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El día del Exterminio había llegado

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El día del Exterminio había llegado. No pudieron permitirse más distracciones. Por los días entrenaban sin descanso, y por las noches sus pechos se llenaban de una terrible angustia, pensando en el futuro del Infierno, pero sobretodo, en el suyo. Siempre se había cuestionado si había alguna forma de defenderse del Cielo, y al parecer sí.

El Exterminio era un día que a los pecadores les causaba terror absoluto, al menos a los que les importaba morir de nuevo. El caos se adueñaba de Ciudad Pentagrama y las llamas del desastre se alzaban por lo alto, llenando el lugar de humo y oscuridad.

Sin embargo, eso no significaba que los detendría. No lo harían hasta que vieran a cada uno de los exorcistas muertos en el suelo.

El portal hacia el Cielo se abrió, y por este un ejército de exorcistas ingresó al Infierno y sobrevoló por encima de ellos. Apretó con fuerza la lanza que empuñaba, suspirando profundamente. Era el momento que tanto habían añorado y temido al mismo tiempo. Confiaba en las capacidades de los demás, pero ¿ella estaría a la altura? Era cuestión de averiguarlo.

Apenas vio al primer exorcista que se le puso enfrente, y ya le había degollado la garganta con una lanza celestial, siguiendo las indicaciones de Vaggie y sin exponer sus puntos débiles. Por muy sádico que sonase, no le había disgustado.

Para evitar que la situación se les saliera de las manos, Alastor les ayudó un poco creando un escudo protector alrededor del hotel. Gritó de júbilo, emocionada por que este funcionara. La adrenalina comenzaba a brindarle más resistencia al momento de esquivar y matar. Eso, o el entrenamiento había servido.

—¡Gritar al atacar no ayuda! — Husk le llamó la atención.

—¡Oh, no me digas! — respondió con exagerada y fingida sorpresa, apuñalando a una exorcista.

El gusto no les duró mucho, ya que Adam destruyó el escudo sin mucho esfuerzo. Descendió hacia Alastor, y de ahí no vio más por ellos encontrándose en el techo. La batalla prosiguió con más fiereza y tensión por no saber si podrían bloquear el próximo ataque, las cartas estaban sobre la mesa.

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