Amanecer de la Nueva Luna

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Elara

Desperté lentamente, sintiendo la calidez de las sábanas y la suave brisa que entraba por la ventana. La noche anterior había sido un torbellino de emociones; el nombramiento como Luna de la Manada me había dejado exhilarada y asustada al mismo tiempo. Recuerdos borrosos de risas, celebraciones y miradas cómplices la envolvían.

Giro la cabeza para encontrar a Kenai, su rostro estaba relajado, una expresión de paz que contrastaba con la intensidad que habitualmente lo caracterizaba, sonreí al recordar las miradas que habíamos intercambiado durante la ceremonia, cómo su mano había estado entrelazada con la mía.

Me levante de la cama, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Tenía que estar a la altura de las expectativas con mi nuevo rol, ya no podía pensar solo en mí misma; ahora, cada decisión que tomara influiría en la manada. Kenai, noto el movimiento y despertó. Sus ojos se abrieron lentamente y nuestras miradas se encontraron.

Buenos días mi preciosa luna - dijo con voz profunda 

Buenos días mi alfa - dije volviéndome a sentar a su lado

- ¿Cómo amaneciste?

- Bien, aunque un poco nerviosa aun y con mucha responsabilidad

- Tranquila, no tienes que ser perfecta, ellos no esperan eso de ti, lo que importa es tu corazón y tu deseo de guiarlos. Además... - hizo una pausa, su mirada se volvió intensa – no lo harás sola yo estoy a tu lado.

La calidez de sus palabras me envolvió como un abrigo suave en una mañana fresca. Kenai siempre había tenido la habilidad de calmar mis tempestades internas, y en ese instante, me sentía agradecida por su presencia. Su compromiso inquebrantable me infundía valentía para enfrentar la jornada que me aguardaba.

- Hoy tiene que ser un día especial, ¿no crees? - Kenai sonrió y me cogió la mano - vienen tus padres ya que mañana es nuestra boda

Una mezcla de emoción y nervios recorrió mi cuerpo al recordar que la boda estaba a la vuelta de la esquina. Mis padres llegarían en cualquier momento y, aunque estaba feliz por ellos, también sentía un ligero revuelo en mi estómago.

- Llegaran al mediodía y hoy me quedare con ellos en casa

- No se si podre dormir sin ti preciosa

- Estaremos separados por unas pocas horas.

- Lo se pero esas horas serán largo tiempo para mí.

- Pues aprovechemos este ratito juntos - cogí su mano y jale por ella - vamos a desayunar

Kenai sonrió y se levantó de la cama, alisando un poco su cabello desordenado. Se vistió rápidamente, la fuerza de su figura y la confianza que emanaba siempre me dejaban un nudo en el estómago. Mientras él se preparaba, yo aproveché para ponerme un vestido ligero, uno que me hacía sentir tanto cómoda como hermosa, salimos de la habitación y el aroma del café recién hecho nos recibió en la cocina.

- Buenos días Nana

- Buenos días mi niño - se fijo en mi y  su mirada era llena de cariño - Luna

- Buenos días Nana, por favor sigue llamándome mi niña o Elara

- De acuerdo mi niña - respondió con una sonrisa mientras servía el café en la mesa. Su calidez siempre lograba hacerme sentir en casa, como si el mundo exterior no importara en absoluto.

- Mañana por fin se casan - dijo mirándonos a ambos - ¿Nerviosa?

- Un poco

- Es normal sentirse así mi niña - dijo Nana, con ese tono maternal que siempre lograba reconfortarme - Estás a punto de dar un paso muy importante.

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