17

15 3 2
                                    



Rodan y Ghidorah habían sido invitados a una reunión familiar por unos amigos, quienes, a último momento, les pidieron un gran favor: cuidar de los niños mientras los adultos se ocupaban de los preparativos. Aunque ninguno de los dos tenía mucha experiencia en el cuidado de niños, aceptaron la tarea con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.

Al llegar, fueron recibidos por un grupo de pequeños con energía desbordante. Ghidorah miró a Rodan con una sonrisa nerviosa, pero lo que vio lo sorprendió. Rodan, que siempre había sido una figura de acción y energía, se transformó en alguien completamente diferente. En lugar de parecer abrumado, Rodan se inclinó hacia los niños, sus ojos brillando con calidez.

—¡Hey, chicos! —saludó Rodan con una sonrisa—. ¿Qué les parece si jugamos un poco mientras esperamos?

Los niños se agruparon alrededor de Rodan, sus pequeñas manos agarrando las suyas con entusiasmo. Ghidorah, que había esperado que Rodan se sintiera incómodo o perdido, quedó asombrado al ver lo natural que era para él cuidar de ellos. Rodan organizó juegos, les contó historias divertidas, y se aseguró de que cada niño se sintiera incluido.

Había una niña pequeña que parecía más tímida que los demás, aferrándose a su osito de peluche y observando desde la distancia. Rodan la notó de inmediato y se acercó a ella con una sonrisa suave.

—Hola, ¿quieres unirte a nosotros? —le preguntó con amabilidad.

La niña dudó por un momento, pero luego asintió tímidamente. Rodan la tomó de la mano y la llevó al grupo, asegurándose de que se sintiera segura y cómoda. A lo largo de la tarde, Ghidorah observó cómo Rodan manejaba cada situación con una paciencia y cariño que lo conmovió profundamente.

Cuando finalmente llegó la hora de que los padres recogieran a sus hijos, los niños se despidieron de Rodan con abrazos y promesas de volver a jugar con él. Rodan les devolvió las sonrisas, agachándose para recibir cada abrazo y asegurarse de que todos estuvieran contentos.

Una vez que todos los niños se habían ido, Rodan se dejó caer en el sofá, agotado pero feliz. Ghidorah se sentó a su lado, aún asombrado por lo que había presenciado.

—No sabía que eras tan bueno con los niños, Rodan —dijo Ghidorah, mirándolo con admiración.

Rodan se encogió de hombros, con una sonrisa modesta.

—Siempre me han gustado los niños. Son sinceros y llenos de energía. Me gusta estar cerca de ellos.

Ghidorah se quedó en silencio por un momento, considerando sus palabras. Luego, miró a Rodan con una expresión que mezclaba afecto y seriedad.

—¿Sabes? Después de verte hoy... no puedo evitar pensar en algo.

Rodan lo miró, curioso.

—¿En qué estás pensando?

Ghidorah tomó la mano de Rodan, entrelazando sus dedos.

—Me preguntaba... ¿qué te parecería si... en el futuro, consideramos tener un hijo juntos?

Rodan se quedó sin palabras por un momento, su corazón latiendo con fuerza. Nunca había pensado en esa posibilidad, al menos no en detalle, pero la idea de formar una familia con Ghidorah llenó su pecho de una calidez inesperada.

—¿De verdad lo dices? —preguntó Rodan, buscando los ojos de Ghidorah.

Ghidorah asintió, apretando suavemente la mano de Rodan.

—Te vi hoy, cómo cuidabas a esos niños, y me di cuenta de que no solo serías un gran compañero, sino también un increíble padre. Me gustaría que algún día consideráramos eso juntos.

Rodan sonrió, sintiendo que su corazón se llenaba de emoción y amor por Ghidorah.

—Me encantaría, Ghidorah. Me encantaría formar una familia contigo.

Ghidorah se inclinó hacia Rodan y lo besó, sellando la promesa de un futuro que ahora imaginaban juntos. Sabían que no sería pronto, que aún tenían mucho por vivir, pero el pensamiento de criar a un niño juntos les llenaba de esperanza y felicidad.

Y así, abrazados en el sofá, Rodan y Ghidorah se quedaron en silencio, soñando con el futuro que podían construir juntos, uno en el que el amor que compartían se expandiría y florecería en una nueva vida que cuidarían con todo el cariño del mundo












* Inspirado en algunas especies de aves y su reconocido instinto paternal, además de ser muy buenos en la crianza *

I hate (Love)  you!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora