Capítulo 25.

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Lucas caminaba junto a Ulises, cuando su mirada se enfocó en los chicos que lo habían golpeado; éstos lo vieron con burla. El viernes no los vio, ya que los evitó a toda costa. Ya no se veía tan mal, a duras penas unos moretones, pero aún así no quería que lo volvieran a golpear. Desvió la mirada con rapidez y se enfocó en su amigo.

—¿Qué pasa? —Le preguntó Ulises.

—Nada, ¿por qué lo preguntas?

—Porque siempre ves feo a los niñitos de primero, pero ahorita ni los quisiste ver.

—No vale la pena perder mi tiempo con ellos —dijo Lucas, haciéndose el interesante.

—Okey...

Siguieron caminando, sin decirse nada.

—¿Qué crees que pase con el triángulo amoroso de Kevin, Dante y Sasha? —Preguntó Lucas, haciendo reír a su amigo.

—No es un triángulo amoroso, pero pues yo creo que Kevin no se debería de entrometer.

—De hecho.

Sin dejar de caminar, los dos chicos enfocaron su mirada en Liliana y sus dos amigas.

—Ya le pagaste a Liliana, ¿verdad?

—Ya...

—Umm... Esa chica es muy convenenciera.

—Pues solo sabe hacer negocios. —Lucas la defendió.

—Tal vez. —Ulises se encogió de hombros—. A veces pienso que te gusta —admitió.

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué?

—No sé. —Se volvió a encoger de hombros—. ¿No te gusta?

—No... Creo —susurró esto último.

—Mmm, pues quién sabe.

«Ulises está loco, claro que no me gusta Liliana, ¿por qué habría de gustarme...? ¡No! A mí me gustan las chicas como Sasha o Yolanda, no como Liliana» pensó, aunque no estaba muy seguro si era lo que en verdad creía.


***


A la salida de clases, Dante y Kevin se dirigieron a Sasha. La chica miró a Kevin con extrañeza.

—¿Qué pasa?

—Kevin tiene algo que decirte —comentó Dante.

—¿Y bien? —Dijo, luego de unos largos segundos de silencio.

—Emm, Dante, ¿nos podrías dejar solos? Me da pena si tú me miras —dijo Kevin.

—Como Sasha quiera —respondió él.

Sasha los miró a los dos.

—Está bien, Kevin —indicó con voz dulce—, solo no me digas cosas feas como hace rato. —Kevin frunció el entrecejo al oír eso.

—No te dirá nada malo, Sasha. —Dante le aseguró—. Y si lo hace, me dices.

—Está bien.

Dante salió del salón, como los demás compañeros, y se quedaron solos.

—¿Qué quieres? —Su tono de voz sonó hastiado.

—Sasha, te vengo a pedir disculpas por hacerte llorar —dijo forzado—. Solo te pido que no hagas sufrir a Dante.

—¡Ya te dije que no lo voy a hacer! ¿O qué quieres? ¿Que me ponga una camiseta que diga: no haré sufrir a mi novio?

—¡Ja! Muy graciosa —dijo sarcástico—. Te dejaré en paz, Vera, ya no me meteré en tu relación, pero si llego a ver algo que tú hagas mal, que estés con otros chicos o algo por el estilo, ten por seguro de que haré que tu noviazgo se acabe tan rápido como empezó —amenazó.

El suplicio de estar en la escuela ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora