Novio Ajeno

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Myla suspiró con alivio al terminar su larga jornada de clases. Con pasos cansados, se dirigió al comedor de la preparatoria, colocándose los audífonos para aislarse del bullicio. La música la envolvió, brindándole un momento de paz. Sus hombros se relajaron mientras caminaba, dejando que las melodías familiares aliviaran el estrés acumulado durante el día.

De repente, el timbre de una llamada interrumpió su burbuja musical. Mientras escogía su comida, Myla contestó:

—Hola Marina, ¿Cómo estás?

—Myla, me dijeron que iré al extranjero para un tratamiento de recuperación rápida. Averigua sobre un chico llamado Noah, con quien he estado hablando estos días —respondió Marina.

—Está bien, amiga. ¿Cuándo sales?

—Esta tarde. Sé que no nos veremos, pero te llamaré cuando llegue.

—Cuídate mucho, Marina. Te quiero.

Myla colgó, pensativa. Le preocupaba que Marina pareciera más interesada en Noah que en su propia recuperación tras el accidente.

De repente, Myla sintió un fuerte empujón por la espalda. Trastabilló y cayó de rodillas, mientras un estruendo metálico resonaba en sus oídos. Un plato lleno de comida se había estrellado sobre ella, manchando su impecable uniforme.

El corazón de Myla se encogió. Sabía que ese uniforme costaba el equivalente a tres sueldos de sus padres. Luchó contra las lágrimas, mordiéndose el labio inferior con fuerza. Sus manos temblaban mientras intentaba limpiarse, la vergüenza y la frustración formando un nudo en su garganta.

Risas burlonas estallaron detrás de ella. Myla se giró lentamente, encontrándose con un grupo de chicas que la miraban con desdén. Una de ellas, aparentemente la líder, se acercó con un gesto de falsa amabilidad.

—Soy Kyari Guccio Torina —anunció con voz melosa—. Déjame ayudarte.

Confundida y aturdida, Myla aceptó la mano ofrecida. Pero justo cuando estaba por ponerse de pie, Kyari la soltó, dejándola caer nuevamente. En el último segundo, la agarró con fuerza, clavando sus uñas en la piel de Myla.

Kyari tiró de ella, acercándola tanto que Myla pudo oler su perfume caro. Los ojos de la chica brillaban con malicia cuando susurró amenazante:

—¿Creíste que no me enteraría de tu cercanía con mi novio? Aléjate de él si sabes lo que te conviene. Mantente al margen de todo esto, ¿entiendes?

Con un movimiento brusco, Kyari se apartó, arrojando su bebida sobre la cabeza de Myla antes de marcharse.

Myla quedó paralizada, su mente un torbellino de confusión. A lo lejos, vio a Esteban con sus amigos, empujándose y saltándose la fila. Comprendió entonces que él era la razón de su tormento.

Esteban se acercó, la tomó de la mano y la ayudó a levantarse.

—Sígueme —dijo.

Myla dudó, pero algo en la mirada de Esteban la impulsó a seguirlo. Salieron hacia el estacionamiento y subieron a su carro.

Llegaron a una casa modesta. En la habitación de Esteban, él le ofreció que se duchara y sacó una caja de regalo.

—¿Aquí en tu habitación? ¿Qué es esa caja? —preguntó Myla, confundida.

Esteban respondió con voz quebrada:

—Era un regalo para mi hermana, pero... ella no llegó. Hace dos semanas...

Su voz se quebró al mencionar a su hermana.

—Sé que es el primer día que me conoces, pero no es lo que piensas. No me rechaces, solo quiero demostrarte que no soy como crees.

—Está bien, ya solo retírate —dijo Myla.

—Vaya Myla, qué rápida. Ok, me iré de mi habitación —bromeó Esteban.

—¡Ya! Que me enojo.

—Sí Myla, cinturón negro.

—Mira, si no te vas, con estas manos haré que recuerdes que sí soy de...

—Sí, sí, jajaja. Cierro la puerta —dijo Esteban al retirarse.

Myla se dirigió a la ducha, asegurándose de que no hubiera cámaras.

__________________________________Seis años atrás__________


En su secundaria, Myla sufría acoso constante. Una vez, mientras se cambiaba en los baños, la grabaron. El acoso de chicas y chicos pervertidos que la tocaban era insoportable. Hubo un juicio, pero los responsables borraron los videos. Myla, con su propia voluntad, cambió su vida. No quería seguir siendo sumisa y recibiendo tanto acoso. Después de tres años de tanto acoso, se cambió de colegio y conoció a Marina. 

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Una vez bajo la ducha, el agua tibia cayó sobre su piel, llevándose consigo la tensión acumulada. Cerró los ojos, permitiéndose unos momentos de tranquilidad.

Saliendo del baño envuelta en una toalla, Myla se acercó a la caja, vistiéndose lentamente mientras disfrutaba de la sensación de las prendas limpias sobre su piel recién lavada. La suavidad de la tela contra su cuerpo le proporcionaba una sensación de confort y renovación. Estaba a punto de ponerse las zapatillas cuando...

De repente, la puerta se abrió de golpe, sobresaltándola.

—¡Hermanito! ¡Adivina quién vino! —exclamó una voz femenina, llena de entusiasmo y alegría.

La figura entró rápidamente, con la intención de sorprender.

—¡Buuu! —gritó, esperando encontrar a su hermano.

Myla, sobresaltada y confundida, sostuvo una de las zapatillas con fuerza, preparada para cualquier eventualidad. Sus ojos, abiertos de par en par, escudriñaban a la intrusa mientras se tambaleaba ligeramente. Su corazón latía aceleradamente mientras intentaba procesar la repentina intrusión.

—Hola, soy Myla —dijo con voz temblorosa, tratando de mantener la compostura—. Vaya, ¡qué susto me has dado! Por poco me caigo al suelo.

La recién llegada, claramente desconcertada, parpadeó un par de veces. Su rostro reflejaba una mezcla de sorpresa y confusión.

—Oh, lo siento mucho —se disculpó, su voz teñida de vergüenza—. No esperaba encontrar a alguien aquí. Disculpa mi intromisión, pero... ¿puedo preguntar quién eres tú y qué haces en la habitación de mi hermano?

FORTUITOWhere stories live. Discover now