Nuevos comienzos

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Después del malentendido con el profesor Arturo, Mariel había decidido que era mejor dejar de lado sus sentimientos románticos y enfocarse en sus estudios. La distancia que había tomado le había dado claridad, pero también la había dejado con una sensación de vacío que trataba de llenar con otras actividades.

Un día, las cuatro amigas decidieron asistir a un partido de fútbol americano en el campus. Era un evento que había generado mucho entusiasmo entre los estudiantes, y, aunque Mariel no era particularmente fanática del fútbol americano, estaba emocionada de pasar un buen rato con sus amigas. Durante el partido, mientras disfrutaban del ambiente festivo, Mariel notó a un joven alto y carismático en el campo. Su nombre era Alejandro, el quarterback del equipo, y su presencia no pasaba desapercibida.

Después del partido, Mariel estaba a punto de irse cuando Alejandro se acercó a ella. Con una sonrisa confiada, le dijo:

-¿Te gustó el partido? He notado que estabas en la primera fila, y no pude evitar ver que estabas disfrutando mucho.

Mariel, sorprendida por la atención, sonrió tímidamente.

-Sí, fue bastante emocionante. No le sé mucho a este deporte  pero me divertí mucho.

Alejandro, sin perder la oportunidad, continuó:

-Me alegra saberlo. Me llamaste mucho la atención , y me encantaría conocerte mejor. ¿Te gustaría salir a tomar algo algún día?

Mariel, aunque sorprendida por la propuesta directa, aceptó con un poco de duda mientras de reojo veía como sus amigas parecían disfrutar de verla en esa situación tan incómoda. Así comenzó una serie de sencillas citas que, para Mariel, eran un soplo de aire fresco. Alejandro la llevaba a cafés y restaurantes tranquilos donde podían hablar sin distracciones. En cada encuentro, Mariel descubría más sobre él: su pasión por el fútbol, sus sueños de futuro y sus ideas sobre la vida.

En una de sus citas, mientras compartían un café en una pequeña terraza, Alejandro le preguntó:

-¿Qué es lo que te apasiona fuera de los estudios y el fútbol?

Mariel, que al principio dudó, decidió abrirse un poco más.

-Me encanta tejer mientras veo novelas turcas A veces, me gusta perderme pasando un rato tejiendo y viendo alguna novela con sus tramas raras. Me ayuda a desconectar y terminar más rápido mi trabajo.

Alejandro la escuchó atentamente, y al final, dijo:

-Me parece genial. La forma en que te apasionas por lo que amas es algo que realmente admiro. Quizás algún día podríamos ver alguna novela juntos.

La conexión entre ellos se fue fortaleciendo con cada cita. Mariel encontraba en Alejandro una compañía agradable y descomplicada, algo que le hacía falta tras el estrés de su vida académica. Las charlas sobre diversos temas y los momentos de complicidad creaban una atmósfera cómoda y natural entre ellos.

Una tarde, mientras caminaban juntos por la Plaza de los Poetas, Mariel y Alejandro se detuvieron a conversar bajo el atardecer. La conversación se volvió más íntima, y sin darse cuenta, Mariel se encontraba recostada sobre el hombro de Alejandro, disfrutando del momento.

Fue entonces cuando, desde una distancia, el profesor Arturo pasó por la plaza. Al ver a Mariel con Alejandro, su expresión cambió sutilmente. Aunque no hizo nada para interrumpir, sus ojos reflejaron una mezcla de sorpresa y celos que no pudo ocultar. Arturo se detuvo por un momento, observó la escena y luego siguió su camino, pero el impacto del momento era evidente.

Mariel, sin notar la presencia de Arturo, seguía disfrutando de la compañía de Alejandro. Mientras se alejaban de la plaza, Alejandro le tomó la mano con ternura.

-Me alegra que hayamos pasado este tiempo juntos, Mariel. Siento que estamos conociéndonos realmente y me encanta cómo fluye todo entre nosotros.

Mariel, con una sonrisa genuina, respondió:

-Yo también lo siento, Alejandro. Gracias por hacer que me sienta especial.

A medida que el sol se escondía en el horizonte, Mariel y Alejandro se despidieron con un suave beso en la mejilla, sabiendo que habían dado un paso importante en su relación. Mariel sentía que, aunque había cerrado un capítulo con Arturo, había abierto otro con Alejandro que prometía ser lleno de nuevas y emocionantes posibilidades.

Felices las cuatro (Versión Filo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora