Capítulo XXIX

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Su vida había regresado a su estado normal. A la semana de haber salido del hospital, los tíos de Jeongin habían ido a buscarlo. Desde entonces, se enviaron montones de cartas, postales y correos electrónicos divertidos. También hablaban una vez a la semana por teléfono y había acordado con sus tíos que en verano fuera a visitarla durante un par de semanas a su apartamento.

Ella se marchó de Daegu para volver a su apartamento en Seúl y a su trabajo un mes después. Sus padres no estaban del todo de acuerdo por lo que se aferraban a ella con fuerza, pues sabían lo destrozada que estaba por dentro. Ni siquiera poniendo a su bebé de excusa consiguieron convencerla de que se quedara allí. No entendían que se ahogaba en esa casa gestando a su bebé mientras pensaba a cada segundo en Minju y en cómo había muerto para salvar a su gente. Era una héroina de guerra nacional y la madre de su hijo. Así pues, se despidió de sus padres, ignorando toda queja por su parte. En navidad los invitó a su apartamento porque ella no quería subirse en un avión en su avanzado estado de embarazo. Su hermana también acudió junto a su prometida para anunciarles la fecha definitiva de la boda. Para entonces, su hijo ya tendría seis meses y esperaba poder viajar con él.

En el trabajo, la recibieron con los brazos abiertos. Su sustituta se marchó y su único superior bajó a visitarla y a felicitarla por su futuro hijo nada más ver su vientre. Por aquel entonces, todavía había engordado muy poquito, pero era evidente que estaba embarazada. Todos se mostraron muy preocupados por ella e incluso le insistieron en que tomara un descanso por maternidad, cosa que ella rechazó desde el primer instante. Trabajaría hasta que su cuerpo le impidiera continuar. Necesitaba enfrascarse en el trabajo para mantener muy bien ocupada la mente. Nada mejor que pasar el día en su lugar favorito en el mundo para olvidar las penas.

Levantó la mirada rabiosa para comprobar en el calendario una vez más que, efectivamente, era catorce de febrero, día de San Valentín. Odiaba el maldito día de San Valentín, desde siempre. Ella debía ser la única mujer sobre el planeta que se encontraba sin pareja en esa ocasión tan marcada. Por una vez en su vida, había imaginado que alguien como Minju pasaría ese romántico día con ella. O lo habría pasado al menos si no estuviera muerta. Nunca la recuperaría y nunca encontraría a otra persona con el que querer pasar ese día. Nadie podría llenar el hueco que ella había dejado en su corazón.

El teléfono de su despacho sonó en ese instante para interrumpir su silenciosa reflexión. Gimiendo por tener que hacer el esfuerzo de levantarse del sillón en el que estaban descansando sus tobillos hinchados, se levantó y se acercó hacia su escritorio. Agarró el auricular en el quinto tono.

— ¡Hola, embarazada!

— Hola, Eun.

Era increíble lo bien que estaban manteniendo el contacto entre las dos después de tantos años de profundo odio.

— ¿Qué haces trabajando? — la regañó — Estás embarazada de seis meses y hoy es un día muy especial.

— Todavía me encuentro bien para trabajar. — le insistió como en los últimos dos meses — Además, este día no tiene nada de especial para mí...

— No puedes continuar así, Chaewonnie. Tienes que encontrar a alguien que te haga olvidar a tu principe azul si se pudiera decir asi, antes de que vuelvas a caer en una depresión y nos vuelvas locos a los demás. Tus padres están muy preocupados, Jeongin está preocupado, yo estoy preocupada y hasta Yena no parece tan brillante como antes en sus carteles publicitarios. Todos estamos sufriendo esto contigo.

— Siento preocuparos, Eun. — suspiró — Pero entiende que esto es algo que no podré superar nunca.

— ¡Error! — le gritó desde el otro lado del auricular — Te recuerdo que estás embarazada, que no puedes permitirte decir esas cosas. ¿Acaso no sabes que en ese estado eres más propensa a caer bajo el efecto de una fuerte depresión? ¿Quieres que le ocurra algo al bebé?

Love in time of war (2kim G!P)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora