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El golpe en la nariz le tomó por sorpresa después de haber tocado sus labios.

Los clientes quedaron absortos cuando el hombre alto cayó al suelo, goteando sangre.

El mismo Jisung quedó asombrado sobre la fuerza que él mismo había utilizado. Jamás pensó ser capaz de golpear al hombre que amaba, pero por primera vez, Minho se lo merecía.

— Lo siento. —se arrodilló junto a él para observar detenidamente la secreción carmín.

— ¿Qué te pasa? —respondió Minho.

— Incluso si trato de ayudar me hablas así. —se levantó del suelo y regresó detrás de la barra.

— Ok, perdón por hablarte así, pero no había ningún motivo para recibir el golpe. —frotó el área adolorida y siguió sus pasos hasta una silla.

— Por supuesto que sí, besarme sin mi permiso es acoso. —resopló.

— ¿Denunciarías a tu propio esposo por algo tan insignificante como un beso? —balbuceó, con sarcasmo.

— Te entregué la demanda de divorcio. ¿No te llegó la notificación, Lee?

— Si, es por eso que estoy aquí. Retira la demanda. —le ordenó.

— No puedes exigirlo, estoy en mi derecho de divorciarme de ti. —sus pulmones se llenaron de aire y lo soltó en un lento suspiro.

— Yo te amo, Hannie. —extendió su mano para encontrarse con la suya.

— El amor no es lo único importante en un matrimonio. —retiró su mano.

— Eres irritante, ¿Lo sabías?

— Solo esperaré a desaparecer de tu vida para siempre. Casados o no.

— ¿Es una amenaza? —se burló.

— Una advertencia, mejor dicho.

— Vamos,amor,dame una noche más,te lo prometo,si hacemos el amor una vez más te daré el divorcio.

— Estás demente, Minho.

La habitación estaba envuelta en un silencio denso, casi tangible. La única luz provenía de la luna que se filtraba por las cortinas, creando sombras danzantes en las paredes. Minho y Jisung se miraban, sus ojos reflejando la tristeza y la melancolía que impregnaba el ambiente.

— Esto es lo último, ¿verdad? —preguntó Jisung, su voz era apenas un susurro.

Minhi asintió, con la garganta seca.— Sí, mañana firmamos. No hay vuelta atrás.

Un nudo se formó en el estómago de Jisung. Era como si una parte de él se estuviera desgarrando. Se acercaron lentamente, sus cuerpos casi chocando en un último intento por aferrarse a la familiaridad.

Las manos de Minho se deslizaron por la espalda de Jisung, recorriendo la curva de sus huesos, acariciando la piel suave de su cuello. Jisung sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral, un recuerdo de las noches apasionadas que habían compartido, de las caricias que los habían unido en un solo cuerpo.

— Te amo, Minho —susurró Jisung, lleno de nostalgia.

— Yo también te amo, Jisung —respondió Minho, su voz apenas audible.

Se besaron, un beso lento y lleno de melancolía, un último adiós a un amor que se estaba extinguiendo. Las lágrimas de Jisung rodaron por sus mejillas, calientes y saladas, mientras Minho le acariciaba el rostro con cuidado.

— No quiero que esto termine —susurró Minho, con voz rota por la emoción.

— Yo tampoco —respondió Jisung, con los ojos brillantes llenos de dolor.

Se separaron, sus miradas se encontraron y se perdieron en un mar de recuerdos. Minho se quitó la camisa, revelando su torso desnudo, marcado por el tiempo y la pasión compartida. Jisung hizo lo mismo, y se miraron, estudiándose con una intensidad que los había olvidado desde hacía mucho tiempo.

— Una última vez, una última noche —susurró Minho, sus palabras cargadas de deseo y desesperación.

Jisung asintió, lleno de dolor. Se acercaron de nuevo, sus cuerpos se fundieron en un abrazo caliente y apasionado. Las manos de Minho recorrieron el cuerpo de Jisung, trazando el contorno de sus músculos, sus dedos se deslizaron por las líneas de su abdomen, acariciando la piel suave de su pecho.

Minhi sintió un fuego encenderse en su interior, una llama que había estado adormecida durante mucho tiempo. El deseo se apoderó de él, una fuerza irresistible que lo arrastraba hacia Jisung. Sus labios se encontraron de nuevo, en un beso salvaje y desesperado, como si quisieran absorber toda la pasión que les quedaba en un solo instante.

Se tumbaron en la cama, sus cuerpos entrelazados, sus respiraciones entrecortadas. Jisung se estremeció bajo sus caricias, y su cuerpo respondía con un deseo que no había sentido en un largo tiempo.

El amor se había ido, pero el deseo seguía allí, latente, esperando una última oportunidad para manifestarse. Se amaron con una intensidad que nunca antes habían experimentado, como si quisieran borrar todos los recuerdos de dolor y tristeza en un solo acto de pasión.

El cuerpo de Jisung se arqueó bajo el de Minho, sus gemidos se mezclaron con los de Minho. Se entregaron al placer, buscando un refugio en un momento fugaz de felicidad.

Cuando terminaron, quedaron exhaustos, sus cuerpos acurrucados en un abrazo silencioso. Las lágrimas de Jisung volvieron a fluir, esta vez con un sentimiento de alivio. Había encontrado un poco de paz en ese último acto de amor, un último adiós a un pasado que ya no podía ser.

— Gracias —susurró Jisung,

Minho asintió, su corazón dolió al ver el sufrimiento en los ojos de Jisung. Sabía que era el final, pero también sabía que habían compartido un momento único, una última despedida a un amor que siempre llevarían en sus corazones.

Ambas firmas quedaron plasmadas en el papel. Ahora ya no eran un matrimonio ante la ley, no lo eran ante nadie, sólo podían extrañar el sentimiento y resignarse a una nueva vida que les parecía que era arrebatada.

El amor que alguna vez se tuvieron se extinguió y ardió junto al juez que les dictó la sentencia de separación.

Amor.
Amor.
Amor.
¿Amor?

The End.

Una última noche [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora