06 | Jódeme.

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Era normal sentirme nerviosa por conocer a alguien nuevo, lo que no era normal era sentirme caliente por ver al dueño de tan excitante voz que me provocaba apretar los muslos. Estaba por fin en el lugar acordado, han pasado aproximadamente diez minutos desde que aparecí en las bonitas cuatro paredes. 

¿Me dejará plantada?

¿Habrá llegado y no me dice?

No me quería preocupar, puesto que cualquiera podría tener un percance. La cosa es que soy Amanda y tiendo a pensar lo peor, provocándome rabia. No quería llamarlo o dejarle mensajes preguntando por él, quería fingir que todo me sabía a mierda y que si llegaba o no me importaría un bledo, pero no, estoy ansiosa y con ganas de llorar por sentirme humillada.

No, me niego a ser víctima de hombre narcisista. 

Al levantarme bruscamente, choqué con un chico que se me hacía algo conocido entrando por la puerta. La última vez no me detuve a verlo mejor: Cabello castaño bien peinado hacia un lado, ropa elegante y un aura que no me agrada. Y con "aura que no me agrada" me refiero a un agazapado. 

— Oh, hola —saludó el chico—. En vez de ser el camión el que me atropellara, fuiste tú —se rió él solo. Realmente hay gente que no tiene gracia para los chistes, este chico es uno.

— Disculpa, no te había visto —apreté mis labios en símbolo de una sonrisa forzada. 

— ¿Ya te ibas?

— Eh, sí.

— Yo... Yo estoy llegando apenas.

— Sí, lo noté.

— Eh... ¿Pu-Puedo invitarte algo? —y cuando vio mi cara de confusión su expresión cambió totalmente a una de tomate— Por lo que pasó hace días, no porque tenga otras intensiones contigo.

Me puse a pensar y no era mala idea. El hijo de la gran puta del payaso no apareció desde hace 15 minutos, este chico de la otra vez me invita como agradecimiento, y yo estoy aburrida. Irme a casa a aguantar arrechera no sería opción, así que este chico lindo y con ganas de gastar en mí no se desperdiciaría.

— Vale, no hay problema —me di la vuelta y regresé a sentarme en donde estaba anteriormente. 

La mesera llegó, nos entregó dos menús y antes de tomar la orden, decidió hablar:

— Veo que ya llegó su cita —soltó una risita y miró al chico—. Ustedes los hombres son quienes deberían llegar antes y nosotras tarde. Esta chica linda tenía rato aquí con la esperanza que usted apareciera.

Suficiente, voy a llorar.

Apreté mi labio inferior con algo de fuerza para contenerme y agaché levemente mi cabeza, fingí leer para pedir algo, pero la voz del chico me interrumpió.

— No, no es así —su voz ahora más seria—. No soy quien ella esperaba. Solo soy alguien que quiere enmendar un error.

Levanté la mirada, sorprendida por el cambio en su tono. Sus ojos, antes llenos de una confianza irritante, ahora mostraban una sinceridad que no había notado antes.

— ¿Qué quieres decir? —pregunté, mi curiosidad superando mi incomodidad.

— La última vez que nos vimos, fui un idiota. No me di cuenta de lo que estaba pasando a mi alrededor. Solo quiero compensarte por eso, aunque sea alimentándote.

La mesera, que había estado observando la escena con interés, decidió intervenir.

— Bueno, ¿qué van a pedir? —preguntó, su tono profesional pero con un toque de diversión por tan extraña escena.

El Payaso Bobby | '+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora