4. Una ducha romántica 🛁

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    Su mente se nubla y sus pensamientos se agolpan, tratando de entender lo que acaba de escuchar. "¿Esposa? ¿Qué está pasando?", piensa mientras su desconcierto crece. Intenta decir algo, pero su garganta se siente seca, como si sus palabras se negaran a salir.

    Andrew, parece completamente cómodo en esta escena de ensueño, como si su matrimonio con ella fuera la cosa más natural del mundo.

    De repente, el sonido de una videollamada interrumpe el momento.

    Andrew, sin perder el ritmo, toma su teléfono y, antes de que Margaret pueda protestar, aparece la imagen de sus padres en la pantalla, sonrientes desde su cabaña en Alaska.

    "¡Ah, Margaret, cariño! Andrew, ¡qué bueno verte!", exclaman sus padres, con una tierna calidez en sus ojos.

    Margaret se queda paralizada, incapaz de comprender lo que está ocurriendo. Andrew habla con ellos con una familiaridad que la desconcierta aún más, haciendo bromas, riendo y tratándolos como si fueran su propia familia.

    Es en ese momento cuando siente un golpe emocional en el pecho.

    George, su anterior pareja, nunca fue así con sus padres. De hecho, apenas hablaba con ellos, y cuando lo hacía, era frío y distante.

    Ver a Andrew, este hombre que parece haber tomado un lugar tan íntimo en su vida, interactuar con sus padres con tanto cariño, la sacude profundamente.

    La presión en su pecho se intensifica, el nudo en su estómago crece, y siente la urgencia de escapar. Con la excusa de estar recién salida de la piscina y apenas cubierta con la toalla, se disculpa rápidamente, sin mirar a la pantalla.

    Sale de la cocina apresurada, ignorando las expresiones desconcertadas de Andrew y sus padres. Entra en la habitación más cercana, cierra la puerta y se apoya contra ella, respirando con dificultad.

    Envuelta en la toalla, con el cuerpo aún húmedo, Margaret siente cómo la realidad a su alrededor se desmorona. Mira el reflejo de su rostro en el espejo del baño, las gotas de agua aún deslizándose por su piel.

    "¿Qué está pasando? ¿Cómo llegué aquí?", se pregunta en voz baja, el corazón latiendo con fuerza mientras las palabras de Andrew y la videollamada con sus padres resuena en su mente.

    La sorpresa se manifiesta primero como un aturdimiento, una especie de desconexión entre la mente y el cuerpo.

    Todo lo que la rodea es familiar y, al mismo tiempo, completamente ajeno.

    La sensación de incredulidad se instala en su pecho como un peso, mientras sus ojos recorren el entorno una y otra vez, intentando encontrar algo que la ancle a la realidad que conocía.

    Pero no hay nada.

    Las paredes, el mobiliario, incluso el aire parece más ligero, más luminoso, diferente. "¿Cómo puede ser esto?". Esa pregunta resuena en su cabeza una y otra vez, como si al repetirla pudiera entender lo que ocurre.

    El recuerdo de la noche anterior se desliza lentamente en su mente, mientras está sentada en el borde de la cama, como una niebla densa que se aclara con esfuerzo.

    La imagen de sí misma llorando, su cuerpo temblando, el sabor amargo del alcohol en su boca, todo es tan vívido.

    Las palabras que pronunció —"Quiero escapar, huir y nunca regresar"— vuelven con fuerza, llenándola de un escalofrío.

    "¿Fue eso lo que provocó todo esto?"

    La mezcla de miedo y asombro se entrelaza con una extraña curiosidad.

Nuestro jardín de gardenias || BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora