Parte 11

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Ellos nos trajeron la sabiduría, la ciencia, el arte; todos los conocimientos del universo, y empezaron a construir sus grandes ciudades. Eran buenos con nosotros. Podían ver incluso incluso los corazones y los cerebros enfermos. Pero muchos de los nuestros envidiaron su poder y queriendo apropiarse de sus secretos les atacaron en su guarida mientras dormían. Ellos partieron al cielo y enviaron sobre nuestras tierras un gran sol que estalló, reduciendo nuestros fértiles valle a arena y polvo.

De Análisis de la Crisis De Teekarden, por la PRINCESA HŌJŌ.

Las duras condiciones aseguran que toda las colonias esten estrechamente unidas y sean cooperativas.

Hay problemas en el oasis, se puede sentir tan pronto como se cruza la cresta rocosa y se desciende al hueco.

El lugar está allí, tan seguro e inexpugnable como de costumbre: sus paredes de arcilla roja cocidas se alzan como acantilados, con sus entradas custodiadas por las hermanas Guerreras, pero hay un aire de conflicto en el lugar, no se siente tan seguro y hogareño como normalmente lo hace.

Junto al pozo subterráneo parece haber algún tipo de disputas. El problema habitual: una de las Princesas más jóvenes ha sido sorprendida apareándose. Su reina está comprensiblemente enfurecida, ya que ella es la que da a luz en esta colonia; a las otras hembras le llegará el turno, cuando esta haya muerto y desaparecida pero eso no será hasta dentro de mucho tiempo, mientras tanto los hijos e hijas deben concentrarse en aprender todo lo necesario para mantener viva la colonia y no perder su precioso tiempo en apareamientos irrelevantes, las condiciones son demasiado duras y todos deben cumplir con su deber para que la colonia sobreviva. Solo puede haber una mujer poniendo sus huevos a la vez y debe contar con el apoyo incondicional de todos. La Princesa parece avergonzada. Ella sabe lo que ha hecho. Parece que cuando se enfrentó a su crimen se volvió contra su madre y la atacó, evidentemente en una especie de intento poco entusiasta por expulsarla de su posición de crianza, pero la madre aún no es lo suficientemente mayor, ni lo suficientemente frágil para algo así. Ahora la hija está sangrando por los cortes en la cara y los hombros infligidos por las cuchillas de mano de su madre; se escabulle entre la multitud hacia la entrada de la casa. Nunca más será bienvenida aquí.

Los hermanos y hermanas ya están recogiendo piedras para arrojarle en su camino; estarán tristes de perderla, echarán de menos sus deberes como nodriza, pero es mejor en lo general para la colonia perder a un miembro poco confiable.

Fuera de la entrada la Princesa se detiene y mira hacia atrás. Se tira la primera piedra y se pierde en el desierto. Afuera morirá a menos que el hermano que se apareó con ella salga a reunirse con ella, entonces podrían irse lejos y posiblemente crear otra colonia.

El hermano no viene, se ha dado cuenta de su error y se quedará cumpliendo con su deber con su madre. La hermana finalmente se da cuenta de esto y aún sangrando por los cortes y magulladas por las piedras camina hacia la esterilidad para morir.

Sale de la ciudad. El grueso lugar desaparece en el horizonte en la distancia. Se puede ver un par de chimeneas; el hogar mismo es una fortaleza impenetrable: muros lisos sin puntos de apoyo para manos ni pies, rojos y duros como huesos se curvan hacia arriba y encierran a toda la colonia en una cúpula impenetrable con forma de tubérculo, solo las dos altas chimeneas en la parte superior rompen la simetría.

La Princesa Takeko escapó a través del desierto de las Serpientes, corrió para ocultarse de las especies salvajes de Sociales hasta el lugar de las poderosas cataratas ubicado entre las montañas de los Humanos. Donde las abundantes aguas hacen lisa y resbaladiza las rocas, era en donde vivía su verdadera madre Nestoria Madeleine Makhno, quien le dijo:
¡Estando con su madre, Hunakato será la única sucesora, heredará las tierras fértiles! Así le decía Tofana a su hija Takeko día tras día.

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