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Estábamos en el avión con Mia, claramente no pasamos desapercibidos en el aeropuerto, pero a estas alturas, ya no me importaba.
Estaba muy seguro que con Mia a mi lado ya no importaba nada, no quería sonar apresurado, pero realmente me estaba encariñando y creo que desde que los dos peleamos aquel día que me confesó todos sus miedos sobre las relaciones, mi enganche con ella se agrando más, por alguna razón mi corazón me decía que yo podía hacer que ella cambie de opinión y demostrarle que yo no le iba a traer ninguna decepción amorosa.
Y bueno, acá me tienen, demostrándole que no soy igual que los demás, haciendo que conozca a mi mamá.
Claramente no solo quiero que conozca a mi mamá por eso, sino que quiero que la conozca porque realmente quiero que lo haga.
Mía realmente durmió todo el camino porque ella es así, una linda dormilona.
Nunca fui una persona fiel, ni tampoco de engancharme, ella no se que me hizo, pero tengo la necesidad de serlo con ella, serle fiel y ser un tonto enamorado.
Mamá me mando diciendo que papá nos esperaba en el aeropuerto y que ella estaría en casa cocinándonos.
No se a quien engaño, el día en que conocí a Mía yo ya le había contado todo a mi mamá.
Porque se que esto va a durar.
Volviendo a la realidad, ya a nada de llegar Mía se levanto por el movimiento que era discontinuo en el avión ya que estamos por aterrizar.
— ¿Ya llegamos?— dijo toda dormida, lo que me causó tanta ternura que le da despeine con la mano, mientras se quejaba con la cara de orto.
— Si, levántate que mi papá nos espera— ella abrió los ojos y se levantó de golpe.
Sabía que ya se estaba empezando a poner nerviosa así que no dije nada.
Al momento de bajar del avión Mia y yo íbamos agarrados de la mano y con los equipajes. Lo llame a mi papá y lo encontramos cerca de los baños. Me saludo con un abrazo y cuando la vio a Mimi hizo lo mismo.
— Holaa, franco nos habló mucho de vos.
— Espero que cosas buenas, ¿no?— dijo Mia, causándole risa a mi papa.
— Acá decidimos todo, ¿mate dulce o amargo?
— Amargo, para tomar mate dulce hacete mate cocido.
— Pero más vale, que divina la chica eh, tráela más seguido— me dijo mi papá mientras abrazaba a Mía de los hombros.
— Obvio que me va a traer, ya no se van a deshacer de mi — los dos rieron y continuaron su camino.
Yo me quede en shock. Tanto que la boluda se preocupaba y ahí la tienen, conversando con mi papá como si fueran mejores amigos.
En secreto les saque una foto.
Misiones:
1. Caerle bien a mi papá, hecho.
2. Caerle bien a mi mamá, indefinido.
El camino hacia mi casa constó de canciones entre mi papá y mia, mientras tomaban mates amargos.
Al llegar a casa nos recibió mi mamá.
Mia y ella se abrazaron.
— Que divinos ojos que tenes— le dijo mi mamá.
— A mi me encantan los tuyos, son iguales a los de franco solo que...
— Un poco más claros, si. Se ve que lo observaste bastante bien.— dijo mi mamá haciendo que Mia se callara de vergüenza, lo cual provocó una sonrisa en mi mamá.
— Ma, ¿que estás cocinando?
— Pasta, ¿te gusta Mia?
— Me encanta, ¿puedo ayudar? Es mi comida favorita.
— Obvio, solo si me cebas mates.
Y de un momento a otro, Mia y mi mamá estaban en la cocina dejándonos a mi y a mi papá en el comedor.
— No lo puedo creer, tu novia me acaba de cambio por tu mamá, me siento indignado—. Dijo mi papa.
Narra Mia.
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El almuerzo constó en chistes y burlas hacia Franco.
Con Andrea y Aníbal, los padres de Franco ALEJAAANDRO, había congeniado de diez.
Claramente le hice bullying a Franco con su segundo nombre y lo decía como la canción de lady gaga que dice "Don't call my name, don't call my name, ALEJAAANDROOO"
A la hora de irnos, me lleve la sorpresa de que Alejandro había ya organizado el tema de donde nos íbamos a quedar, un hotel que él había elegido, donde claramente había una sola habitación con una cama de dos plazas para los dos, el chico era más rápido que el rayo mcqueen.
