UN BUEN INICIO... PARA ALGUNOS

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No supieron en qué momento la puerta del refrigerador fue cerrada, como tampoco supieron en qué momento el omega quedó recargado contra el mueble, y su cuerpo atrapado entre el refrigerador y el cuerpo de su jefe. En ningún momento sus ojos se despegaron del otro. El oro y la plata se fundieron en los ojos del otro, el ámbar y granito chocaron uno contra el otro, perdiéndose en la profundidad de las niñas de sus ojos. Cada cual empezó a sentir el aliento del otro, sin ser conscientes de en qué momento sus rostros se habían acercado tanto.

- Lan...

- Lan Zhan... - dijo el alfa. Sus manos que antes estaban a cada lado del omega, ahora se separaban lentamente del refrigerador. Una se colocaba en su espalda, a la altura de su omóplato, mientras la otra descendía a su cintura.

- Yo... Lan Zhan, yo... - no sabía que decir, Wei Ying estaba sin palabras. En algún momento, sus manos se acercaron al rostro del alfa, tocando el filo de su mandíbula, rozando sus lóbulos y dirigiéndose a su nuca.

- Wei Ying...

No podían seguir escapando de sus sentimientos. Ambos lo sabían. Esa disposición, esa ayuda, ese constante "puedo ayudarte cuando quieras" no era solo porque ambos se caían bien... no solo era porque fuera deber del jefe cuidar de sus empleados...

La lata de cerveza y la botella de té cayeron al suelo...

Cerrando sus brazos detrás del cuello del alfa...

Sosteniendo al omega entre sus manos...

Sus bocas se unieron, sus alientos de fundieron y ambos cerraron sus ojos... y disfrutaron del beso... sin saberlo, el primero en sus vidas, y el primero de tantos.

...

...

...

A la mañana siguiente, mientras Lan WangJi admiraba al omega dormido sobre su cama, lo cubrió más con la cobija de esta. Repentinamente, en su campo de visión aparecieron dos manchas, una blanca y una negra, que con un gran salto, ambos se subieron al mueble donde estaban tanto alfa como omega y se acercaron hacia el regazo del Lan.

- Wang... Xian... - los llamó – Gracias... sin ustedes, no habría conocido a Wei Ying – dijo, empezando a recordar la primera vez que vio al omega.


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Un alfa con corto cabello negro como la noche y ojos ámbar como el sol tras un par de lentes, salía de sus clases, dirigiéndose a la salida del instituto donde estudiaba. Ya tenía un camino acostumbrado a que tomar y un paisaje acostumbrado a ver. Solo que ese día, algo peculiar apareció en su acostumbrada rutina: un joven estaba hincado frente a un árbol, en uno de los jardines del instituto por los que pasaba.

No es que le preocupara lo que pasaba con los demás... pero sí le preocupaba que al joven frente a él le hubiera ocurrido algo. Sin más se acercó, y cuanto más cerca estaba, pudo percibir un aroma a loto y uno a naranja: era un omega.

Se detuvo por un momento... ¿y si era una trampa? Después de todo, no era extraño escuchar de casos de omegas que fingiendo encontrarse mal, se terminaban aprovechando de alfas, y también de alfas que terminaban aprovechándose de omegas y betas, principalmente porque ocultaban que estaba en celo (en ambos casos) y en cuanto la víctima estaba próxima, se lanzaban sobre ellos y ocurría lo que ocurría: un abuso y/o una estafa.

Sin embargo, el omega frente a él no parecía encontrarse mal, y el olor que desprendía no iba acompañado del aroma a deseo, al contrario, había preocupación y... ¿una sensación de querer proteger algo? Mejor no se acercaría y pasaría de largo, mejor evitarse problemas.

Cásate con mi ex alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora