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El cielo estaba despejado, una claridad brillante bañaba la ciudad y el aire frío acariciaba los rostros con su toque invernal. Edgar, de pie junto al camión de bomberos, levantaba la vista hacia el sol, entrecerrando los ojos mientras se cubría con una mano. Había algo en ese momento de quietud, una sensación de paz que le permitía desconectarse por unos segundos del ajetreo diario. Una sonrisa suave, casi melancólica, curvaba sus labios, perdida en los recuerdos que el sol traía consigo.

-¿Qué estás viendo? -La voz metálica y autoritaria de Surge, su jefe, lo sacó de su ensimismamiento. El reflejo del sol en sus lentes brillaba con intensidad.

El pelinegro se sobresaltó, bajando la mirada al instante.

-Vas a empezar a babear si sigues mirando el cielo así -continuó Surge, con esa mezcla de burla y camaradería que lo caracterizaba.

-Estaba ayudando a Maisie con la limpieza del camión -replicó, tratando de sonar convincente mientras se rascaba la nuca, un gesto que delataba su nerviosismo.

El robot giró su cabeza mecánica hacia donde Maisie luchaba en solitario contra la mugre persistente del camión. Surge alzó lo que parecía una ceja electrónica y volvió a mirar a Edgar con una expresión incrédula.

-Pues solo veo que ella está trabajando.

-Jefe, ya ayudé mucho antes. Solo estaba tomando un descanso.

-Sí, claro, niño. Anda, muévete antes de que te suba el sueldo por "observar".

Antes de que Edgar pudiera responder, una repentina ráfaga de agua lo sorprendió al igual que a Surge. La manguera seguía lanzando agua mientras Maisie, con una sonrisa traviesa, la sostenía firmemente.

-Deja de molestar a Edgar -dijo la peliblanca, defendiendo a su amigo con una chispa en sus ojos-. Él también merece su descanso.

El pelinegro soltó una risa, agradecido por la inesperada intervención. Surge, empapado y brillando bajo el sol, se preparó para replicar cuando una sirena de emergencia irrumpió en la escena, cortando cualquier conversación.

Sin perder tiempo, corrieron hacia los camiones, el sonido de sus pasos resonaba en el pavimento mientras se enfundaban en sus trajes de bomberos. En un solo instante, las bromas quedaron atrás y la seriedad de su deber se apoderó de ellos. El rugido del motor y el aullido de las sirenas llenaron el aire mientras se dirigían al llamado.

...

Cinco camiones de bomberos surcaban la ciudad a toda velocidad, sus luces destellando mientras el tráfico se abría lentamente ante ellos. En el primer camión, Surge y Grom lideraban la operación. Grom, con su imponente figura, daba indicaciones con firmeza mientras Surge coordinaba con precisión robótica. Edgar y Maisie los seguían en el segundo camión, atentos a cada movimiento de los vehículos que los rodeaban.

El Ángel De Los Ojos Perdidos |  FANGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora