Lan Xichen: Hola, A-Cheng, ¿qué haces esta noche?Xia Mao: ¿Y por qué debería decirte? Pero... no estoy haciendo nada importante, ¿qué pasa?
Lan Xichen: Solo quería saber cómo estabas.
Xia Mao: ¿Y eso por qué te importa? No es como si yo quisiera que te preocupes por mí o algo así... Pero, si insistes, supongo que podrías venir... si quieres.
Lan Xichen: ¿En serio, A-Cheng? ¡Me encantaría!
Xia Mao: No te hagas ilusiones. Solo ven si te da la gana. Buenas noches
Lan Xichen dejó el teléfono a un lado de su cama, con una sonrisa tranquila en el rostro. Se levantó despacio, despojándose de su ropa diaria y envolviéndose en el tejido suave de su ropa de dormir.
Al cerrar los ojos, se encontró en un inmenso lago, cuyas aguas tranquilas reflejaban un cielo sin nubes. Flotaba en la superficie, sintiendo una calma que conocía bien desde que sus sueños habían comenzado a estar habitados por una presencia misteriosa. Desde que vio a Jiang Cheng, sus noches se llenaban de visiones de una criatura de colores claros, una luz difusa que tomaba la forma de una pantera, igual que Jiang Cheng en su forma de pantera total.
Esa noche, al despertar del sueño, vio un destello de luz y abrió los ojos, esperando la aparición de aquella figura familiar. Sin embargo, en lugar de la pantera, apareció una figura que irradiaba una aura que le recordaba a un zorro, evocando a Jin Guangyao. Aunque disfrutaba de estos sueños y porque le recordaban a Jiang Cheng, la figura del zorro le dejó un sabor amargo en la boca.
Un nudo de disgusto se formó en su pecho mientras la figura del zorro se desvanecía. Justo cuando pensaba que el sueño terminaría, una energía brillante lo rodeó, tirando de él en todas direcciones. Cayó de rodillas, sintiendo cómo una fuerza invisible levantaba su barbilla, y escuchó un susurro ominoso.
El humo espiritual se volvió más denso, como si una serpiente lo envolviera y apretara. En medio del caos de voces y gritos, con su habitación real invadida por la confusión de su subconsciente, vio de nuevo al zorro. Era Jin Guangyao. Con las pocas fuerzas que le quedaban, intentó hablar.
-J-Jin... G-Guangyao... -gimió, sofocado por la opresión.
-¿Despertaste? -respondió una figura híbrida de pantera negra, moviendo su cola.
-¿A-Cheng? -preguntó sorprendido, notando cómo la pantera movía las orejas.
-¡Idiota! ¡No sabes lo preocupado que me tuviste! Estuviste inconsciente todo un día. Lan Zhan me avisó, así que corrí desde el Muelle del Loto para verte -dijo Jiang Cheng en tono serio, pero con una preocupación oculta.
Lan Xichen, aún desorientado, se dio cuenta de que estaba en su cama, en pijama, con un paño húmedo sobre la frente.
-Gracias por preocuparte, A-Cheng, pero todavía me siento un poco con fiebre. ¿Podrías venir a comprobarlo?
-¡Tsk! Está bien... -respondió Jiang Cheng, acercándose para tocarle la frente con la palma de su mano. Notó que Lan Xichen ya no tenía fiebre, pero justo en ese momento, sintió un tirón en su brazo y cayó sobre el pecho de Lan Xichen.
-¡Oye, idiota! ¿Qué crees que haces? -dijo, intentando liberarse.
-Solo un rato... -respondió tranquilamente, presionando a Jiang Cheng contra él.
-Me hubiera encantado ir al Muelle del Loto. ¿La invitación sigue en pie? -preguntó tranquilamente mientras sentía unos arañazos en su brazo, pero en lugar de dolor, sentía algo extrañamente agradable.
-¡Idiota! Tienes que descansar. No es como si te estuviera rogando que vengas -murmuró, con las orejas rojas, mientras se debatía por liberarse del agarre de Lan Xichen-. Solo vine porque Lan Zhan me lo pidió, no creas que me preocupo por ti ni nada.
Lan Xichen lo observó, con una sonrisa serena en los labios, sin soltarlo. -Gracias, A-Cheng. Sabía que siempre cuidas de mí, aunque no lo quieras admitir.
-¡Deja de decir tonterías! -replicó con brusquedad, su rostro enrojeciendo aún más mientras intentaba deshacerse del abrazo, aunque sus movimientos eran cada vez menos convincentes.
Lan Xichen lo atrajo un poco más, acomodándolo contra su pecho con gentileza. -Solo un rato más -susurró, cerrando los ojos con una expresión de paz-. Prometo que después descansaré, pero por ahora, déjame disfrutar de tu compañía.
-¡Hmph! Haz lo que quieras -gruñó, aunque ya no luchaba por soltarse. En el fondo, le agradaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. -Solo por esta vez, Lan Xichen. Pero si me vuelves a hacer preocuparme así... ¡te lo haré pagar!
Lan Xichen sonrió, acariciando suavemente la espalda de Jiang Cheng. -Lo tendré en cuenta, A-Cheng.
Y así, en ese momento compartido entre los dos, Jiang Cheng se quedó en silencio, dejando que la cálida presencia de Lan Xichen lo envolviera, mientras ambos disfrutaban de la paz de la noche juntos.
-- Por cierto, ¿qué estabas soñando? Te veías un poco raro...
Lan Xichen recordó su sueño, pero no quiso preocupar a A-Cheng, así que respondió con tranquilidad.
-Con nadie en específico...
Un arañazo más fuerte le sacó sangre.
-Cuidado, A-Cheng.
-¿Por qué me mientes? Estabas soñando con él, te escuché decir su nombre... -dijo Jiang Cheng, con los ojos entrecerrados.
Lan Xichen sintió un frío recorrer su espalda. No quería preocupar a A-Cheng, pero ahora...
-Te aclaré desde el principio que no quería ser su reemplazo. -Jiang Cheng se liberó bruscamente y se levantó. Su voz, usualmente controlada, tenía un filo de dolor.- Incluso estaba mejorando para ser tu pareja... Para mí, lo que dijiste significaba mucho, pero ahora veo que no.
Las lágrimas amenazaban con caer, pero apretó los puños para contenerlas.
-Déjame explicarte, A-Cheng...
Antes de que pudiera continuar, escuchó el sonido de una puerta cerrándose de golpe, con Jiang Cheng saliendo de la habitación.
Posdata vieron como xichen tenía agendado a Jiang Cheng