"La pelea"
Estaba tan frustrado, tan jodido. La culpa se apoderaba de mí como una sombra oscura que no me dejaba en paz. Miraba hacia el techo de la habitación, sintiendo que cada segundo que pasaba era un recordatorio de lo que había hecho. Severus... había sido solo una broma inofensiva, o al menos eso pensé en ese momento. Ahora, al recordar su expresión herida, me preguntaba cómo pude haber sido tan insensible. Debería haber escuchado a Remus; él siempre tenía razón.
Una semana había pasado desde el incidente, y no había logrado dormir bien ni una sola noche. Mis pensamientos giraban en torno a Severus, a cómo lo había lastimado, y a la tristeza que se había apoderado de mí. La vida en Hogwarts continuaba como si nada hubiera pasado, pero para mí todo era diferente. Me sentía vacío, como si una parte de mí hubiera desaparecido.
"Oye, cornamenta, llegaremos tarde a clases", dijo Sirius con su habitual despreocupación.
"Vayan, yo no iré", respondí con un tono apagado.
"¿Y por qué no irás?" preguntó Peter, con un aire de preocupación en su voz.
"...no dormí bien anoche", murmuré. En parte era cierto; mis noches estaban plagadas de insomnio y pesadillas. Pero también era verdad que no quería enfrentar a Severus, no quería ver el dolor que había causado. Era como si cada mirada suya fuera un recordatorio punzante de mi error.
"Bien... si eso quieres", dijo Remus con un suspiro resignado. Él ya sabía cómo me sentía; se lo había contado todo la noche del incidente.
Los demás salieron de la habitación y me quedé solo en la cama, rodeado por el silencio y la oscuridad que tanto anhelaba escapar. Cerré los ojos, intentando encontrar algo de paz en mis pensamientos agitados.
Poco a poco, el cansancio se apoderó de mí y caí en un sueño profundo. En mi mente, las imágenes comenzaron a tomar forma. Me encontraba en un jardín iluminado por la luz del atardecer, donde las flores brillaban con colores vibrantes y el aire olía a magia. Era un lugar donde la tristeza no existía y todo parecía posible.
Allí estaba Severus, más hermoso de lo que recordaba; su cabello caía suavemente sobre su frente y sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que nunca había notado antes. Era como si la luz del sol lo envolviera en un halo dorado, transformando todo lo que tocaba. Se acercó a mí con una hermosa sonrisa que iluminó mi corazón herido.
Me tomó de la mano con delicadeza y me miró a los ojos; en ese instante sentí una conexión profunda entre nosotros, como si todo el dolor del mundo se desvaneciera al contacto de nuestras manos. Pero entonces, cuando intenté alejarme por alguna razón inexplicable —quizás por miedo a dañarlo nuevamente— lo empujé sin querer. El suelo tembló bajo nuestros pies y un gran agujero se formó a nuestro alrededor; Severus cayó al abismo mientras yo intentaba gritar su nombre, pero mi voz se ahogó en el aire pesado del jardín.
De repente, desperté abruptamente en mi cama, con el corazón aún acelerado por el sueño vívido. La sensación de su toque aún persistía en mis dedos como si fuera real; era un recuerdo dulce y doloroso al mismo tiempo. Me senté en la cama, tratando de comprender el significado detrás de esa visión onírica. ¿Era una advertencia? ¿Un reflejo de mi culpa?
Con un suspiro profundo y decidido, finalmente me levanté de la cama e hice un esfuerzo por prepararme para enfrentar el día —y tal vez solucionarlas cosas con Severus— porque sabía que no podía huir para siempre del dolor que yo mismo había causado.
Salí de la sala común con la determinación de encontrar a Severus en la biblioteca. Sabía que siempre estaba allí, sumido en sus libros, y esa era mi oportunidad para disculparme. Había sido un verdadero idiota en nuestra última interacción, y el peso de mis acciones me seguía como una sombra. Tenía que arreglar las cosas, no solo por él, sino también por mí.
Caminé con paso decidido hacia la puerta de la biblioteca, pero antes de que pudiera abrirla, sentí una mano fría y firme que me agarraba del hombro y me tiraba hacia atrás. El mundo se volvió borroso por un instante, y antes de darme cuenta de lo que estaba sucediendo, caí al suelo. Un dolor agudo me recorrió la cara cuando un golpe inesperado hizo que la sangre comenzara a brotar de mi nariz.
Cuando levanté la vista, vi a Regulus. Su mandíbula estaba apretada con tal fuerza que parecía que podría romper algo. Su rostro estaba rojo y lleno de rabia, como si todo el odio del mundo se hubiera concentrado en ese instante. Intenté ponerme en pie, pero antes de que pudiera reaccionar, él se lanzó sobre mí como un torbellino.
Los gritos de aliento de los estudiantes resonaban a mi alrededor mientras formaban un círculo a nuestro alrededor. "¡Eres un idiota! ¿Cómo pudiste hacerle eso a Severus?" me gritó Regulus entre golpes. Cada palabra era como una puñalada; sabía que tenía razón en parte. Me defendí instintivamente y le devolví el golpe con fuerza. La adrenalina corría por mis venas y el dolor de mi nariz ensangrentada se convirtió en un eco distante.
La pelea se intensificó rápidamente; los puños volaban y los insultos se entremezclaban con los gritos emocionados de nuestros compañeros. Era un caos absoluto, pero en medio del tumulto, no podía dejar de pensar en Severus. La última cosa que quería era causarle más dolor.
De repente, escuché una voz familiar resonando por encima del ruido: "¡Potter! ¡Black! ¡Basta!" Era McGonagall, y su tono era tan autoritario que detuvo nuestro combate al instante. Sentí cómo las manos invisibles del miedo y el respeto me obligaban a soltar a Regulus justo cuando ella nos separaba.
Mientras los estudiantes se dispersaban lentamente, mi mirada se centró en Severus, quien estaba entre ellos observando la escena con una mezcla de enojo y decepción. Su expresión hizo que mi corazón se hundiera; era como si cada golpe que había intercambiado con Regulus hubiera sido dirigido directamente a él.
"Potter y Black, preséntense en la oficina del director Dumbledore de inmediato," ordenó McGonagall, su mirada fija e implacable sobre nosotros. La gravedad de sus palabras cayó sobre mí como un balde de agua fría.
"Vaya mierda," pensé mientras miraba a Severus una vez más. "Ahí va mi única oportunidad de disculparme." El deseo ardiente de explicarle lo que había pasado se desvaneció ante el temor del castigo inminente.
Mientras seguía a Regulus hacia la oficina del director, sentí cómo el peso de la culpa me aplastaba cada vez más. Había arruinado no solo mi oportunidad para disculparme sino también cualquier posibilidad de reconciliación entre nosotros. Sabía que tendría que enfrentar las consecuencias de mis actos, pero lo peor era saber que había dejado escapar una oportunidad para corregir mis errores con Severus.

ESTÁS LEYENDO
¿Esto es Amor?
Fiksi PenggemarEsta es la historia de cómo James Potter, tras hacerle una broma de muy mal gusto a Severus Snape, se encuentra con una realidad que nunca imaginó. En un giro inesperado del destino, James comienza a descubrir aspectos ocultos de Severus que lo llev...