Pasaron dos días. Jiang Cheng se había ido a una propiedad familiar, el famoso muelle de loto. Lan Xichen estaba en duda sobre si pintar algo.¿Se considera un fetiche querer ver llorar a alguien? A Lan Xichen le fascinaba cada expresión de Jiang Cheng. Había visto todo tipo de rostros: su expresión común, la enojada, la avergonzada, la nostálgica, pero le faltaba una llorando. Sabía que ambos lloraron el día de su declaración, pero no pudo ver su expresión porque Jiang Cheng se fue corriendo.
No quería que llorara porque estuviera triste, sino de felicidad o excitación.
¿Era un fetiche? Necesitaba averiguarlo. No era nada malo, ¿verdad? Pensó en la acaramelada pareja Jin Guangyao y Nie Mingjue, quienes saldrían esa tarde. Los tres se reunirían para despejar sus dudas.
Se bañó, se puso ropa casual y le mandó un mensaje a Jiang Cheng para ver cómo se encontraba mientras esperaba que fuera la hora de irse.
Al llegar a la sala de su apartamento compartido con su hermano, lo encontró estudiando y tomando té.
—Hola, Wanji —saludó con una cálida sonrisa.
—Hola, hermano —respondió el saludo de manera neutral.
—Voy a salir un rato. Si pasa algo, avísame —dijo antes de despedirse e irse con sus amigos.
Más tarde, estaban merendando en un café.
—Es ahora o nunca —se dijo a sí mismo Lan Xichen. Miró a los presentes, el híbrido toro y el zorro, antes de hablar. Tomó un largo respiro, se acomodó y dijo:
—Tengo una duda. ¿Se considera fetiche querer ver llorar a la persona que quieres?
El híbrido toro lo miró con los ojos muy abiertos y el ceño fruncido.
—¿¡Qué clase de pregunta es esa!? ¡Es enfermizo! A nadie le gustaría ver llorar a la persona que quiere. Es cruel.
El zorro simplemente asintió.
—No, como creen. Es por placer o felicidad —aclaró rápidamente.
El zorro tomó la palabra.
—¡Aún sigue siendo… ¡AUN MÁS PERTURBADOR! —dijo, moviendo su cola con agitación.
El zorro miró al conejo y de repente se sonrojó.
—¿Dijiste… p-placer? —preguntó el zorro, moviendo su cola locamente.
—Oh —dijo el zorro, mientras el híbrido toro, con un leve sonrojo, agregó—
¡ES AÚN MÁS PERTURBADOR! —dijeron el toro y el zorro en unísono.
El conejo suspiró y siguió comiendo su flan.
En la mesa de al lado, se encontraban un híbrido lobo y un conejo que los seguían secretamente.
—Lan Zhan, nunca pensé que tu hermano fuera un fetichista —dijo Lan Zhan con un tono seductor.
—Y-yo… mmm —se limitó a responder, con las puntas de sus orejas calientes y sonrojadas.
—Le cumpliré su fetiche. Tengo una foto de Jiang Cheng llorando de "placer" por lo picante que estaba la comida.
Más tarde, en su cuarto, Lan Xichen recibió una foto enviada por Wei Wuxian. Al abrirla, estrelló su teléfono contra la pared, impactado.
Se quedó en silencio mientras sacaba de su clóset un bastidor sin usar y volvía a mirar la foto.
La imagen mostraba a Jiang Cheng con un plato de cristal con leves relieves en forma de flores. Lo que estaba comiendo era congee, con un aspecto rojo. La expresión de Jiang Cheng era llorosa, con una lágrima cayendo, sus mejillas extremadamente rojas y aún frunciendo el ceño.
Miró el bastidor sin usar, los óleos y luego la foto de su teléfono levemente estrellado. Hoy tendría una tarde ocupada.