Cataleya
En mis pesadillas.
Me trajo aquí... a este lugar que no reconozco, un sitio tan extraño que me provoca escalofríos con solo mirarlo. Las paredes son de concreto, frías, sin vida, y el eco de mi respiración parece rebotar en cada rincón. No sé dónde estoy, no sé cuánto tiempo llevo aquí, pero cada segundo es una eternidad.
Me tiene encadenada, amarrada de las manos, de pie, como si fuera una estatua que no puede caer. El metal de las cadenas es frío y se clava en mi piel, me corta cada vez que intento moverme, aunque sea un poco. Estoy parada, pero ya no tengo fuerzas. Mis piernas tiemblan, se sienten como si fueran de plomo. El dolor en mis muñecas es insoportable y también el dolor que tengo en la herida de dónde me sacaron el rastreador pero más insoportable es la sensación de estar completamente atrapada. No puedo huir. No puedo moverme. No puedo hacer nada.
El cansancio me consume, me pesa en los huesos, en la cabeza, en el alma. Mi cuerpo ya no responde, mis músculos arden y todo lo que quiero es dejarme caer, rendirme, pero no puedo. Las cadenas me obligan a permanecer de pie, como si fuera un castigo, una condena de la que no puedo escapar.
Solo quiero que esto acabe. Solo quiero que Martín venga. Cada pensamiento que tengo, cada segundo que pasa, es un susurro en mi cabeza, una súplica que no termina: "Que Martín venga... que Martín venga por mí". No puedo pensar en otra cosa, no quiero pensar en otra cosa. Lo único que me mantiene en pie, lo único que me hace soportar este dolor, esta maldita situación, es la esperanza de que él vendrá.
Pero no viene. La espera es insoportable, como si el tiempo se hubiera detenido en este lugar. Mis rodillas empiezan a fallar, las siento ceder, pero las cadenas no me dejan caer. Solo quiero descansar, cerrar los ojos y olvidar que estoy aquí. Solo quiero que Martín aparezca, que entre por esa puerta y me libere de esta tortura. Pero no lo hace, y el silencio es lo único que me acompaña.
Martín... por favor, ven por mí.
Rainer entra con una bolsa pequeña que contiene el polvo blanco. Lo inhala por la nariz y me sonríe cuando me ve. Bajo la cabeza porque
La poca fuerza que me quedan no la quiero gastar mirandolo.-- ¿Quieres? --- no respondo --- consumenlo --- lo pone en mi nariz y muevo la cabeza para que me deje.
--- ¡Que no quiero hijo de perra!
Me suelta una cachetada.
--- A mi no me hables así que yo no soy Martín.
--- ¿Y te atreves a compararte con él ? --- me echo a reír --- Tu no le llegas ni a los talones, mírate eres un maldito drogadicto, cobarde y para rematar mocho.
Me voltea la cara con otro golpe y yo suelto una carcajada, pero después recuerdo a mi bebé , Rainer está drogado y loco no quiero me de un golpe en el vientre.
--- Te la das de muy fuerte, pero no te veías así después de que mande a matar a tu amigo negro.
Levanto la cabeza de repente con su comentario.
--- Tu lo mataste, si, cómo no lo pensé antes el mensaje que me mandaste...
El se ríe.
--- Ay Süße , yo te hacia más inteligente, pero eres tan ingenua, ¿y que pensabas? ¡Perdí mi mano por tu culpa! También tenias que perder algo valioso --- no puedo contener el llanto --- Yo iba por tu hermano Alberto, creo que se llama --- Da vueltas mientras habla y yo solo lo miro con rabia --- pero le Tenias tanto aprecio al negro que no me se su nombre.¿ Y para que saberlo si ya esta muerto?
Va riendo y quita una cortinas que cubre una pared. Y están llenas de fotos mías cuando estaba en Sambil con mis amigos, en La Basílica, El restaurante, el bar y más. y en casi todas salgo abrazando a Erick. Ya no puedo más y me pongo a llorar repitiendo en mi cabeza: "Erick murio por mi culpa, no tenia que dejar salir a esas mujeres "
--- Tu problema era conmigo no con él.
Habló llorando.
--- A ti no te podía alcanzar y me fui por lo fácil, ahí te dejo las fotos para que recuerdes a tu amiguito y veas que no soy tan malo, lamento no enviarte rosas negras.
Sale soltando una carcajada, y aún estando en el pasillo se escucha hasta aquí.
--- Perdóname Erick.
Sigo llorando, todo esto es mi culpa la que debería de estar muerta soy yo, tengo una maldicion todo me sale mal solo causo problemas y nada más, ya murieron dos personas por mi culpa ¿ahora quien es el siguiente? Ojalá sea Rainer.
Hay más fotos mías recientes cuando estaba en Colombia ya se como me encontró.
Llevo rato llorando y ahora, estoy peor que antes. Las lágrimas empezaron a caer sin que me diera cuenta. No tenía control sobre nada, ni siquiera sobre eso. Sentía el ardor en mis ojos, y aunque intentaba contenerme, el llanto era más fuerte que yo. En mi cabeza solo podía pensar en él... en mi mejor amigo. Erick. Lo extraño tanto. Si él estuviera aquí, sabría qué hacer. Sabía cómo sacarme de problemas, cómo hacerme reír, cómo hacer que todo esto no pareciera tan desesperado. Pero él ya no está, y yo estoy sola. No me quedan fuerzas, ni siquiera puedo moverme. Mis piernas han cedido, ya no responden, y mis brazos siguen encadenados, inmóviles.
El tiempo se alarga, todo es una especie de neblina de dolor y agotamiento. Quiero dormir, pero no puedo. Quiero escapar, pero no puedo. Solo quiero que todo termine, pero el silencio es abrumador, y el frío de este lugar sigue adentrándose en mi piel.
Después de lo que parece una eternidad, escucho pasos. Mi cuerpo tiembla, no sé si de miedo o de esperanza. La puerta se abre, y un hombre entra. No puedo verlo bien, pero su presencia se siente opresiva. Se acerca lentamente, y trae algo en las manos. Comida. Me la acerca a la boca, pero yo no quiero. No puedo. Muevo la cabeza, intento alejarme, aunque sé que no tengo adónde ir. No quiero que me alimente, no quiero nada de él. Intento apartarme, sacudo mi cabeza como puedo, pero él no se detiene.
---¡No quiero!
De repente, siento su mano dura sobre mi mandíbula, forzándome. Mi corazón late con fuerza, mi respiración se acelera, y con un movimiento brusco, me mete la comida en la boca. Es asqueroso, lo siento como un acto de pura violencia. Intento escupirla, pero no puedo. Él me obliga a masticar, su mirada fría y vacía como si no le importara lo que siento.
Quiero gritar, pero no tengo fuerzas. Quiero rechazar todo esto, pero mi cuerpo ya no responde. El sabor amargo de la comida se mezcla con el sabor de mi propio miedo. Estoy atrapada. No quiero estar aquí, no quiero seguir aquí. Solo quiero que Martín venga por mí, que me saque de este infierno. Ya no quiero más. Solo quiero salir de aquí.
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MARTÍN.Finalmente encontramos dónde tienen a Cataleya. Está en una finca, aislada en medio de la nada aqui en Alemania, pero no me importa. Vamos a recuperarla, sin importar lo que tengamos que hacer. Alberto está junto a mí, con los ojos llenos de rabia. Y también están las amigas de Cataleya.
--- Esto se acaba aquí --- dice, golpeando la mesa ---. Rainer no sabe lo que se le viene encima.
Camila está de pie, cruzada de brazos, pero no deja de moverse, impaciente. También está desesperada por Cataleya ya que se dice que son hermanas.
--- Estamos listos -- añade, con la voz firme --- . Alberto, ¿las armas?
Alberto asiente.
--- Todo está listo --- responde Alberto, serio --- . Tenemos lo que necesitamos para entrar. Solo falta el plan.
Fred despliega el mapa de la finca sobre la mesa. Las rutas de acceso, las entradas, todo está marcado.
--- Entramos rápido y directo --- digo, señalando la entrada principal. --- Usamos las armas y las bombas que tenemos, sin darles tiempo para reaccionar. No podemos permitir que Rainer se salga con la suya.
Camila se inclina hacia el mapa.
--- Ya saben que no vamos a jugar limpio. No tienen idea de lo que les espera.
--- Exacto --- responde Alberto. --- Vamos a recuperar a mi hermana y nadie se va a meter en nuestro camino.
La determinación en el aire es palpable. Todos sabemos lo que está en juego.
--- No hay vuelta atrás --- digo, con la mirada fija en el mapa --- . Rainer no va a vivir para ver otro día. Esto termina hoy.
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Tentaciones Irresistibles
Lãng mạnSoy Cataleya Ruiz Gonzales, tengo 17 años casi 18, vivo en República Dominicana: con mi madre quien es dominicana, mi padre es colombiano se divorcio de mi madre hace 5 años atrás, vive en colombia, pero eso no impide que seamos una familia feliz...