Tres años nueve meses

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Ya ha pasado tiempo desde que conocí a Roberto. Con el paso de los tiempos nos hemos hecho muy buenos amigos, la vida ya no es tan pesada. Estamos en San Lorenzo y Roberto toca su guitarra en una de las plazas publicas. para poder alimentarnos.

Sufrimos discriminación entre otras cosas pero no es que me importe tanto, por que gracias a Roberto puedo levantarme cada día, siempre le seré fiel. 

Me encanta su voz y el sonido de su guitarra, me encantaría poder cantar con él, no entiendo como a muchas personas no le puede gustar, es lo mejor en todo el mundo. 

Son las doce de la tarde y tenemos hambre, así que pasaremos a comprar algo en un lugar de por aquí. Roberto se apresura en cruzar la calle, y cuando yo voy a hacer lo mismo miro a mi costado y veo que casi le atropella un auto a otro perro , de no ser por mi ya estaría junto a los perros de Dios.

Miro hacia Roberto, y el se dio cuenta de lo sucedido, trata de volver a cruzar la calle pero el semáforo esta en verde entonces no puede hacerlo.

— Gracias— me dice la casi atropellada, es de mi misma raza y esta un poco golpeada, no a causa de lo que acaba de suceder, si no por otra cosa que no se que es. Al parecer es hembra juzgando por su tono de voz.

— De nada— respondo cordialmente— deberías de tener mas cuidado—continuo.

— Discúlpame, es que es la primera vez que estoy por aquí.

— Entiendo...

Antes de que concluya viene Roberto y me pide que lo siga.

— Adiós— le vuelvo a decir.

— Adiós— dice con voz temblorosa.

Doy media vuelta y continuo mi camino hacia la tienda. Roberto me comenta algo pero no entiendo muy bien porque me quede pensando en aquella pobre perrita. 

Ya vuelvo, quédate aquí — dice Roberto.

Obedezco, miro hacia ambos lados y noto que la perrita nos había seguido muy cautelosamente.

—¡Oye, ven aquí! — grito para que se acerque.

Se esconde detrás de una casa y luego de unos segundos se acerca. 

— ¿Por que nos seguiste?

— Es que... tengo miedo y no conozco a nadie.

Pienso unos segundos hasta que le digo.

— ¿Hacia donde queda tu casa?

— Hacia un lugar llamado Aregua.

—¡Pero que causalidad!, hoy Roberto...

— ¿Quien es Roberto?— me interrumpe.

— Mi dueño, como te estaba diciendo, Roberto y yo vamos por ese camino, dicen que habrá un concurso en una granja y quiere ir a competir.

— ¿De verdad?

— Sí, puedes venir con nosotros.

— ¡Gracias!

— No hay de que.

— Por cierto, ¿Como es tu nombre?

— Leslie, ¿y el tuyo?

—Toby.

Roberto llega con unos cuatro emparedados y me da dos, como siempre, yo como uno y le paso uno a Leslie.

Mañana emprendemos el viaje.

Mi amigo RobertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora