12 - Valentina

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¡MARCO! —alguien nos grita desde el otro lado de los jardines, pero ninguno de los dos es capaz de moverse hasta que oímos sus pisadas sobre el frío asfalto

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¡MARCO! —alguien nos grita desde el otro lado de los jardines, pero ninguno de los dos es capaz de moverse hasta que oímos sus pisadas sobre el frío asfalto.

Puedo sentir cómo su cuerpo se contrae, como tensa cada músculo de su cuerpo para saltar sobre el insensato que se acerca a nosotros. Sus manos caen de mi rostro, apretadas en puños de acero, dando un paso atrás con la mandíbula rígida y la respiración espesa.

—Marco, tenemos un problema —la voz de Sebastian lo hace volver, prestando atención.

—¿Qué ocurre? —el aire ronco que pasa por su garganta me hace apretar los muslos, mordiendo mis labios.

Cuando el frío de la noche me golpea el rostro, salgo del trance y me enfrento al hombre que se ha quedado mudo al verme allí, oculta tras el ejecutor.

—¿Mi abuelo? —apenas un susurro.

—No —duda un segundo.

—Habla, que cojones pasa —coloca las manos en sus caderas, marcando sus brazos bajo la camisa negra.

—Han intentado robar en uno de los almacenes.

—Joder —se pasa una mano por el cabello. —¿Hay heridos?

—No.

—¿Sabemos quién ha sido?

—No.

—Coge a cuatro hombres y ve allí, te doy una hora.

Marco se gira y me agarra de la mano, tirando de mi cuerpo hacia el interior del hospital.

—Espera, ¿qué pasa? ¿Por qué mandas a Sebastian?

Me ignora, guiándome en silencio, me da tiempo a girarme una ultima vez para ver como su soldado se dirige hacia uno de los todoterrenos negros con varios hombres detrás.

—¡Para!, dime que pasa —doy un tirón, soltándome de su agarre, y cruzándome de brazos. —No me trates como una cría, dime qué está pasando, de qué almacén habla.

—Esto está fuera de tu alcance —no me mira, se ha plantado de medio lado, mirando al suelo, con su pose de guerrero.

Pero no me da tiempo a responderle cuando oímos un coche derrapar por la carretera y Marco reacciona de forma instintiva, cogiendo mi brazo, tirando de mí para ponernos a cubierto, ocultándome tras su cuerpo cuando alguien nos dispara desde el vehículo, encendiendo todas las alarmas.

—Hijo de puta —lo oigo gruñir entre todo el revuelo, en menos de veinte segundos estamos rodeados de hombres de mi abuelo y yo solo puedo agarrar su camisa entre mis manos, asustada. —¡QUIERO LA PUTA CALLE VIGILADA! —grita a varios hombres cerca de nosotros.

—Marco, tenemos la matrícula —un chico joven se acerca corriendo al ejecutor que lo taladra con la mirada.

—Cogedlo —los hombres se vuelven a dispersar, obedeciendo sus órdenes.

Una Joven Tentación (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora