Capítulo 5

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Es domingo por la tarde y tengo una resaca del demonio. La cabeza me duele y siento que me va a estallar. Estoy en mi casa y tengo gafas de sol, la claridad me pega demasiado. Alexis se ríe por lo bajo por eso

— Ya, cállate tú risa me revienta los tímpanos — mascullo para él.

— Eres una exagerada, dime, ¿Es la primera vez que bebes alcohol? — inquiere. Tiene la comisura de su labio elevada por el ataque de risa que tuvo.

— ¿La verdad?. No. Es la segunda vez que lo hago. Y ¿sabes que es lo peor? — frunce su ceño. Continúo —, que me acuerdo de todo. Quería despertar y no recordar nada.

— hmm — musitó —. La verdad solo bebiste como cinco o seis chupitos y ya estabas más ebria que todos ahí y, menos mal fui yo y me quedé contigo. Y por lo otro... creo que es mejor así que te emborraches y recuerdes todo al día siguiente, solo imagínate despertar en un basurero y no saber cómo fuiste a parar ahí — le golpeé el hombro con brusquedad, él no se inmutó —. Vale, ahora ya en serio, ¿Tomaste aspirina?

Agradezco que mi madre haya salido temprano al igual que mi padre. Verme en estas fachas sería demasiado humillante para ella.

Al que no conoce a mi madre la ve como si fuese una mujer perfecta, pero no. Ella es alta con complexión de modelo de revista, cabello teñido de rubio, ojos marrones y sonrisa perfecta. Pero nadie es perfecto hay que sacarse esa mierda de la cabeza ni siquiera ella lo es.

— Pues claro, creo que casi me tomo todas las que encontré en mi cartera. Quiero decirte algo — dudé un momento de decírselo —. Gracias por defenderme allá, me humillaron y yo no hice nada y lo peor es que lo hizo mi mejor amiga y mi casi algo. Soy así cuándo intento defenderme me hecho para atrás y no hago nada, no sé... creo que el fondo siento miedo de hacerlo. Gracias.

Cortó distancia entre nosotros y me abrazó. Un abrazo cálido y tierno, sentí el cariño en el.

— No agradezcas. Somos amigos y para eso estamos. Sólo te diré algo y quiero que lo tengas en cuenta — se separa de mi y alza mi mentón, nuestros ojos se encuentran. Prosiguió —. Se que eres fuerte y jamás, jamás debes sentir miedo de defenderte porque le estarás dando la razón a la otra persona de que te intimida, jamás lo hagas. Soy tu amigo y mientras que pueda te defenderé, pero también tienes que hacerlo por tu propia cuenta. Eres fuerte, lo sé. Lo puedo ver en tus ojos. No hace falta que alguien más te defienda cuándo tu sola puedes hacerlo y mucho mejor.

Duda un momento de acercarse más, hasta que lo hace y deja un beso en mi frente.

— Gracias, ojiazul.

Quisiera tener la valentía para hacerlo. Defenderme yo sola, he intentado pero no puedo simplemente me trabo, y los peores escenarios vienen a mi cabeza. «Algún día serás tan valiente que serás imparable»

[...]

El dolor ha disminuido un poco. Ahora me encuentro en mi habitación con la televisión encendida pero con el volumen muy bajo. Mamá y papá no están en casa, sigo agradeciendo eso. Opté por arreglarme un poco ya que parecía indigente, recogí mi cabello en una cola de caballo, apliqué un poco de corrector de ojeras y algo de rubor para que mis mejillas no se vieran tan pálidas. Me veo en el espejo de cuerpo completo y quien está del otro lado soy yo. Pero no soy yo misma. Mi cuerpo es delgado pero no me veo nada mal. Mi cabello es negro y me llega por la espalda cuándo está rizado; mi cabello es rizado pero mi madre insiste en que siempre me lo alise. Mis ojos son grises y mis labios son carnosos, mis cejas están perfectamente delineadas sin necesidad de pigmentarlas ni nada de eso.

Pero sigo sintiendo que no soy yo.

Saco de mi armario un vestido algo holgado de cuadritos con blanco y azul, me pongo mis tenis y aún con los lentes de sol decido bajar a la parte trasera de la casa donde hay una piscina y hay sombrillas. Me sorprende encontrarme a ambe ahí parada con varios metros detrás a Derek quien está de brazos cruzados.

You belong to me ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora