Dulce espera

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Elara

Habíamos vuelto de nuestra pequeña eh intensa luna de miel, Kenai tenia que volver lo antes posible a la manada, aunque Leif se hizo cargo de ella mientras nosotros estábamos en la pequeña cabaña del lago, al llegar me dieron la noticia de que mi hermano Nathan y Erahia se habían comprometido, estaba feliz nada me hacia mas ilusión que verlos felices, otra persona que me causaba una sonrisa era Anahí con el pequeño bulto q apenas se asomaba en su vientre, Kenai me había explicado que el embarazo de los hombres lobos era mas corto que el nuestro el de los humanos así que con tan solo un mes algo se notaba.

Las semanas pasaron rápido y la boda llego, fue un enlace precioso y mas intimo, Nathan se llevo a Erahia de viaje y al volver pasarían por chicago a ver a mis padres, Nathan ya se había instalado totalmente en Foresville y había abierto una pequeña empresa online y mas adelante la haría física. Era un nuevo capítulo para todos nosotros. Foresville estaba lleno de cambios y nuevas posibilidades; la manada se sentía más unida que nunca. Las reuniones en casa se volvieron más frecuentes, y cada vez que Anahí se unía a nosotros, la conversación giraba en torno a su embarazo y las aventuras que nos esperaban. La emoción de la llegada de un nuevo miembro a la manada se palpaba en el aire.

A medida que pasaban los días, la relación de Nathan y Erahia florecía. Eran perfectos el uno para el otro, y su conexión era algo que todos admirábamos, al igual que ver a Anahí siendo mimada por todos y sobre todo por Leif,  Kenai y yo nos miramos, se acerco a mi por detrás rodeándome con sus brazos pego sus labios a mi oreja y susurro algo que me dejo pensativa.

- ¿Quieres un cachorro? - abrí mis ojos lo mas que pude y me gire aun abrazada

- ¿Quieres? 

- ¿Qué si quiero preciosa?, contigo quiero todo - dejo un beso en mis labios - un cachorro nuestro correteando por aquí seria perfecto 

Me quedé en silencio por un momento, asimilando sus palabras. La idea de tener un cachorro, un pequeño que llevara parte de nosotros, era emocionante y aterradora a la vez. Pero al ver la luz en los ojos de Kenai, supe que era algo que él deseaba profundamente.

- Tal vez... Tal vez sí. - respondí, sintiéndome más emocionada por la idea.

- Entonces, empecemos a planearlo - Kenai sonrió ampliamente, su energía era contagiosa.

Los días y las semanas pasaron, Nathan y Erahia se habían ido a casa de Anahí hasta terminar su casa que estaba justo al lado de la nuestra y la de Leif y Anahí,  una tarde calurosa y soleada, perfecta para una barbacoa. Todos estábamos reunidos en el jardín, disfrutando del aroma de la carne a la parrilla y las risas que resonaban en el aire. Kenai y Erahia hablaban animadamente, Nathan estaba bromeando con Leif, mientras Anahí se encargaba de servir las bebidas, y yo me sentía feliz de ver a todos juntos, disfrutando de un momento que se prometía memorable.

Mientras me movía entre las mesas, empecé a sentir un leve mareo que no le di mucha importancia. Seguí conversando, riendo y disfrutando de la energía del grupo, pero la sensación no se desvanecía. En un momento, mientras intentaba alcanzar un plato todo comenzó a girar. El sonido de las risas se convirtió en un eco lejano, y pensé que sólo necesitaba un poco de aire fresco para sentirme mejor.

Decidí dar un paso hacia un rincón más tranquilo del jardín, Nana salía en ese momento de la cocina y su mirada cambio a una de preocupación cuando me vio tambalearme un poco.

- ¿Estás bien, mi niña? - preguntó, acercándose rápidamente.

- Sí, solo necesito un momento para descansar un poco, - traté de sonar tranquila, aunque la verdad era que la sensación de mareo no se disipaba.

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