Este mes pasan tantas cosas que no me cabían todas en un solo capítulo.
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-¿Tienes el DNI a mano?
-Te he dicho diez mil veces que sí, pesado.
Martin ya se imaginaba, desde que compró los billetes de avión, que Juanjo sería ese tipo de viajero, de los que no dejan nada a la improvisación. Después de más de dos años viviendo con él, piensa que le conoce bastante: reconoce solo por su manera de abrir la puerta del piso si ha tenido un buen turno de trabajo o no, si le han dado a él el solo de clarinete en la orquesta de su facultad o ha sido al gilipollas de Rubén, incluso te sabría decir las cervezas que se ha bebido esa noche cuando llega de madrugada.
Pero nada le había preparado para esto.
Están en el aeropuerto y llevan una semana entera preparando el viaje. O más, incluso. El día siguiente del cumpleaños de Juanjo era el día de San Martín y Juanjo había aprovechado para ir corriendo a una librería a comprarle a su compañero un regalo de santo improvisado: una guía completa para visitar Berlín. Martin se lo encontró en el recibidor nada más llegar a casa por la tarde.
-Felicidades, guapo. - le saludó el maño, ofreciéndole un paquete pequeño con las dos manos y una sonrisa que mostraba todos sus dientes.
-¿Juanjo? ¿Qué está pasando?
-Es tu santo.
-¿Ah sí?
-Y te he comprado un regalo.
-¡Juanjo! ¿Por qué?
-Porque me apetecía y porque es tu santo. Toma, ábrelo.
Martin cogió el regalo de las manos de Juanjo, nervioso por la emoción y por la incertidumbre de no saber qué era. Juanjo le miraba expectante. Cuando vio lo que era, se lanzó a sus brazos.
-¡Me encanta! - dijo separándose de él - ¿La miramos esta noche?
-Vale.
-Y oye... Si es mi santo, ¿no me felicitas bien?
Juanjo no solamente miró la guía esa noche con Martin sino que se la estudió al dedillo, se hizo varios Excels y mapas personalizados en Google Maps, buscó en foros de internet y leyó de principio a fin la web oficial de turismo de la ciudad.
Aquel noviembre, Martin no pudo hacer otra cosa - porque el maño no le dejaba hacer más - que observar el descenso a la locura de su compañero de piso.
-Vale, perdona, Martin, por querer asegurarme de que todo salga bien - está picado. Y nervioso.
-Juanjo, ya vale. - le coge del brazo para pararle - Nos sentamos aquí ahora mismo y paramos cinco minutos.
-Vamos a perder el avión.
-Faltan literalmente dos horas para que salga el vuelo. Y porque me he negado, que si no llevaríamos aquí una hora ya.
-Lo siento.
Martin se sienta en uno de los asientos del hall del aeropuerto y le tira del brazo para que se siente a su lado. Juanjo suspira.
-¿Qué te pasa? - le pregunta, poniendo la mano en su pierna y apretándola un poco.
-No sé. Estoy nervioso.
-¿Por qué? ¿Tienes miedo a volar?
-No, qué va. Solo es que... Quiero que todo salga perfecto.
-Juanjo, es un viaje. No tiene que salir perfecto. Simplemente tenemos que disfrutarlo.
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Olympiastadion
RomanceLo que pasa viendo la Eurocopa se queda en la Eurocopa... ¿O no? Son fifas. Viven juntos. Ven el fútbol. Pasan cosas.