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Rodan y Ghidorah estaban pasando la tarde en el apartamento que compartían, disfrutando de un momento de tranquilidad después de una semana ocupada. Ghidorah estaba en el sofá, con un libro en la mano, mientras que Rodan estaba sentado en la mesa, concentrado en armar un rompecabezas que habían comprado hacía tiempo.

Mientras Ghidorah leía, de vez en cuando levantaba la vista para observar a Rodan. Lo que más le llamó la atención fue un pequeño detalle que siempre lo hacía sonreír: cada vez que Rodan se concentraba en algo, sacaba la lengua ligeramente, casi sin darse cuenta. Era un gesto adorable que Ghidorah había notado muchas veces, y cada vez le parecía más encantador.

Rodan estaba tan absorto en su tarea que no se dio cuenta de la mirada atenta de Ghidorah. Sus cejas se fruncían levemente mientras intentaba encontrar la pieza correcta, y la punta de su lengua se asomaba de su boca, dándole un aire de inocencia y dedicación que hacía que el corazón de Ghidorah se acelerara.

Sin poder resistir la ternura del momento, Ghidorah dejó el libro a un lado y se acercó sigilosamente a Rodan. Se inclinó por detrás de él y, con una sonrisa traviesa, murmuró en su oído:

—¿Sabes que te ves absolutamente adorable cuando te concentras así?

Rodan se sobresaltó, sus manos temblaron un poco, y su lengua desapareció rápidamente dentro de su boca. Volteó la cabeza para mirar a Ghidorah con una mezcla de sorpresa y ligera vergüenza.

—¿Qué? —preguntó Rodan, sin estar seguro de si había escuchado bien.

Ghidorah rió suavemente, dándole un suave beso en la mejilla.

—Sacas la lengua cuando te concentras. Es adorable. No puedo evitar mirarte cada vez que lo haces.

Rodan sintió cómo el calor subía a sus mejillas, y una sonrisa torpe se formó en su rostro.

—¿De verdad? No me había dado cuenta... —respondió, rascándose la cabeza con nerviosismo.

—De verdad —confirmó Ghidorah, rodeando a Rodan con sus brazos y apoyando su barbilla en el hombro de él—. Es uno de esos pequeños detalles que me encantan de ti.

Rodan dejó de lado las piezas del rompecabezas y se inclinó hacia Ghidorah, disfrutando del contacto.

—No sabía que eras tan observador —dijo Rodan, su voz teñida de un cariño evidente.

—Cuando se trata de ti, siempre lo soy —respondió Ghidorah, su tono suave y sincero—. Me encanta descubrir cada cosa que te hace único. Como esa manía tuya de sacar la lengua.

Rodan se rió, esta vez más relajado, y giró un poco para poder mirar a Ghidorah directamente a los ojos.

—Entonces, supongo que tendré que asegurarme de concentrarme más seguido para que puedas seguir viéndolo.

—Me encantaría eso —dijo Ghidorah, acercándose para rozar los labios de Rodan con los suyos—. Pero ahora que lo sé, creo que será difícil para mí no distraerte.

Rodan sonrió contra los labios de Ghidorah antes de besarlo suavemente, sintiendo una oleada de afecto y felicidad.

—No me importa ser distraído, siempre y cuando sea por ti —murmuró Rodan, su voz cargada de cariño.

Ghidorah rió suavemente y lo besó de nuevo, disfrutando de la cercanía y el momento que compartían. Y aunque el rompecabezas quedara sin terminar por un tiempo, a ninguno de los dos les importaba. Después de todo, lo que realmente importaba era el amor y la ternura que compartían, y cada pequeño detalle que hacía su relación única.

I hate (Love)  you!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora