¿Quién es Noah?

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La misteriosa chica se levantó y se retiró, dejando a Myla sumida en sus pensamientos

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La misteriosa chica se levantó y se retiró, dejando a Myla sumida en sus pensamientos. Intentó incorporarse, pero el dolor causado por el peso de los libros se lo impidió, manteniéndola inmóvil y vulnerable en la camilla. De repente, se quedó dormida, escuchando entre sueños gritos que decían:

—¡Vamos, Noah!

Sintiéndose mejor al despertar corrió hacia la ventana y exclamó:

—¡Te encontré!

Era un chico de fútbol corriendo en el campo. Noah era la viva imagen de la perfección atlética: su cuerpo esbelto y tonificado se movía con gracia felina, mientras su cabello dorado brillaba bajo el sol.

Myla salió apresuradamente de la enfermería, sacando su celular con la intención de capturar una foto de Noah. Se dio cuenta de que el partido había terminado, pero a lo lejos vio que Noah aún estaba de pie, posando para fotos. Al parecer, habían ganado.

Mientras enfocaba su cámara, una voz a sus espaldas la sobresaltó:

—Vaya, Myla, con que él te gusta.

Era Esteban. Myla quedó estupefacta.

—Claro que no —respondió ella instintivamente.

—¿Ah sí? ¿Y por qué le tomas fotos a Noah? —cuestionó Esteban.

—¿Noah? ¿Quién es Noah? —fingió Myla.

Esteban tomó su celular y señaló:

—Él es Noah.

—Ah, vaya casualidad. Solo estaba fotografiando el campo. ¿Hay algún problema con eso? —se defendió Myla.

Mientras observaba la ropa de Esteban, Myla se dio cuenta de que era del equipo de Noah. Vio su oportunidad.

—Bueno, me retiro —dijo Esteban.

Myla lo sujetó del brazo.

—Entonces, ¿lo conoces? —preguntó.

—Claro que sí —respondió Esteban, sospechando.

—¿Y tienes su número? —preguntó Myla ansiosamente.

—Sí, lo tengo, pero tú... —Esteban fue interrumpido.

—¿Me lo podrías pasar, por favor? —insistió Myla.

Esteban, sabiendo que Myla no le diría la verdadera razón, accedió.

—Ok, te lo dicto: 518...

—Espera un momento —dijo Myla, repitiendo en voz alta—: "Cinco, uno, ocho, cinco, uno, ocho...". Buscó frenéticamente un papel donde anotar.

Viendo que Myla demoraba y que un grupo de chicas se acercaba para tomarse fotos con él, Esteban le quitó el lapicero a Myla.

—¿Pero qué haces? —protestó ella.

Esteban agarró la mano de Myla y escribió rápidamente el número de Noah. Alejándose, le dijo:

—Solo llámale a las 5 PM.

Myla miró su mano. Todo estaba bien, excepto el último número, que era apenas visible debido a la falta de tinta. Sólo ese pequeño detalle le hizo tener que averiguar. Ahora tenía el número de Noah, pero ¿podría descifrar ese último dígito antes de las 5? 

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