CAPITULO 4

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Desperté hiperventilando, en mitad de la noche parecía, todo estaba oscuro. Todos mis sentidos estaban a flor de piel, sentía el latido de mi corazón por todo mi cuerpo. Estaba en otra habitación completamente distinta a la que había despertado antes, no había ventanas en esta habitación, no había mesas ni armarios, no era una cama sobre lo que estaba. Era una camilla, había una mesilla de artefactos, y la puerta era de metal, con un panel identificador.

Todo... ¿Había sido un sueño? No volvía a estar en el laberinto, ¿verdad? Todo había sido una pesadilla. Seguía siendo un sujeto de experimento para C.R.U.E.L, pero, al menos, no estaba de vuelta al laberinto. Seguía teniendo posibilidades de escapar.

Había una persona en la habitación. Una persona con un bata azul claro, pero estaba durmiendo. ¿Era de noche? No había una sola ventana en la habitación, solo unas luces blancas apuntando directamente hacia mí.

Enderecé mi cuerpo, pude hacerlo sin ningún tipo de esfuerzo. No me dolía ninguna parte del cuerpo, ni siquiera la pierna. Podía ver a la perfección, podía escuchar los leves susurros que se escuchaban al otro lado de la puerta y sentía temblar mis extremidades con el ansia de levantarme de la silla y salir corriendo. Pero no podía hacerlo, ¿esta persona estaba realmente dormida?

Observé la camilla en la que estaba tumbado, había cuerdas. Creo que estaban para atarme, pero no lo estaba. Estaba suelto y podía sentir la adrenalina cruzar todo mi organismo. Bajé lentamente de la camilla y fui hasta la mesita de metal de cerca buscando un instrumento puntiagudo, filoso o algo de su parecido con lo que poder defenderme. Pero no había nada.

No tenía tiempo para pensar, tenía que hacer algo en seguida.

Me coloqué detrás de la persona de la habitación. La alcé en alto haciéndola despertar al instante, con una mano bloqueé sus brazos a su espalda, y con la otra le tapé la boca.

—Vamos a caminar hacia la puerta. Vas a abrirla y no vas a tratar de detenerme, ¿entendido? Si lo haces, lo único que haré es dejarte inconsciente, ¿vale? No quiero que nadie salga herido.

La chica asiente con la cabeza, y al mover la pierna derecha ella la movió conmigo. Perfecto, al acercarnos a la puerta pulsó un botón del panel y se puso en verde. La puerta empezó a moverse.

Había un hombre al otro lado de la puerta.

Mierda.

Un hombre más alto que yo... y más robusto. Vestido con un bata blanca. Quizá podía tener oportunidad de ganar contra él si no estuviera la chica estorbando. Aunque estaba asustada, estaba temblando bajo mis manos. Si no se mete de por medio, puedo tumbar a este hombre y buscar una salida.

—¿Por qué no la sueltas, Newt? No ves que la pobre está aterrorizada.

—Da dos pasos atrás y la soltaré.

Sorprendentemente, hace lo que le pido.

Pero no bajo la guardia.

—¿Eres de esos que les gusta asustar a chicas menores e indefensas? Ella no va a hacer nada contra ti. Ni yo, por mucho que lo desee.

Caminé hacia el frente, con la chica todavía a mis manos.

—¿Qué pretendes hacer? ¿Escapar? Estás en un tercer piso, con ventanas embarrotadas. Deberás bajar al menos dos pisos para poder salir, y cada salida de planta está cubierta por la seguridad. ¿Cómo pretendes salir, Newt?

Joder, ¿qué podía hacer? Estaba completamente atrapado. Seguía teniendo la baza que la chica.

—Repito, nadie va a hacerte nada. Eres un paciente aquí. Tu seguridad es lo que más nos importa como médicos.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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