𝟬𝟬. 𝟬𝟰 - 𝙻𝙰 𝚄𝙽𝙸𝙾́𝙽

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     En la fortaleza de Marea Alta todo el mundo; sirvientes, doncellas, cocineros y incluso caballeros empezaron a trabajar justo cuando el sol empezó a aparecer por el horizonte, iluminando el vasto mar que bañaba las playas de Marcaderiva

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     En la fortaleza de Marea Alta todo el mundo; sirvientes, doncellas, cocineros y incluso caballeros empezaron a trabajar justo cuando el sol empezó a aparecer por el horizonte, iluminando el vasto mar que bañaba las playas de Marcaderiva. Entre las calles se corría la noticia del enlace entre la familia Targaryen y Velaryon, y para la dicha de muchos ciudadanos, se anunció un gran banquete en honor a la pareja que iba a casarse en el día de hoy.

Ya se habían llevado a cabo todas las discusiones pertinentes sobre el casamiento, mas Daenys o Aenor no tuvieron demasiada voz mientras Daemon Velaryon y el rey Baelon discutían sobre los términos. El casamiento se llevaría a cabo, por supuesto, en Marcaderiva; por el rito valyrio dado las raíces de ambas familias. Los hijos llevarían el apellido Velaryon, pero Daenys podía conservar el Targaryen. La pareja debería de convivir junta, pero ambos podían elegir dónde hacerlo.

Y para dicha de Daenys, su futuro esposo no parecía disgustado ante la idea de vivir junto a ella en la fortaleza roja allá en Desembarco del Rey. Porque si bien Marcaderiva era una tierra hermosa donde el salitre del mar se podía oler desde temprana hora de la mañana, la joven princesa no quería estar lejos de su padre. O de Viserys. O, por supuesto, de Daemon.

Nada más despertarse y antes de que pudiera probar bocado, unas doncellas ya habían despojado a Daenys de su ropa de dormir y la habían metido a una tinaja con agua caliente dónde comenzaron a frotarla con suaves esponjas y jabones de sal que arañaban su espalda por la rudeza del material.

—Princesa, —habló una de las doncellas cuando la nombrada terminó su baño y ahora estaban secando cada rincón de su cuerpo antes de vestirla con el traje matrimonial. —le han traído el desayuno, coma lo que usted desee.

Los violáceos ojos de Daenys viajaron hasta una bandeja de comida que descansaba en una mesa de los aposentos. Ésta estaba llena de diferentes frutas y brebajes que inundaron la estancia con un dulce olor. Sin embargo, Daenys tuvo una reacción totalmente inesperada.

Quizás fueron los nervios, o los sentimientos agolpados en su corazón. La idea de desposarse con un hombre que no conocía en absoluto; todo lo sucedido con su hermano mayor, con el cuál no había podido estar realmente sola desde aquel incidente en el burdel dónde ambos se entregaron a sus más primarios deseos. Pero, en cuánto el aroma llegó hasta la nariz de Daenys, una arcada amenazó con salir de sus labios; haciendo que en su boca se acumulara la saliva y tuviera ganas de correr hasta el retrete y vomitar bilis.

𝗔𝗟𝗔𝗦 𝗦𝗔𝗡𝗚𝗥𝗜𝗘𝗡𝗧𝗔𝗦,     daemon targaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora