Parte 13

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Entonces, llegaron las palabras de Aisha: ¡Los estruendos de los cielos son siniestros! Entonces, llegaron las palabras de Wu Zetian y de Pericles: ¡El mundo del invierno se estremece!

¡Partid! ¡Partid!, dio la señal Albert a Khadijah y a los otros que partían con ella. Agazapados en las pequeñas naves, estos Humanos se elevaron en las alturas.

En la ciudad del Crepúsculo, a dieciocho leguas de distancia del Cortijo, la Princesa Hunakato vio las brillantes erupciones solares: ¡Atranca! ¡Atranca la portezuela!, le gritó Hunakato a la reina Denny. Juntas cerraron la trampilla que ocultaba la portezuela; hermética, completamente cerrada, quedó el pequeño búnker; dentro no penetraba ni un rayo de luz.

En sus ciudades sagradas, permanecieron las Sociales, sin creer que la Gran Calamidad tomaría su ruta hacia Berkeley y Curie. Una tras otra, las Obreras, Princesas y Príncipes Zángano, huyeron de sus ciudades, a sus reinas Reproductoras abandonaron al viento.

¡Huid bajo tierra!, Xian dio instrucciones a la gente; En la Pirámide Blanca, la reina Reproductora, Jalil, a su diosa imploró ayuda: ¡Madre mía, tú que me creaste, gran diosa que me ha concedido la realeza, no dejes entrar a la Gran Calamidad!, apeló Jalil. ¡Gran diosa que decretas los hados, deja que mi ciudad y sus gentes se libren, tus alabanzas proseguirán!, apeló Jalil.

La diosa respondió a su hija Jalil: Noble hija, a tu admirable ciudad concedí la realeza, pero no se le concedió reinado eterno. ¡Toma a tu esposo y huye de la ciudad! ¡Ni siquiera yo, que decreto los hados, puedo impedir su destino! Así habló la diosa.

Cuando el dios Visnú descendió a Teekarden como su avatara Varaja, mató a un rákshasa conocido como Jirania Akshá, pocas cuitas tenían las ciudades más allá de sus desavenencias y sus guerras; así al menos nos lo dicen las historias, las mismas que ponen en nuestro conocimiento la existencia de la Gran Calamidad, ese infierno de toda una generación durante el cual nacieron Princesas, alcanzaron la edad adulta y en muchos casos fallecieron sin haber visto jamás la superficie. De hecho, hay cuentos de Zánganos que aseguran que no vieron ni la luz del día, ni la nieve de la noche, tan dura fue la Gran Calamidad que cayó sobre el mundo, que las hijas de Jalil de mayor edad y de peor salud anunciaban que se iban de caza sabiendo muy bien que jamás volverían, y que así quedaría algo más de comida para los que tienen mayores posibilidades de supervivencia.

El Mágico Mundo de Teegarden BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora