso así como su vestido plateado con tonalidades negras en la parte inferior, el cual tanto habían insistido los de Dior para que lo llevara. Todo estaba siendo perfecto.

La presentación de su más reciente proyecto fue transmitida en la enorme pantalla que se encontraba arriba del escenario. Los aplausos aparecieron al ritmo que la proyección terminaba. Sabía que tendría éxito.

Cuando el furor había terminado, Gala se encontraba dentro de la oscuridad que la fiesta permitía tener, de alguna manera siempre encontraba el modo para estar a solas con su novia—o lo que sea que fueran—en ese momento.

—Presentaron mi nueva película, el día del estreno debes de estar conmigo —una discreta sonrisa apareció, le hacía demasiada ilusión tener a una persona que fuera su gran confidente en ese mundo tan agotador y cruel—. ¿Estás lista para besarme en ese momento?

—No creo que sea el mejor momento cariño, no nos conviene —comentó B cuando tomó discretamente la mano de Gala.

—¿No nos conviene? Wey llevamos medio año saliendo a escondidas —el tono de voz incrementó tanto que el zafarse de la mano de la otra chica fue lo que menos importó—. Siempre buscas excusas estúpidas.

Estaba tan harta de siempre recaer en la misma discusión de siempre, B sólo la celaba cuando tenía otras personas a su alrededor pero jamás tenía la iniciativa de confirmar su relación. Era demasiado cansado estar explotando una y otra vez sobre la misma situación, usualmente Gala solo la mandaba a la mierda y al día siguiente se retomaban la fugaz relación pero esta vez algo detonó en ella, esa noche su mente se bloqueó y dejó hablar a su corazón, teniendo como respuesta lagrimas que salían sin control. Olvidó por unos segundos si alguien más veía esa escena, estaba fastidiada en dejar sus sentimientos en segundo plano. La chica mayor en todo ese tiempo no respondió.

—Vete a la mierda.

Sin escuchar la respuesta de B, Gala se dirigió a la barra, necesitaba un trago que lograra anestesiar su dolor.

Uno, dos y hasta tres shots de tequila dispararon en su corazón pero aún así nunca fueron lo suficientes fuertes para hacerla olvidar. El cuarto shot estaba siendo el indicado para cumplir su objetivo final, sin embargo, un golpe en sus hombros arruinó sus ilusiones y su vestido plateado, teniendo con el una gran mancha de tequila que era demasiado evidente. Un hombre sin consideración había sin tener un mínimo de educación.

Otro imbécil, pensó Gala

Definitivamente esa no era su noche, primero la habían hecho llorar y ahora la bañaban de tequila, parecía una broma del destino o quizás era el karma que empezaba a enseñarse con ella. Sus pensamientos fueron llegando en cada paso que daba hacia el baño, lo único que le quedaba era limpiar ese vestido tan importante, debía regresarlo con su dueño. Pasaba el paño de papel una y otra vez, tratando de no estropearlo más y por cada movimiento que hacía, su coraje empezaba a surgir más pero un extraño sonido la detuvo.

Escuchaba como alguien lloraba dentro de uno de los baños del fondo, su primer instinto le decía que debía irse para que la otra persona no se incomodara al ver que alguien la había escuchado llorar pero al final su corazón optó por acercarse lentamente al cubículo para dar un golpe suave en la puerta blanca, segundos después se arrepintió por esa decisión tan invasiva.

Unos pasos hacía atrás se movieron al ritmo de la puerta que se abría con gran cuidado, hasta el mismo universo sabía que esto era el inicio de una insignificante pero eterna guerra que estaba por ocurrir.

—¿Te encuentras bien? Desde acá escuché... —las palabras de la actriz se vieron arrebatadas al sentir como la presencia de una persona se escurría delante de ella, demostrando que no tenía la mínima intención por intercambiar alguna palabra. Me encantaría decir que fueron dos miradas fugaces las que se conectaron en ese momento, sin embargo, Karime Pindter jamás correspondió la mirada de Gala Montes.

Estrellas platónicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora