T1:C19 El Asalto de las Sombras

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El amanecer se alzaba sobre el vasto reino de Mytheria, bañando los picos montañosos y valles en un resplandor dorado. La luz solar apenas lograba perforar la densa niebla que cubría los campos, revelando solo fragmentos de un paisaje en apariencia tranquilo. Pero debajo de esa calma engañosa, una tormenta se gestaba en los corazones de los héroes reunidos en el campamento.

Zarek estaba de pie, su figura recortada contra el horizonte, observando cómo la luz del día intentaba borrar las sombras de la noche anterior. Su mente estaba absorta en los eventos recientes. El enfrentamiento con Morwen había sido una advertencia clara: la oscuridad aún acechaba, y su próximo movimiento era inevitable.

Sentados alrededor de una mesa improvisada, Lyra, Linnea y Caius intercambiaban miradas preocupadas. El silencio era pesado, solo roto por el crujir de las ramas al fuego. Finalmente, Zarek habló, su voz grave y decidida:

"Debemos mantener los fragmentos a salvo. Morwen no se detendrá hasta que los tenga todos."

Lyra asintió lentamente, su mirada fija en su propio fragmento, que descansaba en su regazo como una gema brillante. Había algo inquietante en la forma en que las luces bailaban en su superficie, casi como si el artefacto estuviera vivo, vigilante.

"Debemos encontrar un lugar donde ocultarlos" dijo Lyra, sus palabras teñidas de una creciente preocupación. "Un lugar que ni siquiera Morwen pueda descubrir."

Linnea, siempre pragmática, intervino. "Quizás los ancianos del pueblo puedan ayudarnos. Tal vez conozcan secretos antiguos, lugares ocultos o incluso hechizos de protección."

Un silencio tenso siguió su propuesta. Zarek miró a su compañera con expresión reflexiva, pero antes de que pudiera responder, Caius, que había estado observando su fragmento con una intensidad inusual, alzó la voz.

"No podemos confiar en nadie, ni siquiera en ellos" dijo con firmeza, cerrando el puño alrededor del fragmento. "Morwen es astuto y puede tener aliados entre las sombras. Si compartimos esta información, podríamos estar firmando nuestra sentencia de muerte."

"Entonces, ¿qué sugieres?" preguntó Zarek, manteniendo la calma a pesar de la creciente tensión.

Caius respiró hondo, sus ojos destellando con una determinación férrea. "Nosotros los llevaremos, los protegeremos personalmente. Si alguien va a sacrificarlo todo por estos fragmentos, seremos nosotros. Y no confiaremos en nadie que no esté dispuesto a hacerlo."

Zarek asintió, reconociendo la validez de sus palabras. Sin embargo, antes de que el grupo pudiera seguir con sus planes, una inquietante sensación comenzó a arrastrarse por el aire. El suelo se oscureció gradualmente, como si la luz misma estuviera siendo devorada.

Los primeros en notarlo fueron Lyra y Linnea, cuyas cabezas se giraron al mismo tiempo hacia una creciente sombra en el suelo. Zarek sintió cómo el frío se apoderaba de sus venas.

"Algo está mal" murmuró Linnea, poniéndose en pie de un salto y preparando su arco.

De pronto, un escalofrío recorrió el campamento. La tierra misma parecía temblar bajo sus pies, y Zarek sintió cómo el aire se volvía más denso, opresivo.

"¡Está aquí!" gritó Zarek, empuñando su espada mientras giraba hacia el origen de las sombras.

Morwen apareció en medio del campamento, emergiendo de las tinieblas como un espectro oscuro. Su figura, imponente y envuelta en una capa de energía maligna, parecía absorber la luz del entorno. Los ojos del Heraldo de la Sombra brillaban con una malicia casi inhumana.

"¿De verdad pensaban que podían huir de mí?" dijo Morwen, su voz resonando como un eco entre las montañas. "He venido por lo que es mío."

"¡No lo conseguirás! " gritó Zarek, poniéndose en posición defensiva frente a sus amigos. "¡Nunca dejaremos que la oscuridad reine sobre Mytheria!"

Mytheria - El Despertar del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora