5 . ¿Me lo prometes?

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Salí silenciosamente del cuarto de Mayra, y recorrí un largo pasillo hasta llegar a la habitación perteneciente a Kuchel, pero el que salió al tocar a la puerta no fue ella, sino su hijo, con el mismo aspecto del día anterior: pelo negro y largo, ojos pequeños y grises.

―¡Hola, Levi! ―saludé alegremente ― Hoy sí está tu madre, ¿verdad?

―¡Chist! Está... bueno, haciendo un servicio, ya sabes. No creo que podamos entrar ―a Levi no le gustaba mucho hablar sobre el trabajo de su madre. Lo odiaba.

―¿Adónde vamos, entonces? ―pregunté, algo preocupada. No había contado con que eso era lo más probable de suceder. Mayra también estaba trabajando, y desde luego no quería estar ahí, viéndolo todo.

―Tú sígueme.

Levi cerró la habitación de su madre, la cual estaba entreabierta, y sin más echó a andar por el lado contrario por el que Juls había venido, conmigo justo detrás. Me preguntaba adónde me llevaría.

"Que yo sepa, aquí no hay más salidas que la principal".

Tuvimos que escondernos varias veces, cuando algunas personas pasaban, hasta llegar a una puerta que simplemente parecía otra de las muchas habitaciones del prostíbulo, pero cuando Levi giró el pomo y la abrió, me di cuenta de que no era un cuarto, sino una puerta trasera oculta que daba directamente a las calles del subterráneo.

Levi y yo salimos a la calle y cerramos la puerta detrás de nosotros. Nos encontrábamos en un callejón sin salida, lúgubre y oscuro, al igual que toda la ciudad.

―¿Y esa puerta? ¿Cómo averiguaste que llevaba afuera del burdel? ―quise saber.

―Algunas veces me gusta salir para alejarme un poco del ambiente del burdel. Siempre lo hago cuando ver a mi madre trabajar se hace del todo insoportable.

Levi puso una cara muy triste.

―Yo sólo me escondo en el armario ―reí para cambiar de tema ―aunque no haya demasiado espacio.

―Ya.

Levi es, sin duda, la persona más silenciosa que he conocido.

―Levi... ¿te gustaría salir del prostíbulo y de la ciudad subterránea? ―miré directamente a los pequeños ojos grises de mi amigo.

Levi iba a responder que no, que por mucho que él odiara el burdel, sentía que era su deber quedarse a cuidar a su madre, pero se interrumpió justo a tiempo.

Su madre le había contado unas pocas cosas sobre la vida exterior, como que los que vivían allí también estaban encerrados tras unos muros, o que los titanes eran incluso más peligroso que la vida en el subterráneo. De hecho, la ciudad subterránea fue construida en un intento de refugiarse de ellos que fracasó por completo, pero todavía quedaba mucha gente viviendo en las profundidades de la tierra, bajo una ciudad rica y elegante, como lo era la capital real.

A pesar de eso Levi, como Evelyn, deseaba vivir una vida libre, afuera del subterráneo, así que finalmente respondió:

―¿A quién no le gustaría, si vivimos en un vertedero? Daría lo que fuera por conseguir salir de aquí.

De repente, tomé las manos de mi amigo y le miré con ojos brillantes.

―Levi, amigo mío, ¿me prometes que saldremos del subterráneo, los dos juntos, y que viviremos el resto de nuestros días libres como el viento? ¿Me prometes que saldremos de aquí, cueste lo que cueste? ―pregunté solemnemente, mientras entendía un puño con el dedo meñique, para cerrar la promesa.

―Yo... ―Levi observó a la niña de seis años que tenía delante, es decir, yo. Nos habíamos conocido hacía menos de un día, y sin embargo los dos sentíamos que nos conocíamos de toda la vida. Levi miró los bonitos y brillantes ojos castaños que lo miraban y sintió que haría lo que fuera para que mis ojos siguieran brillando con tanta intensidad para siempre ― Sí, Eve, te lo prometo.

Ambos estrechamos nuestros dedos meñiques mientras sonreíamos. Lo que no sabíamos era que ese era y sería el gesto que representaría nuestra amistad para siempre, la promesa de meñique.

Pinky Promise || Levi Ackerman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora