Epílogo

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Según una creencia tradicional oriental, todos nacemos atados a un hilo rojo, el cual nos conecta al amor de nuestras vidas. Este hilo puede estirarse, acortarse, doblarse y dar la vuelta al mundo, pero jamás se corta. Esta bonita manera de graficar el destino de nuestras vidas, nos explica qué tan fuerte son los poderes del amor. Dos personas entrelazadas por el destino, llámese hilo rojo o no, siempre terminarán encontrándose y permanecerán ligadas para siempre.

[...]

La primavera estaba llegando cuando ingresó a la cafetería con una expresión de cansancio, estornudando contra su bufanda mientras soltaba un quejido bajo.
 
A pesar de que hubiera sol, se seguía sintiendo un viento helado que obligaba a todas las personas a salir abrigados para no terminar con un resfrío, y ella no iba a ser la excepción. Siempre tuvo un sistema de salud algo delicado; por otro lado, no podía enfermarse porque tenía que seguir trabajando, no le gustaba dejar sus cosas tiradas por algo tan mínimo como un resfriado.
 
Odiaba esos primeros días de primavera, cuando eran una mezcla de calor y frío imposibles de combatir.
 
―¿Qué va a querer, señorita? ―preguntó la cajera.
 
―Un capuchino de vainilla para llevar ―pidió, extendiendo los billetes para pagar.
 
―Lo llamaremos cuando esté listo, ¿cuál es su nombre?
 
―Samantha Rivera.
 
La chica asintió y Samantha caminó para sentarse en la barra, mirando por el ventanal hacia la calle.
 
El día anterior, una de sus parejas le envió un mensaje diciéndole que ya no podía seguir en una relación con ella, así que Samantha volvía a estar, "oficialmente", soltera, aunque si era honesta con todo el mundo, tampoco es como si hubiera tenido una relación profunda luego de su fallido matrimonio, cinco años atrás.
 
Cinco años desde la última vez que vio a Abril, llorando en la puerta, cerrándola para luego sólo existir el silencio.
 
Una vez Abril se marchó, Samantha terminó su relación con Rocio, que la miró con una frialdad enorme y desprecio en sus ojos, pero a Samantha no podía importarle menos, no cuando se sentía perdida y vacía por dentro, como si algo no estuviera bien a su alrededor.
 
Vivió por cerca de trece años con la presencia constante de Abril a su lado, ya fuera como amiga, novia o esposa, y las cosas sin ella se sentían extrañas, dolorosas, pero por sobre todo, desconocidas.
 
Después de eso no tardó en ir a la oficina del gerente de la empresa, presentando su carta de renuncia y, días más tarde, vender el departamento en donde vivió con Abril por diez años. Se mudó a un lugar mucho más pequeño, con una cama individual donde no sintiera esa constante soledad que le invadió los últimos días desde que Abril se marchó sin mirar atrás, y fue contratado en menos de un mes en una pequeña empresa mobiliaria, donde nadie le conocía ni juzgaría.

Aunque eso no evitó que rompiera a llorar cuando estaba guardando las cajas y encontró ciertos papeles que Abril abandonó: eran esos papeles de adopción que nunca le mostró a Samantha, porque cuando la iba a hacer, comenzó el principio del fin.
 
Samantha lloró, desesperada, leyendo los trámites, recordando todas esas veces que hablaron sobre adoptar, sintiéndose más miserable que nunca por no haber pensado un poco más en el corazón de Abril. Luego, guardó los papeles al fondo del cajón, prometiéndose que, algún día, los volvería a leer.
 
De esa forma comenzó una nueva y solitaria vida como soltera, aunque siendo sincera, nunca se quitó el anillo de matrimonio a pesar de que las actas de divorcio ya estaban firmadas, así como Abril lo quiso.
 
Hubo un breve instante donde pensó no seguir llevando a cabo el divorcio, después de todo, Abril se marchó, ¿cómo iba a saber ella que esos trámites nunca se llevaron a cabo? Así, si Abril volvía, podría volver a insistir en ello, podría...
 
Pero ese breve pensamiento desapareció cuando, un día, mientras cruzaba por el parque, se encontró con esa mujer al que Abril buscó cuando se olvidó de su cumpleaños, jugando con su hijo en el parque.
 
Nuvia no la vio, demasiado concentrada en cuidar de su pequeño hijo, y pensó que, un día, Abril podría encontrar a alguien que la amara, a una persona que nunca la haría lo que ella le hizo, alguien con quién querría compartir el resto de su vida, y Abril querría casarse, descubriendo que el divorcio nunca se llevó a cabo.
 
Y Samantha no podría soportar verla volver para exigir la separación, buscando compartir su vida con otra mujer o hombre que no fuera ella.
 
Así que llevó a cabo todos los trámites al día siguiente, sin necesidad de que Abril estuviera presente porque los papeles ya estaban firmados.
 
Dos años después, se encontró a Rocio a lo lejos, saliendo con otro trabajador de la empresa donde trabajó, ambos tomados de la mano con bolsas de compras, riéndose, metidos en su propia burbuja. Tengo una memoria de pez, asique no recuerdo el nombre de aquel chico.
 
También perdió contacto con Sara y Ivan, lo normal, considerando que la mejor amiga de Abril trató de golpearlan con un palo cuando Abril se marchó, siendo sólo detenido por su novio.
 
Sabía, porque también los veía a veces (pero se ignoraban mutuamente, tensión floreciendo apenas se acercaban), que ahora estaban casados y su hija tenía un hermanito menor de cuatro años.
 
María fue otra en contraer matrimonio, pero contrario a lo que todos esperaban, no fue con esa chica (su relación terminó meses después), sino con otra chica llamada Billie. Contrajeron matrimonio unas semanas atrás, así que en ese instante estaban en luna de miel, disfrutando de su nueva vida juntas.

Apego | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora