La incertidumbre y un nuevo hogar.

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En el otro lado del río, donde la tensión no había desaparecido y el peligro continuaba acechando en cada sombra, RenJun caminaba por los amplios terrenos de la manada del Este con una expresión impenetrable. Habían pasado semanas desde que Chenle y JiSung habían escapado, y aunque la calma se había asentado en la frontera, su mente no conocía la paz.

La obsesión por encontrar a su hermanastro y a su prometido se había convertido en una fiebre silenciosa que lo consumía.

Cada día, RenJun enfrentaba las miradas inquisitivas de los suyos, sabía que muchos en la manada comenzaban a preguntarse si había perdido su control, si su autoridad como omega respetado dentro de las manadas del Sur y del Este estaba tambaleándose. Aunque su estatus le había permitido manipular y dirigir a otros, había límites a lo que incluso alguien como él podía hacer sin levantar sospechas.

La manada del Este, donde ahora residía oficialmente como parte del acuerdo de compromiso con JiSung, estaba comenzando a mostrar signos de incomodidad. El padre de JiSung, un hombre de mirada dura y poco dado a las emociones, no había estado complacido con la desaparición de su hijo. Aunque aún mantenía su palabra de unión entre las dos manadas, su paciencia se estaba agotando.

RenJun, sin embargo, no era alguien que cediera fácilmente ante la presión. Había manejado a las personas toda su vida, usando su astucia y su capacidad para manipular las emociones de otros. Pero con cada día que pasaba sin noticias de Chenle o JiSung, la frustración crecía como una tormenta contenida dentro de él.

— RenJun, tenemos que hablar.—la voz del alfa del Este, el padre de JiSung, resonó detrás de él mientras RenJun caminaba por los terrenos de la mansión principal de la manada.

RenJun se giró lentamente, manteniendo la compostura mientras enfrentaba la figura alta y severa del alfa. Su relación siempre había sido tensa, ya que ambos sabían que el compromiso con JiSung era más un arreglo de poder que una verdadera unión basada en sentimientos. Aun así, RenJun sabía que debía mantener las apariencias si quería que su plan siguiera adelante.

— ¿Qué necesita? —respondió RenJun, su tono cortés, pero con un toque de frialdad.

El alfa del Este lo miró fijamente, sus ojos oscuros llenos de reproche.

— Ha pasado demasiado tiempo. Tu hermano y mi hijo siguen desaparecidos, y mis cazadores no han encontrado rastro de ellos. Esto está afectando la estabilidad de nuestras manadas. No podemos seguir permitiendo que esta situación se alargue.

RenJun apretó los labios, luchando por mantener la calma.

— Estoy haciendo todo lo posible para encontrarlos. No se han movido desde que cruzaron la frontera al Oeste, pero no podemos actuar precipitadamente. La manada de allá es neutral, y si los presionamos demasiado, podríamos desencadenar una guerra que ninguno de nosotros quiere.

El alfa gruñó bajo, claramente irritado por la falta de resultados.

— No estoy interesado en tus excusas, RenJun. Si no traes de vuelta a JiSung pronto, reconsideraré el acuerdo entre nuestras manadas. Mi paciencia tiene un límite.

Las palabras eran un claro ultimátum, y RenJun lo sabía. Si el alfa del Este decidía romper el acuerdo, todo el poder que había acumulado a lo largo de los años se desmoronaría. Pero RenJun no se dejaría vencer tan fácilmente.

— No se preocupe, JiSung regresará. Y cuando lo haga, todo estará como antes.—dijo RenJun, su voz suave pero cargada de determinación.— Ya tengo un plan.

El alfa lo miró con dureza durante un momento antes de asentir ligeramente.

— Más te vale, tu manada también está comenzando a inquietarse. No son pacientes, y no van a esperar mucho más sin respuestas.

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