You belong to me ©

9| Nunca he dicho que te odio

9| Nunca he dicho que te odio

Nathalie no deja de echarme en cara que soy una mala amiga cuando se le da la oportunidad. No voy a negar que me cae muy mal eso, me duele incluso. Y por primera vez Aidan se digna a verme la cara. El muy descarado me sonrió, ¿No sé acuerda de lo que pasó esa noche? O ¿Simplemente no le importa?. Recojo mis cosas y voy al casillero donde dejo gran parte de mis libros. Al cerrar el casillero me encuentro con la castaña. Ambe, me sonríe y está vez lleva todo su cabello dentro de un pasamontaña. Le devuelvo el gesto.

— Ambe — digo en forma de saludo.

— Chia — vuelve a sonreír —. Oye, ¿Cómo estás?

— Muy bien ¿Y tú?

— Ehm... Bien. Gracias.

Pero había algo en ella que no me terminaba de convencer. No se veía tan bien, tenía ojeras muy notorias así como las mías, solo que a diferencia de mi yo sí me las tapo con el maquillaje. Vino a mi  el recuerdo de los vidrios en el piso, a Derek me dijo que habia sido ella.

— ¿Segura?

— Anjá — asiente dubitativa, voltea a ver a unos chicos que estaban aglomerados en un casillero y vuelve la vista a mi —. ¿Gustas ir a la cafetería conmigo?

¿Es una invitación?... Si, si lo es.

— Si, claro.

Vamos caminando a la cafetería y Ambe no deja de contarme anécdotas. Y sus chistes malos.

Llegamos a ma cafetería y tomamos asiento en las ultimas mesas que daban al ventanal. Ambe pidió un pan relleno con arequipe mientras que yo pedí el de chocolate.

Si instauró un silencio, pero no era un silencio incómodo, al contrario. Juega con sus dedos un momento y ve hacia un punto en específico atrás de mi, veo hacia donde ella está viendo y es ahí cuando me doy cuenta de que estaba viendo a un chico.

— Te gusta — no es una pregunta sino una afirmación.

Pestañea varias veces y sonríe de manera nerviosa. Le gusta.

— Solo un poco.

— Pues te has puesto del color de tu jersey.

Ve su jersey y lo tantea con las manos, luego sube sus manos a sus mejillas y bufa, trata de disimularlo pero será imposible engañarme a mi.

— Nah, claro que no — hace un gesto con su mano. Se queda pensativa un momento y abre mucho los ojos hacia mi — ¿Se nota mucho? — pregunta alarmada.

— De lejos no creo, pero yo que estoy cerca te veo como un tomate.

— Bueno. Ya. ¿Has hablado con Nathalie?

— Si — dije de mal humor —. Solo se disculpaba diciendo que lo que hizo fue un error. Claramente no fue así, ya que ¿Quién carajos hace eso? Si ella era la amiga que decía ser, jamás hubiese hecho eso.

— Ni yo he caído tan bajo en mi vida como lo hizo ella. Por cierto — pongo toda mi atención en ella —. Tu cabello es hermoso al natural, ¿Sabías?