En la lujosa y amplia bañera de mármol, Margaret y Andrew están sumergidos hasta los hombros, cubiertos por burbujas que suavemente suben y bajan con el movimiento del agua. La luz tenue de las velas ilumina la estancia, y el aroma a sándalo y lavanda envuelve el aire.
Una bandeja de madera con dos copas de vino tinto descansa cerca de ellos, el calor del licor ya ha avivado los corazones de ambos, creando una atmósfera de intimidad palpable.
La iluminación es suave, las paredes de la habitación se iluminan ligeramente por el reflejo de una película proyectada en la pared, añadiendo un ambiente relajado. El proyector está justo frente a ellos, mostrando un clásico "Pretty Woman", mientras el sonido suave y de fondo llena la habitación.
Una enorme bañera de porcelana antigua, ocupa casi todo el centro de la habitación.
La pareja, está sumergida hasta los hombros, el cuerpo cubierto por la espuma blanca. A pesar de la desnudez, ambos están relajados, como si esa intimidad compartida no fuera motivo de incomodidad, sino de risa y alegría.
Él sostiene una copa de vino en la mano derecha, relajado, mientras extiende la izquierda para suavemente tocar la superficie del agua con sus dedos. Ella está al otro lado de la tina, sosteniendo su copa con ambas manos, riendo suavemente mientras comenta sobre una escena divertida de la película proyectada.
Casualmente cuando Vivian está en la tina y Edward Lewis le propone contratarla como empleada, ese instante comienzan a negociar el precio, y ella acepta por tres mil.
La risa de Margaret es contagiosa, y Andrew la mira de reojo, claramente disfrutando de la naturalidad del momento, sabe que es su película favorita.
Se lanzan miradas cómplices, esas miradas que dicen más que las palabras, pero ambos se mantienen en su propio espacio, respetando los límites sutilmente. Sus piernas podrían rozarse bajo el agua, pero no es un gesto intencionado, sino algo que ocurre sin darse cuenta.
A pesar de que comparten este momento tan íntimo, hay una tensión suave pero encantadora entre ellos, una mezcla de atracción y amistad que no se ha resuelto del todo.
La conversación fluye entre bromas y observaciones sobre la película, con algún que otro comentario sarcástico que provoca carcajadas.
Ella lanza una pequeña burbuja de espuma hacia él, riendo despreocupadamente, y él responde con una sonrisa amplia, lanzándole otra de vuelta.
A pesar de la cercanía y el ambiente íntimo, ambos están cómodos y relajados, sin que la situación se sienta forzada. Andrew la mira, no de manera lujuriosa, sino con una mezcla de curiosidad y afecto.
Ella baja la mirada momentáneamente, antes de levantarla de nuevo y reírse de algo que aparece en la pantalla.
Es un momento perfecto, donde las risas, el vino, y la espuma forman el fondo de una relación que comienza a evolucionar, todo mientras la película proyectada en la pared sigue girando.
Andrew sabe que ella ha estado lidiando con muchas presiones últimamente, y su comportamiento de hoy solo confirma sus sospechas. Se acercan sus bodas de aluminio, el agobio por no quedar embarazada luego de intentarlo durante dos años...
Sin embargo, siente que es más que eso, algo más profundo.
—¿Estás lista para hablar? —le pregunta con voz suave pero firme, una vez acabada la película. Sabe que no es fácil abrirse, especialmente para alguien como Margaret, que siempre se ha mostrado fuerte y autosuficiente.
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Nuestro jardín de gardenias || BORRADOR
RomansMargaret Kelson, una mujer en sus plenos treinta años, soltera y desempleada, se despierta un día en una vida que no reconoce: está casada con Andrew Wade, un exitoso empresario multimillonario que no puede dar un paso sin la asesoría de su esposa y...