Capítulo 5 - Segundas oportunidades

161 21 29
                                    

Franco supo que algo estaba mal desde el primer momento que Sara pisó la casa.

Se percató de su temprana marcha cuando Andrés le despertó preguntando por ella, aunque no le dio mucha importancia a la ausencia, su esposa era la primera en despertar y la última en dormirse. Por lo que pensando que todo estaba bajo control y aquel era un día más, dedicó la mañana a trabajar desde el estudio, vigilando que Andrés y Gaby cumplieran sus deberes, así como contactar con los abogados para que formalizasen la cesión de los lotes de Óscar y Jimena.

El contrato de compra-venta de las tierras de los Gutiérrez.

Expandir la hacienda no entraba en sus planes y no porque no desease que Sara lograse su objetivo, sino porque aquello supondría más trabajo y más tiempo alejado de su esposa.

Cuando sol comenzó a ponerse en el horizonte, Sara regresó a la casa y pronto fue "secuestrada" por Andrés y Gaby. Los pequeños era prioridad absoluta, tanta que apenas interactuó con su esposa. Sin embargo, mientras ayudaban a sus hijos a cenar, se percató de que Sara le estaba ignorando intencionadamente.

–¡No quiero!

Gaby se cruzó de brazos y cerró la boca con fuerza.

Su hija no solo había decido imitar a Andrés en el insomnio, había elegido ese momento para no comer.

–Gabriela...

Sara pocas veces utilizaba el nombre completo de su hija, es más, él mismo recordaba haber utilizado el nombre de "Gabriela" cuando nació y cuando la inscribieron en la escuela. El resto de las veces era utilizado cuando la niña tenía un mal comportamiento, y ella lo sabía porque tras nombrarla, Gaby abrió la boca y permitió que Sara colase una cuchara repleta de comida.

La cena sucedió con las amenazas de Gaby de no comer y con las miradas amenazantes de Sara dirigidas hacia él.

No entendía que podía haber sucedido o que hizo mal para ganarse el enfado de Sara Elizondo, pero por una vez en la vida agradeció la rebeldía de sus hijos y que esta le ayudase a alargar el momento de encontrarse a solas.

La rutina de noche era una pesadilla.

Normalmente, tras un vaso de leche caliente, apenas tenían tiempo para cubrir a Gaby con su mantita favorita. Ahora estaban lejos de aquello y los gritos, llantos y carreras por el pasillo se convirtieron en su pasatiempo favorito.

–Andrés, hoy duermes en tu cama.

Su hijo ahora el caso opuesto.

Encontraron la solución para el insomnio, aunque más que solución fue una penitencia diaria.

Andrés dormía cada noche con ellos, terminando por completo la poca intimidad que quedaba entre su esposa y él.

–¡Mamá, yo quiero dormir aquí!

La queja de su primogénito se produjo a la vez que Sara ingresaba en el dormitorio matrimonial con Gaby en brazos.

–Y aquí dormirán. Los dos.

Franco quedó boquiabierto al ver como Sara no solo acomodaba a Andrés en la cama sino que hacía lo mismo con Gaby.

Necesitaba hablar con su esposa.

–Sara...

Pero la mujer le ignoró, esta apagó la luz y se tumbó en la cama junto a los niños.

–Shh, los niños van a dormir.

Franco resopló resignado y como pudo se adaptó en esa cama donde sus hijos comenzaban a cerrar los ojos. No supo cuanto tiempo estuvieron así, puede que cinco minutos o una hora, pero cuando la respiración de ambos niños se calmó, Sara le habló en voz baja.

Prueba de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora