¿Qué somos? 0.8

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El aire en la habitación se volvió más denso después de la confesión de Suguru. Satoru todavía procesaba las palabras, el impacto de la revelación, y sin embargo, todo lo que había sentido hacia Suguru no desapareció. De hecho, se intensificó. Porque ahora, todo era claro,y esa claridad lo hacía ver a Suguru no solo como alguien que estaba allí para cuidarlo, sino como alguien que estaba tocando su corazón de una forma mucho más profunda.

Suguru, nervioso por la confesión, dio un paso atrás, evitando la mirada de Satoru, esperando alguna reacción violenta, o que todo se volviera incómodo. Pero lo que no esperaba era el leve tirón que sintió en su muñeca.

—No te alejes -dijo Satoru, su voz grave, pero cargada de emoción— No ahora.

Suguru lo miró sorprendido. Satoru lo estaba sosteniendo con fuerza, su pulgar acariciando suavemente la piel de su muñeca. El contacto entre ambos era cálido, demasiado íntimo para lo que se había acostumbrado durante su tiempo como enfermera. Pero no se resistió. En cambio, se dejó Ilevar, observando cómo los ojos azules de Satoru lo miraban de una manera diferente. Más intensa. Más.. hambrienta.

—Satoru... -Suguru comenzó a hablar, pero fue interrumpido cuando Satoru lo jaló más cerca.

En un solo movimiento, Satoru había tirado de Suguru hacia él, su respiración entrecortada por el esfuerzo. La cercanía era palpable, sus rostros apenas a centímetros de distancia. Suguru podía sentir el calor de Satoru, el leve temblor en su cuerpo, pero más que nada, podía ver la vulnerabilidad en sus ojos. Y algo más, algo que nunca había imaginado ver allí: deseo.

—No quiero perderte -dijo Satoru en un susurro, sus ojos fijos en los de Suguru-. He estado pensando en esto... en ti... desde hace unos días. Y ahora que lo sé todo, nada ha cambiado. No me importa quién seas. Me importas tú.

El corazón de Suguru se aceleró. Había pasado tanto tiempo ocultando quién era, temiendo este momento, pero ahora, con Satoru tan cerca, no podía luchar más contra lo que ambos sentían. Había una tensión entre ellos, cargada de emociones, de todo lo que no se había dicho, pero que ambos sabían que estaba allí.

Antes de que pudiera pensar en lo que estaba haciendo, Suguru se inclinó hacia adelante, acortando los pocos centímetros que los separaban, y presionó sus labios contra los de Satoru.

El beso fue suave al principio, casi tímido. Pero entonces, Satoru respondió con urgencia, sus manos subiendo por los brazos de Suguru, aferrándose a él como si fuera su único ancla en un mar de incertidumbre. El calor entre ellos se encendió rápidamente, y el beso se volvió más profundo, más apasionado.

Suguru sintió el cuerpo de Satoru temblar debajo de él, ya no por la enfermedad, sino por el deseo que lo consumía. Se dejó llevar, inclinándose más sobre la cama, hasta que su peso descansaba ligeramente sobre el cuerpo de Satoru, sin dejar de besarlo.

Satoru gemía suavemente contra los labios de Suguru, sus manos deslizándose por la espalda de su enfermero, tirando de él aún más cerca. El contacto entre ellos era eléctrico, una combinación de necesidady anhelo que ninguno de los dos podía seguir ignorando.

—Te necesito, Suguru. —murmuró Satoru contra sus labios, sin dejar de besarlo. —No solo para cuidarme... Te necesito a ti, completamente.

El corazón de Suguru latía tan rápido que sentía que iba a estallar. La intensidad de las palabras de Satoru lo golpeó con una fuerza que nunca había esperado. Sus labios se separaron un instante para mirarse, ambos respirando con dificultad.

—Satoru.. —comenzó Suguru, su voz apenas un susurro. —No sé si esto está bien. Yo..

Pero Satoru lo interrumpió, apretando con más fuerza su mano contra la nuca de Suguru, tirando suavemente de él hacia abajo.

—No me importa lo que está bien o mal ahora dijo Satoru, sus ojos azules encendidos de pasión. —Solo sé que he pasado tanto tiempo fingiendo ser fuerte, y ahora... ahora solo quiero sentir. Quiero sentirte a ti.

Las palabras de Satoru hicieron que todo dentro de Suguru se desmoronara. Ya no había más barreras, más excusas. Se inclinó de nuevo, atrapando los labios de Satoru en otro beso hambriento, esta vez dejando que toda la emoción contenida, todo el deseo que había intentado reprimir, saliera a la superficie.

Las manos de Satoru encontraron su camino bajo la camisa de Suguru, explorando su piel con urgencia, mientras ambos se perdían en el
momento. Cada toque, cada beso, era una promesa no verbalizada, un recordatorio de que, a pesar de todo lo que enfrentaban, habían encontrado algo real el uno en el otro.
Suguru se separó brevemente para mirarlo, sus respiraciones entrelazadas. Los ojos de Satoru lo miraban con una intensidad casi abrumadora, pero también con una vulnerabilidad desgarradora. Y en ese momento, Suguru supo que no podía darle la espalda a lo que sentían.

—Satoru, no tienes que enfrentar esto solo. —le susurró Suguru, con la voz ronca por la emoción. —Estoy aquí. No te voy a dejar.

Satoru lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y gratitud.

— Entonces quédate -murmuró Satoru. Quédate conmigo.

Suguru, sin decir una palabra más, se inclinó y lo besó nuevamente, con más suavidad esta vez, sabiendo que, aunque la enfermedad de Satoru
fuera una realidad dolorosa, en ese momento, habían encontrado algo que los haría más fuertes juntos. Y por primera vez, tanto Satoru como Suguru dejaron de luchar contra sus propios miedos y se entregaron completamente el uno al otro.













Se vienen cosas lindas.
Luego tristes. 😔

NURSERING | SatosuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora