XII.- La furia de los lobos

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Stiles suspiró mientras se levantaba de su cama, al fin estaba en casa o bueno en la mansión que ya era también su hogar con toda la manada. Le dolía bastante el cuerpo, pero ya podía moverse sin maldecir, iba a matar a esa perra. Estaba un poco cansado así que se daría una ducha después de desayunar algo, la ventaja era que no regresaría al instituto hasta la próxima semana así que podía desayunar no tan temprano.

— ¿Cómo te sientes? — le preguntó Derek cuando bajó las escaleras con cuidado mientras se sostenía su costado.

— Mejor, ya no me duele tanto caminar.

El lobo frunció el ceño mientras lo tomaba con cuidado del brazo y tomaba un poco de su dolor. No podía entender la fuerza que tenía que el castaño para tolerar el dolor que estaba pasando, él como lobo no entendía. Mieczyslaw era alguien extremadamente fuerte.

— Vamos, Peter y los demás prepararon el desayuno. Te estábamos esperando.

— No tenían que hacerlo, la verdad estoy disfrutando esto de no levantarme tan temprano. — rio levemente — Gracias por tu truco. — dijo Stiles refiriéndose a lo que hizo.

— No pasa nada, me alegra poder ayudarte por lo menos con esto.

Stiles sonrió y soltó un suspiro al sentarse en la mesa con los demás. Todos los lobos lo miraban con preocupación, odiaban que el castaño oliera a dolor y medicamentos, desde que lo habían conocido su olor siempre los había relajado pero ahora solo estaban molestos por el valor que habían tenido los Argent al tomar a los Betas de su manada y torturar al humano.

— Te ves mejor, Stiles. Eso es bueno. — le dijo Drake con cariño.

— Gracias, me siento mejor y la verdad me han ayudado mucho. ¿Cómo ha estado la situación del kanima? ¿Ha habido movimientos de los Argent? Tenemos que estar alerta ahora que ellos decidieron dar el primer paso, el territorio y la manada están en contrastante peligro con ellos aquí.

Laura sonrió con orgullo. Stiles acaba de sobrevivir a un infierno, pero ya estaba pensando en como cuidar de la manada, en como protegerla. El castaño tenía la lealtad y el corazón de un lobo, si su hermano no estuviera detrás de sus huesitos lo convertiría en su Beta.

— Vamos a atacar a los Argent. — dijo Laura de manera seria mientras Derek asentía.

Peter y Jeremy estaban callados, ellos no querían ni meterse, estaban de acuerdo con eso. Si fuera por ellos ya estarían arrancando la cabeza de los cazadores Argent.

— ¿Cómo? No podemos tocar a su puerta y asesinar a todos. — suspiró — Por más que odie decirlo y admitirlo Gerard y Katherine Argent pueden ser unos cobardes de mierda, pero son inteligentes y astutos. Saben como hacer las cosas y como hacerlas bien. No podemos solo correr y atacar, no importa si somos más que ellos o tienen garras eso puede acabar con nosotros. — dijo Stiles de manera seria mientras sacaba su celular con una mueca de dolor al tener que moverse.

— Stiles tiene razón, he visto la crueldad de Gerard desde hace tiempo y trate de advertirle de eso a un viejo amigo y él terminó muy mal.

— Me imagino que hablas de Deucalion o mejor conocido como el Alfa Demonio.

Todos miraron al castaño con sorpresa. ¿Cómo Stiles sabía quien era? ¿Cómo ese niño parecí saber tanto del mundo sobrenatural cuando apenas llevaba unos meses en el?

Stiles suspiró y les enseñó una conversación con Enis, uno de los Alfas que eran parte de la manada de Deucalion. Derek miró el nombre molesto, ellos eran peligrosos, podían hacerle daño al castaño.

— Estuve investigando a varios sobrenaturales que pasaron por la garras de ese psicópatas y todos me han dicho lo mismo: tenemos que unirnos a otras manadas u otros que quieran venganza con el hombre. No podemos enfrentarnos a ese loco solos.

— ¿Cómo...? — preguntó Laura sin creer que el castaño tuviera tanta información.

— Estuve investigando un poco y resulta que en la red de hackers hay una bastante protegida donde los sobrenaturales o humanos que son parte de esta hablan de cosas bastante importantes. Tengo ciertos contactos que de alguna manera me pudieron meter así que me he contactado con muchos y me enterado de muchas cosas. Hay cosas que me encantaría contarles, pero hay otras que son muy privadas y no me corresponden decirlas. — suspiró — En fin, ahí me contacte con varios Alfas que están dispuestos s formar una alianza, les dije que primero tenía que hablar con ustedes. Esta decisión no me corresponde a mi.

— Me imagino que Deucalion es uno de los Alfas que te contacto. — dijo Thalia que su viejo amigo estaba trastornado, pero también sabía que su antiguo yo estaba ahí.

— Sip. La Alfa Satomi también está dispuesta a la alianza, pero creo que le hace falta un empujoncito. Me sorprende, la mayoría dice que ella se mantiene en secreto y controla muy bien a sus Betas, su manada se ha mantenido casi en el anonimato. Aunque debo de admitir que me gusta mucho su filosofía y la frase que usa para mantener a sus Betas calmados, es un mantra como el de ustedes, pero no sé.

— Eres sorprendente. — dijo Peter maravillado sin siquiera darse cuenta.

Todos ahí pensaban lo mismo, frente a ellos estaba un adolescente que pronto se convertiría en un joven adulto, pero por alguna razón sentían que frente a ellos estaban un Alfa con años de experiencia y una habilidad que no se puede comparar.

— ¿Gracias? — carraspeo — En fin, me encantaría que pudieran entrar a esta red, pero no cualquiera puede hacerlo así que si encuentro más información se las diré. Ya saben, los secretos en este mundo son mucho más valiosos que los humanos y hay cosas bastante privadas en ese lugar. Apenas y me gane mi lugar ahí, creo que ser torturado por esa perra me dio cierta ventaja.

Los lobos gruñeron ante la mención de lo que había ocurrido, aun estaban furiosos por eso y más al oler el dolor del chico cada vez que se movía. Sus lobos se removían furiosos pidiendo la sangre de aquella que se atrevió a herir a su manada, a su compañero, a su Mieczyslaw.

— Gracias por todo lo que haces, Mitch. De verdad, nos ayudas mucho y nos encanta que formes parte de la manada y seas tan leal cuando no lo merecemos. No pudimos protegerte y aunque nos digas que no fue nuestra culpa se trata de algo de instinto, de manada. Gracias por tu lealtad. — le dijo Jeremy con cariño.

Stiles suspiró y sonrió levemente.

— No tienen que agradecer, este es el mundo al que pertenezco ahora. Yo soy quien debe de estar agradecido con ustedes, no solo le salvaron la vida a mi Syl sino que ahora se que puedo confiar en alguien más para mantener a mi familia a salvo. Papá y Syl son todo para mi y me quedo más tranquilo sabiendo que hay una manada y gente que los ama para protegerlos. — tomó la mano de Jeremy — No es su culpa que esa mujer me haya tomado junto con los otros, ninguno pensó que haría un movimiento, pero tarde o temprano iba a pasar. Ella ya me tenía en la mira y yo la provoque así que no pensemos más en eso y concentrémonos en lo que tenemos que hacer.

Todos asintieron ante las palabras del castaño. Había algo en Mieczyslaw que los hacia escuchar, que los mantenía tranquilos y también confiaban ciegamente en él y en lo que les dijera.

Laura y Derek asintieron, mientras tuvieran al castaño a su lado todo saldría bien. ¿Qué importaban los secretos o el misterio que lo rodeaba? Ellos sabían que la lealtad estaba ahí y jamás la perderían. Con eso bastaba. 

Los Hijos del SheriffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora