1. LA NOCHE

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GABRIELA

Fue la mejor noche de mi vida. Por fin nos besamos, y me tuve que pellizcar disimuladamente para comprobar si estaba sucediendo de verdad. Y sí, me estaba besando con Nolan, mi amor de toda la vida. El mejor amigo de mis hermanos mayores.

Hace seis meses de esa fiesta, y lo recuerdo como si fuera ayer. Celebramos el cumpleaños de los mellizos, sí, no era suficiente con un hermano pesado, tengo dos. Erik y Unai. Mis padres organizaron su fiesta de los diecinueve en la playa, como a ellos les gusta. Cenamos pizza y después nos quedamos de fiesta. Ya imagináis, alcohol, bañito en la playa... Mi amiga Atenea como siempre, no se separaba de mi hermano Unai, a veces pensaba que era más amiga suya que mía. Aunque la entendía, siempre me había pasado con Nolan, él siempre había sido especial para mí. El primer chico del que me había enamorado, con el que podía hablar de todo. El que se reía conmigo de absolutamente todo. Cariñoso, y sobre todo, protector. Nunca dejaba que mis hermanos se metieran conmigo, al menos si él estaba presente. Siempre que recorría el pasillo hacia la habitación de Unai y me encontraba leyendo en la cama, entraba y se quedaba conmigo para que le contara todo sobre lo que estaba leyendo. ¿Podía ser más perfecto?... Es el sueño de toda chica lectora, como yo.

-- Por tu sonrisa deduzco que te está gustando mucho ese libro. – Nolan se asomó por mi puerta, una de las mil veces que iba a buscar a mi hermano a su habitación.

-- Me conoces demasiado. – le sonreí. Aún recuerdo cómo se acercó y se sentó a mi lado, esperando a compartiera las siguientes frases con él.

Mi hermano Unai siempre salía resoplando porque Nolan no había llegado, como era habitual, se había parado en mi habitación.

-- Tío, ¿vienes o qué?... – aparecía en mi puerta, enfadado.

-- Sí, voy. – Nolan se levantaba, como si nada. Pero nunca se iba sin sonreírme.

Cuando desaparecía no podía seguir leyendo, era imposible. Estaba enamorada de ese chico, dos años mayor que yo y mejor amigo de mis hermanos. Era un amor imposible, lo sabía. Jamás le gustaría al guapísimo y perfecto de Nolan. Pero ese día, llegué a pensar que sí.

Probablemente eran las dos de la madrugada, y Atenea se fue a buscar a Unai, ambos se tumbaron juntos, en la arena. Pasaba de aguantar a mi hermano borracho, riendo por todo, y me fui hacia la orilla. Erik estaba en el mar, solo, con la tabla. Él siempre tan solitario y tranquilo. Todo lo contrario a Unai.

-- ¿No te bañas? – Nolan apareció por detrás de mí, con su pelo alborotado y los ojos brillantes. Claramente había bebido un poco. Iba en bañador, e intentaba mantener mis ojos clavados a lo suyos.

-- ¿La verdad?, no me apetece nada. – bromeé.

-- ¿Te apetece dar un paseo? – la pregunta no me pareció del todo extraña. Pero siempre me ponía nerviosa si lo tenía cerca.

-- Claro.

Andábamos por la orilla de la playa, mojándonos los pies en la oscuridad de la noche y el reflejo de la luna. Reía mientras me contaba la estupidez que había hecho Unai esta mañana. Con Nolan siempre lo hacía, reír. Le miraba con los mismos ojos de siempre, admiración, y amor. Mucho. Era especial para mí, y jamás había podido fijarme en otro chico que no fuera él. Lo tenía todo. Miraba su sonrisa y dejaba de escucharle.

-- ¿Gabi?

-- Sí, ¿decías?.... – volví a la faz de la tierra.

-- Si te apetece que nos sentemos aquí. – miré a mi alrededor. Estábamos bastante lejos, sin darnos cuenta habíamos andado hasta el final de la playa, y nos encontrábamos en un rinconcito de piedras, un poco oscuro, íntimo. Asentí con la cabeza mientras me sentaba, no podía negarme a él. Nunca. – Estás muy guapa hoy. -- Se sentó a mi lado, creo que puedo describir cada movimiento que hizo hasta que su mano me retiraba un mechón que recorría mi frente. Comencé a ponerme más nerviosa de lo normal. Nunca, repito, nunca, había sentido a Nolan así conmigo.

Ocho formas de enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora