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Octubre había llegado junto el otoño en la vida de las personas como todos los años, Gala amaba con locura esta época, podía sentir como sus emociones se regulaban y exaltaban cuando podía hacer actividades relacionadas a estas; fiestas, comida, caminatas por el parque mientras la brisa era refrescante y podía ver como todo a su alrededor comenzaba a ser decorado entre naranja y marfil. En la vigésima tercera mañana del mes, había despertado con un ligero frío en la ciudad, una sonrisa apareció en su rostro, decidió vestir una chaqueta color negra con dos cierres medianos en la parte de enfrente, una blusa de cuello de tortuga color blanco, jeans y una pequeña boina.

Al llegar al estacionamiento de la empresa, bajó con su bolsa y un vaso de café, cerrando la puerta de su coche, pudo notar como al fondo había un vehículo estacionado, que por alguna razón, sentía que lo había visto anteriormente pero no recordaba exactamente dónde, así que, solo decidió no darle importancia.

Cuando entró a uno de los edificios que habían, se entretuvo buscando su celular, ya ni siquiera miraba el camino que la dirigía hacia el elevador, ya se lo sabía de memoria. Miraba y desplazaba las notificaciones que tenía a cada minuto, era divertido ver todo el tema de conversación que generaba su nombre en redes sociales.

—¡Esperen! —una delgada voz la interrumpió, como un reflejo, Gala alcanzó a presionar uno de los botones para que la otra alcanzara a entrar. Como si fuera una escena dramática, vio en cámara lenta entrar a la pelinegra que se había convertido en uno de sus dolores de cabeza diarios, su cara se desencajó al notar como esa chica era Karime Pindter, la que había chocado su carro y la que la dejó con la palabra en la boca—. Gracias.

Silencio, la actriz solo asintió sin ganas y apretando sus labios, lo cual llamó la atención de Karime, era la primera vez que estaba con Montes de una manera tan cercana y no podía entender esa actitud, supuso que no todos podían despertar tan de buenas como ella. Decidió ignorar esa actitud para enfocarse en acomodar su outfit, un ligero blazer crema por encima de una blusa negra con un pequeño estampado de una banda a la cual no le gustaba pero visualmente se veía increíble y finalmente unos jeans de mezclilla. Sabía que esa ropa era muy informal pero si estaba siendo obligada a estar en ese proyecto, lo correcto era expresar su sentir mediante la moda.

Un brusco golpe en la parte de abajo del elevador interrumpió ese incómodo silencio y junto a el, sacudió el cuerpo de las chicas de un solo tirón. Ambas se miraron sin decir nada, sabían que estaba sucediendo.

—Espero sean unos segundos, tengo una junta importante —Gala mencionó después de apretar el botón rojo de emergencia. Tenía su tiempo limitado.

—Todos estamos ocupados —Pindter respondió sin dirigirle la mirada, su tono de voz era indiferente pero se podía notar como las últimas palabras tenían doble intención, Montes prefirió darle un estruendoso sorbo a su café que se estaba enfriando.

Los ojos de Karime se movieron rápidamente, sabía que esa era una respuesta. 

Los minutos se convirtieron en una eterna hora cuando el elevador retomó su función y las llevó de nuevo hacia los demás pisos de arriba que les faltaban, ese movimiento inesperado y abrupto fue tan rápido que desestabilizó a la pelinegra por completo, teniendo como consecuencia no alcanzar a detenerse en el pasamanos que había en la cabina, su primer instinto fue manotear pero lo único que logró conseguir fue verter el vaso de café que tenía Gala en su mano.

Manchó por completo su blusa blanca. Está de más decir que la mirada asesina de Gala apareció en ese instante, la cara blanca de Karime se tornó por completo en rojo, la vergüenza se quedaba corta, su primer pensamiento era que iba a morir dentro de un elevador pero sobre todo, que ese crimen lo iba a realizar una vieja mamona.

El ascensor abrió sus puertas, Gala tomó de la mano a Karime y la atrajo suavemente hacia ella para llevarla al primer baño que encontrara en ese piso del edificio. Sin decirle nada, entró a uno de los cubículos y después de unos segundos salió con el zipper de la chaqueta hasta el cuello y con un solo movimiento le entregó la blusa manchada a Karime para irse de ahí sin decirle nada.

Karime quería que la tierra la tragara y escupiera en Venus, lejos de Gala Montes, la cual había sido tan grosera y ruda con ella pero de alguna forma no tuvo el valor para reclarmarle, sabía que era su culpa caer encima de su café y manchar la ropa. Pasaron unos cuantos minutos cuando se dirigió hacia los oficinas de la producción con la que estaría trabajando, no había otra opción. Al entrar se encontró con una mujer de avanzada edad sentada tras una computadora de escritorio.

—La están esperando señorita Pindter, bienvenida.

Por fin alguien en esa mañana había sido amable con ella, no como otras personas con aire de divas o eso pensó la futura actriz.

Cuando abrió la puerta de la oficina se encontró con un lugar tan sencillo y elegante, rodeado de cristales que permitian ver que sucedía en los demás edificios, unos asientos negros, un escritorio de madera clara y un enorme asiento en la parte trasera de ese escritorio, el cual estaba de espaldas.

—Lo siento por llegar tarde, mi mañana se vió afectada por una loca con aires de grandeza.

—¡Señorita Pindter! —un hombre alto y canoso salió de un pequeño cuarto que estaba cerca de los cristales, sin permiso previo estrechó su mano para saludarla pero ella estaba confundida, ¿quién estaba detrás del escritorio? —. Es un gusto conocerla, la estábamos esperando.

—¿Quiénes? —preguntó sonriendo un poco desconcertada, no entendía lo que estaba sucediendo.

—La señorita Montes y yo —los ojos de Karime se incrementaron cuando al escuchar la respuesta vio como la silla de piel giró lentamente, descubriendo a la castaña que la saludaba con una gran sonrisa fingida.

—Ni te apures Ezra, ya nos conocíamos ¿cierto? —la menor respondió mirando detenidamente a Pindter.

—Claro y me dejaste tu blusa después de huir esta mañana —Karime sacó de su bolsa la blusa manchada que estaba hecha bola y la lanzó de nuevo hacia Gala.

—¿Blusa? —el hombre preguntó mientras veía como dicho objeto volvía a volar a dirección hacia la chica mayor, procuró no soltar una carcajada cuando vió que aterrizó justo en la cara de ella, pensó que reaccionaría mal pero pasó todo lo contrario, solo se encontró una gran sonrisa.

—Si, ya que Karime la manchó cuando me cayó encima.

—Fue un accidente, superalo por Dios.

—¿Llegaron juntas o...? —Ezra preguntó después de haberse sentado en el mueble que estaba detrás de ellas, por alguna razón la situación le divertía.

—¡No!

Ambas respondieron al mismo tiempo que giraban a verlo, el productor sintió un escalofrío en ese momento, se había dado cuenta que todas sus dudas se habían resuelto al verlas interactuar. La química no mentía.

—Son justo como las imaginamos.

—¿Quiénes? —misma pregunta hecha por Karime pero ahora estaba exasperada, no estaba entendiendo nada. Juraba que si volvían a repetir el nombre de la insufrible nueva enemiga que tenía, se iba a tirar de la ventana.

—Los escritores y yo, de verdad que son perfectas para la historia. Son nuestras protagonistas hechas en persona.

一¿Cómo crees que seremos la pareja protagónica? Si a mí me caga este pinche vieja 一expresó Gala señalando a la pelinegra que tenía enfrente. Ya estaba molesta por completo.

一No es mi culpa ser la estrella del momento y mucho menos ser carismática 一respondió Karime sonriéndole triunfalmente, el karma de la mañana les estaba llegando pero si iba a sufrir, al menos se iba a divertir molestando a su nueva némesis.

Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío pero para Karime, era un plato que ella repetiría una y otra vez contra Gala Montes.

Estrellas platónicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora