Después de un largo y emotivo reencuentro, Ari y Rivers tomaron la decisión de no dejar que la distancia dicte su amor. Se comprometieron a encontrarse cada vez que pudieran, alternando visitas entre sus mundos. Ambas sabían que las relaciones requieren esfuerzo y dedicación, y estaban dispuestos a luchar por lo que sentían.
Con el tiempo, Ari empezó a exhibir su arte en la ciudad de Rivers, y ella, a su vez, le pidió que compartiera su música en la costa. Sus sueños se volvieron interdependientes, y juntas comenzaron a crear algo hermoso: un proyecto artístico en el que la música de Rivers se fusionaba con las pinturas de Ari.