Desconfianza latente.

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(Antes de la tragedia...)

El aire estaba tenso en la oficina del líder de la manada del Sur. Las ventanas estaban abiertas, pero no había brisa que aliviara la pesadez de la conversación que estaba a punto de suceder. Hangeng, el líder, estaba sentado tras su escritorio de roble, revisando papeles relacionados con las decisiones más recientes de la manada. Su mirada era severa, concentrada. Nada le había preparado para la tormenta interna que su familia enfrentaba en ese momento.

RenJun entró en la habitación sin hacer ruido, con pasos calculados y una expresión fría en el rostro. Había pasado semanas planeando este momento, calculando cada palabra, cada gesto. Sabía que si quería asegurar su futuro junto a JiSung y fortalecer su posición dentro de la manada, tendría que convencer a su padre de que Chenle era más que una simple molestia: era una amenaza.

Hangeng levantó la vista cuando RenJun se acercó, y aunque su mirada parecía cansada, había un respeto silencioso hacia su hijo mayor, el que había demostrado ser el más apto para continuar con su legado.

— RenJun. —dijo Hangeng con voz grave.—¿Qué te trae aquí a esta hora? Estoy en medio de decisiones importantes.

RenJun se detuvo frente al escritorio de su padre, inclinando ligeramente la cabeza a modo de respeto. Sabía que debía abordar el tema con delicadeza.

— Padre.—comenzó RenJun, su tono cuidadoso.— Es precisamente por las decisiones importantes que estoy aquí. Necesito hablar contigo sobre algo que está poniendo en peligro a la manada... y a nosotros.

Hangeng frunció el ceño, levantando una ceja con escepticismo.

—¿Peligro? —repitió— ¿A qué te refieres? Hemos estado en paz con las otras manadas, y las provisiones del Este están aseguradas.

RenJun asintió lentamente, dejando que las palabras de su padre flotaran en el aire antes de responder.

—No hablo de amenazas externas, padre.—dijo con calma.— Me refiero a una amenaza interna... algo que está socavando la estabilidad de la manada desde adentro. Algo que no podemos permitir que continúe.

Hangeng dejó los papeles sobre el escritorio y se recostó en su silla, cruzando los brazos sobre su pecho. Era un hombre que había visto muchas batallas y traiciones en su vida, y las palabras de RenJun lo alertaban. Sabía que su hijo no hablaba sin motivo.

— Habla claro, RenJun.—dijo con tono autoritario.—¿De qué amenaza estás hablando?

RenJun hizo una pausa, dejando que el silencio añadiera peso a lo que estaba a punto de decir. Sabía que lo que estaba haciendo era delicado, pero también era necesario. Miró a su padre directamente a los ojos, y su voz adquirió un matiz más sombrío.

— Me refiero a Chenle.

El nombre de su hermano menor cayó como una bomba en la habitación. Hangeng entrecerró los ojos, claramente sorprendido por la dirección de la conversación. Se enderezó en su silla, pero no dijo nada, esperando a que RenJun explicara.

—Chenle ha sido una fuente constante de problemas para esta familia.—continuó RenJun, manteniendo la calma exterior, aunque su corazón latía con fuerza.— Siempre ha sido un rebelde, nunca ha aceptado su lugar en la manada. Pero ahora... ha ido demasiado lejos. Ha estado interfiriendo en mis asuntos con JiSung, poniendo en peligro no solo nuestra relación, sino también la alianza con la manada del Este.

Hangeng mantuvo su mirada fija en RenJun, su expresión endurecida.

—¿Qué quieres decir con interfiriendo? —preguntó Hangeng, su tono cargado de sospecha.

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