vivir en el castillo Versalles

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La clase terminó con toda normalidad. No puede concentrarme en la clase, tenía qué hablar con khan. espere a que todo terminara de salir, Angela me miro desde la puerta y entiendo.

El aula se sintió demasiado grande y silenciosa cuando todos se fueron, dejándome sola con Khan. Sentía su mirada fija en mí, una mezcla de curiosidad y preocupación en sus ojos. Mi mente estaba nublada por el nerviosismo, y mis manos temblaban ligeramente mientras me acercaba a él.

— Dime qué pasa, Ariel, — dijo, su voz calmada, pero había una clara confusión en su expresión.

Tomé un respiro profundo, intentando ordenar mis pensamientos. ¿Cómo podía decirle que estaba embarazada cuando apenas esa mañana le aseguré lo contrario? Sentí una ola de vergüenza y miedo apoderarse de mí.

— Bueno... Quería hablar contigo — logré decir, aunque mi voz sonaba temblorosa.

Él frunció el ceño ligeramente, esperando que continuara. Pero las palabras se atoraban en mi garganta. No sabía cómo empezar, cómo explicar que lo que había dicho antes no era verdad.

— Ariel, puedes decirme lo que sea, — me animó, dando un paso hacia mí.

Tragué saliva, sintiendo que el peso de la situación se hacía más grande a cada segundo.

— Esta mañana… cuando te dije que no estaba embarazada… — empecé, notando cómo su expresión cambiaba, tornándose más seria. — no te menti...  no lo sabia... me Ise un tes de embarazo fueron cinco  prueba . Lo siento, Khan, pero estoy embarazada. No sabía cómo decírtelo, y  estoy muy asustada.

Sus ojos se abrieron un poco más, y por un momento, todo quedó en silencio. Pude ver cómo procesaba mis palabras, su mente probablemente intentando comprender.

— Ariel... — su voz era suave, pero había un matiz de preocupación y sorpresa. — ¿Por qué no me lo dijiste antes? Sabes que estoy aquí para ti.

Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos mientras luchaba por mantener la compostura.

— Tenía miedo, — confesé, apenas pudiendo mantener la voz firme. — No quería que las cosas cambiaran, ni perder tu apoyo…

Khan me miró fijamente, su expresión se suavizó, y dio otro paso hacia mí, acercándose lo suficiente para que pudiera sentir su calidez.

— Ariel, lo único que me importa es que estés bien. Estoy aquí, y no voy a irme a ningún lado, pase lo que pase, — dijo, su tono firme, pero lleno de comprensión.

Khan tomó mi rostro entre sus manos y me dio un beso en la frente, un gesto que, aunque simple, logró aliviar un poco el peso que sentía en mi pecho. Aunque la incertidumbre seguía presente, la sensación de no estar sola en esta situación me ofrecía un pequeño consuelo.

__¿Sabes cuántos meses tienes? __ Me preguntó mientras me envolvía en un abrazo.

__No lo sé,__ respondiste, mientras dejaba que me abrazara.

__ Está bien. Vamos ahora a una clínica. Quiero asegurarme de que estén bien, __  dijo, con firmeza en su voz, decidido a cuidar de mi y del bebé. De nuestro bebé.

__No creo que sea necesario. Pero si así te sientes más tranquilo... está bien,__ le dije, tratando de calmarlo, ya que lo veía muy intranquilo.

Me soltó del abrazo y se dirigió a mi lugar. Recogió mis cosas y luego me tomó de la mano. Mientras salíamos, noté cómo todos nos miraban al dejar la universidad. Condujo directo a la clínica, y aunque no apartaba la vista del camino, mantenía una de sus manos entrelazada con la mía.

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