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Now if you never shoot, you'll never know
And if you never eat, you'll never grow


Después de un tiempo que se sintió eterno y perdido en el espacio, Karime logró despertarse de golpe por el olor a moho que llenaba el aire en ese lugar frío y húmedo. recordaba que minutos previos había sido raptada y maltratada por unos hombres pero ¿eso sucedió momentos atrás? ¿días? no tenía noción del tiempo, su primera reacción sería pedir ayuda, sin embargo y sin comprender, sus labios la traicionaron.

—¿Gala? —la voz de Karime sonaba temblorosa, por los malditos trapos que cubrían su vista, no podía darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor—. ¿Estás aquí?

Por otra parte, la chica antes mencionada ya se encontraba despierta y hasta había intentado desatarse pero solo recibió un golpe en los hombros, su coraje estaba al tope y eso le permitió ser una especie de anestesia para soportar cualquier maltrato. Escuchar la voz tan frágil de Karime le recordó que no debía actuar con impulsividad o había alguien más que pagaría las consecuencias.

—Tranqui Kari, estoy cerca de ti —contestó con un tono firme, intentando sonar valiente aún cuando estaba muerta de miedo—, estamos juntas en esto.

—Tengo miedo, no quiero que nos lastimen —soltó de golpe de una manera brutalmente honesta—. No quiero morir después de haber discutido.

Gala sonrió por inercia, en ese momento le dio demasiada tristeza imaginar que sus vidas podían acabar en ese momento cuando horas atrás habían pasado pelea tras pelea.

—No vas a morir, lo prometo.

La conversación acabó en el momento que escucharon unos sigilosos pasos que se acercaban cada vez más al lugar donde estaban, el rechinido de la puerta les confirmó las sospechas, eran los secuestradores. Un jalón bastó para permitir la luz tan fuerte que entró de manera inesperada en la mirada de ambas, habían pasado demasiadas horas con los ojos vendados que olvidaron por un tiempo la intensidad de la claridad. Uno de ellos, el que estaba más cerca de Gala les lanzó una sonrisa burlona.

—Saben que no van a salir de esta tan fácil, ¿verdad? —el hombre calvo estaba lleno de cicatrices y una barba desaliñada que lo hacía ver terrible. Era el mismo de la entrada del edificio.

Como si esas palabras fueran adrenalina, Gala mantuvo la mirada fija de manera desafiante.

—¿Eso crees? —le respondió con una valentía inesperada para todos menos para Karime, ella la conocía, a pesar del miedo que sentía, escucharla hablar de ese modo le hacía sentir que estaba acompañada de alguien que jamás la dejaría a su suerte.

—No deberías provocarnos —interrumpió una voz gruesa que provenía de la entrada, era otro hombre que usaba una playera negra y a diferencia del otro, su cara tenía un par de tatuajes y un blackout en el cuello.

—Alguien tiene que decirles que no pueden hacer esta mierda sin tener consecuencias

—Gala, por favor.

—Hazle caso a tu noviecita, Gala —el hombre calvo repitió el tono con el que la chica le habló.

—Y si no quiero hacerlo, ¿qué?

Los secuestradores se miraron sorprendidos por la actitud que estaba teniendo una de sus víctimas, les bastó intercambiar un par de miradas para que el primer hombre tomara el arma que llevaba en su cintura y la levantó amenazante pero aún así, Gala no desvió la mirada.

Karime, por un momento, sintió que el alma se estaba yendo de su cuerpo, una parte de ella quería gritarle a Gala que midiera sus palabras pero la otra la admiraba tanto que pedirle que se callara, no era lo adecuado, estaba luchando por las dos.

Estrellas platónicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora