Ya pasaron un año y seis meses desde que la Familia Gutiérrez me adoptó. Ahora soy más alto, ya no soy un cachorro. En este momento estamos yendo a algún lugar, creo que de paseo. Emily me tiene en sus brazos. Es raro que no esté riendo, siempre ríe pero ahora está mucho más seria, como si fuera al dentista o a visitar al médico. Todos actúan extraño.
Ya llevamos aproximadamente quince minutos en el auto, nos alejamos mucho de donde vivimos. El cielo está muy nublado, en cualquier momento comenzará a llover fuerte, de hecho ya empezaron a caer las primeras gotas.
Las calles que recorremos no parecen seguras. Hay muchos vagabundos, edificios abandonados con grafittis y además el asfalto está en muy mal estado, debe ser la peor parte de la ciudad.
Las nubes oscuras le aportan penumbra a este ambiente y simplemente me pregunto que está sucediendo y por qué venimos a este sitio, porque definitivamente no es el camino hacia el dentista o el médico. Tal vez harán una buena obra, ¿pero de noche? Eso sí es extraño.
Tras el transcurso de algunos minutos, estacionamos cerca del edificio más alto del lugar. Al lado hay una gran arboleda que se extiende hasta donde mi vista ya no puede llegar. El padre de Emily se desabrocha el cinturón de seguridad y su madre continua sentada muy tranquila, Emily también está de la misma forma y ninguna de ellas se desabrocha el cinturón ni intenta abrir la puerta para salir. Su padre sigue sentado mirando a todos lados para ver si alguien nos observa.
Luego de dos minutos, decide abrir la puerta y desciende, sin quitar la vista de nuestro alrededor. Sin dudar, le pide rápidamente a Emily que baje su ventanilla y ella sencillamente se estima a obedecer. Entonces, el padre va hacia su puerta y dice:
-Emily, ya es hora. Despídete. -Su expresión es tan grosera como la de un ser moribundo. ¡Sí que asusta! Así que evito mirarlo, fijando mis ojos en Emily.
Ella empieza a sollozar.
-Adiós Toby, te extrañaré. -Sus lágrimas caen mientras su madre gira para verla y noto a través de sus ojos su tristeza, sin embargo, no dice nada. No entiendo bien lo que ocurre.
No comprendo por qué llora pero no importa. ¡Qué tierna, me extrañará! Suspiro profundamente. ¿Por que será? Si yo no me iré a ningún lado. Emily me da un abrazo lleno de cariño por un momento, luego sólo se dedica a extender sus manos con delicadeza, pasándome a los brazos de su padre.
Éste sujeto me amarra violentamente, golpeándome el estomago y comienza a caminar hacia la zona de los árboles, evitando el contacto visual conmigo. Parece que no escucha mi llanto de dolor. Sabía que nunca le agradé, pero esa no es razón para tratarme de tal forma.
Me baja lentamente en el suelo húmedo y sin pensar en su accionar, se aleja. Corro tras él pero repentinamente me patea y giro unos tres metros, chocando una pata con una rama rota que hay en el cemento. Me levanto, escucho un fuerte estruendo y la lluvia torrencial empieza. No le doy importan, sigo corriendo por más de casi haberme estropeado una pata.
Él corre velozmente, y probablemente si no me hubiera golpeado correría más rápido. No me rindo, el padre de Emily ya está entrando al auto sin abrocharse el cinturón, lo cual es raro porque siempre lo hace. Coloco mis patas delanteras sobre las puertas del vehículo para ver el movimiento dentro de éste y miro como el hombre pone reversa bruscamente.
Se van de nuevo, por el mismo camino que vinimos hasta aquí.
Después de unos segundos comprendo lo que han hecho: me han abandonado.