‎02 - Valentina

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—No tenías derecho a quedarte aquí, vete antes de que grite —me sujeto la toalla fuerte contra mi pecho y le señalo la puerta con la mano, después de tirar la que me secaba el pelo contra una silla

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—No tenías derecho a quedarte aquí, vete antes de que grite —me sujeto la toalla fuerte contra mi pecho y le señalo la puerta con la mano, después de tirar la que me secaba el pelo contra una silla.

—¿Y lo de la piscina? —una explosión de ira sale de su cuerpo, levantándose de la cama y mirándome fijamente.

—Estaba nadando y me dio un tirón —susurro, apartando la mirada, su intensidad es demasiado fuerte para mi.

—No me tomes por tonto. Vas a nadar cada noche, has aguantado ahí abajo porque has querido.

Me quedo sorprendida durante unos segundos, ¿desde cuándo me observa nadar?

—No sabes nada de mí, ahora márchate. Quiero estar sola —repito, tragando saliva para contener las lágrimas que luchan por salir de nuevo.

Joder.

Antes de que pueda pestañear vuelve a estar delante de mí. Con un dedo me sujeta la barbilla, y su mirada penetrante me llega al alma.

—Sé más de tí de lo que imaginas, Valentina. Ahora, dime qué cojones te pasa —su voz es un susurro grave y profundo que me humedece los muslos.

Niego con la cabeza, mordiendo mis labios e intentando apartarme de su agarre. Pero es fuerte y lo único que consigo es que aplique más fuerza para detenerme, rozando su pulgar por mi labio inferior, aflojando mis dientes que se clavan en mi carne.

Estoy apunto de confesarlo, cuando mi móvil, olvidado sobre la mesita de noche, emite un pitido, haciéndolo vibrar y sacándome del trance de su caricia.

Me alejo, tomando distancia entre el ejecutor y yo. Y al leer el mensaje me hundo más en mi miseria. Me tapo el rostro con las manos, dejando ir todas las lágrimas que vuelven con los recuerdos enterrados en mi mente.

"Preciosa, Dominic está obsesionado con tu coño, y dispuesto a financiar todo el proyecto si cerramos otra cita, ¿Que me dices?¿El sábado?"

Noto como se acerca a mí, tan cerca que siento de nuevo su calor sobre mi piel desnuda y recoge mi móvil del suelo leyendo el mensaje de texto, extrañado porque lo haya dejado caer sin cuidado.

—Dime qué ha pasado —me aparta las manos de la cara para ver mis ojos y lo veo apretar los dientes con fuerza, los músculos de su cuello se tensan peligrosamente y sus puños de acero descansan a cada lado de su cuerpo.

Suspiro, me da vergüenza contarlo, pero necesito decírselo a alguien, aunque sea al mismísimo ejecutor de la mafia.

—No puedo...—me retuerzo las manos, y las lágrimas vuelven a llenar mis pestañas, mis recuerdos pasan raudos por mi mente y no puedo aguantar un sollozo al recordar su voz.

"Acércate Dominic, esta es la mujer de la que te he hablado, será buena contigo"

Me alejo, necesito espacio, la ansiedad empieza a inundarme el pecho y me cuesta respirar. Estoy hiperventilando dando vueltas en mi habitación cuando me sujeta entre sus fuertes manos, apretando mis brazos y manteniéndome segura en su pecho.

—Cálmate, respira y cuéntame qué ocurre —su voz calmada me trasmite paz, una paz engañosa pero efectiva, mientras sus dedos acarician la delicada piel de mi espalda.

Dejo caer mi frente en su pecho, mojando aún más su camisa con mi pelo húmedo y su aroma me embriaga, calmando mis nervios.

—Estaba en la fiesta de Maica con Enzo...y yo, no, no supe como reaccionar... —otro sollozo sube por mi garganta, hundiéndome en su cuello y silenciándolo.

Asiente acariciándome los omóplatos en círculos como si estuviera haciendo un enorme esfuerzo por mantener la calma.

Niego con la cabeza, y rodeo su cintura con mis brazos. Necesito sentir su fuerza, necesito que me transmita algo de su seguridad, porque mi mundo se ha desmoronado, como un castillo de naipes y algo dentro de mí se ha roto en mil pedazos y no seré capaz de unirlos de nuevo.

—Aquí estás a salvo... —agacha su cabeza hasta posar sus labios en mi oreja, y sentir su aliento en mi cuello despierta sensaciones en mi cuerpo.

—Me dio un trago de su bebida, y empecé a verlo todo nublado...y, no, no pude... todo me daba vueltas, no había bebido tanto... lo juro —otro sollozo me hace parar y levanto la vista suplicando que me crea.

—Tranquila...—lo miro y tiene la vista fija, entrecerrada, en la pared del fondo, las aletas de su nariz se dilatan, y vuelve apretar la mandíbula, le estoy moqueando la camisa pero ni se inmuta, solo me mantiene abrazada a él, sus manos han dejado de moverse, y puedo notar la tensión de sus dedos, un ligero apretón me incita a seguir, enterrando de nuevo mi cara en su pecho.

—Cuando intenté alejarme de él, me pegó...y...me tiró sobre la mesa, empecé a sentirme extraña, como si flotara y...luego, luego... —no puedo dejar de llorar cuando siento su brazo apretando mi cintura, mientras mis manos se agarran a su camisa, retorciéndola entre mis dedos.

—¿Te violó? —su tono ha cambiado, ahora es mucho más oscuro, más grave, lleno de promesas de sufrimiento.

Asiento, hundida y humillada, notando como deja de respirar durante unos segundos.

—¿Dónde estaba tu maldito novio? —no hay dulzura, ni suavidad en sus palabras, esta apunto de perder el control y dudo en seguir hablando.

—Enzo...

Se ha separado de mi un paso, manteniéndome apresada entre sus manos que agarran mis brazos como grilletes de acero, y no puedo aguantar su mirada, su rostro destila ira, tiene que agachar la cabeza para mirarme a los ojos y su intensidad me abruma. Apartando mis ojos, vuelvo a fijarme en los botones de su camisa negra y cierro los ojos exhalando el aire de mis pulmones.

—¡Respóndeme!¿Dónde estaba tu novio? —sus ojos son dos esquilar de hielo que me perforan la piel y su voz me sobresalta durante un segundo.

—Enzo me usó primero, después dejó que su amigo abusara de mí...— ya está, ya se lo he dicho, pero no siento que me haya liberado de ninguna carga, al contrario, la realidad me golpea de frente.

Necesito distancia, necesito volver a sumergirme en el agua, allí todo era mucho más fácil.

Me separo de él hacia la puerta, limpiando mis mejillas con una mano, me ha dejado ir y durante un segundo tengo el valor de mirarlo a la cara, tiene puesta su máscara de indiferencia lo que incrementa aún más mi humillación. Y mis lágrimas vuelven a inundar mi cara, joder, ¿porque no puedo dejar de llorar?

Estoy apunto de salir y volver a tirarme, así desnuda, a la piscina hasta que todo el dolor desaparezca, cuando me detiene.

—¿Su nombre es Dominic? —su voz es demasiado tranquila, y sus ojos vuelven a mostrarme porque lo llaman "ejecutor", brillan como dos diamantes negros.

Asiento, con la garganta dolorida de aguantar el llanto.

Antes de irse me da un beso en la frente que dura más de lo debido, apretándome de nuevo contra su pecho, mientras agarra mi mano entre la suya y mis ojos se clavan en nuestra unión. Mi corazón se salta un latido, se ve tan pequeña contra la suya, pero en este gesto siento su cariño, y me calma el alma.

—Quédate aquí —su voz es un susurro firme, cargado de promesas.

Lo observo mientras se aleja, llevándose el calor de mi cuerpo con él. Al llegar a la puerta, se gira una última vez, y su mirada arde con una furia contenida, provocando que apriete de nuevo la toalla contra mi cuerpo, y un escalofrío recorre mi piel hasta morir en mi vientre.

Una Joven Tentación (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora