08 | Flores.

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— ¿Que hiciste, qué?

— Sí, lo que escuchaste —contesté orgullosa de mí misma antes de continuar escribiendo en mi libreta.

— Estás demente, ¿no es así? —gruñó— ¿Cómo es que lo está ignorando desde hace tres días? Estás loca, totalmente loca. Por eso es que te pasan las cosas, idiota.

— A los hombres hay que bajarlos de la nube así nosotras nos estamos muriendo de ganas. Créeme, él vendrá a mí.

— ¿Cuántos mensajes te ha dejado?

— Como 15 más o menos. Desde anoche no me ha escrito más, espero y no se rinda, menos cuando nos besamos.

— ¡¿Que ustedes, qué?! —rugió atónita. Gracias a Dios la profesora no nos escuchaba desde aquí atrás.

— ¡Sí, nos besamos! —dije con una sonrisa traviesa, mientras Linda me miraba con los ojos desorbitados.

— Amanda, ¡tú y tu drama constante! —exclamó, aunque no podía ocultar un atisbo de diversión en su voz—. ¿Y ahora qué? ¿Vas a seguir ignorándolo?

— Por supuesto —contesté, encogiéndome de hombros—. Es parte del plan, Linda. Déjalo que se desespere un poco más. No quiero que piense que estoy disponible cada vez que le da la gana.

Linda suspiró y apoyó la cabeza en su mano, visiblemente exasperada.

— Solo espero que no te salga el tiro por la culata. Aunque, sabiendo cómo eres, probablemente seas tú quien afloje.

Sonreí mientras escribía unas notas más en mi libreta, evitando sus ojos.

— Esta vez no —respondí con un tono seguro.

En ese momento, la profesora lanzó una mirada en nuestra dirección, y ambas nos enderezamos rápidamente, aparentando atención. Minutos después salimos de nuestra otra clase compartida y mientras caminábamos hacia nuestros casilleros, Linda no dejó de refunfuñar.

— Amanda, no me parece lo que estás haciendo —tocó el tema de nuevo, en un tono serio—. Nunca sabes cómo puede reaccionar un hombre ante el rechazo. Puede ser peligroso, ¿sabes?

Rodé los ojos, aunque sabía que ella tenía un punto. Linda siempre había sido la más sensata de las dos, o en términos más coloquiales: la más perra.

— Linda, por favor. Sé lo que hago —respondí con una confianza que quizá no sentía del todo—. Además, ¿qué puede salir mal con ignorarlo un poco?

Llegamos a nuestros casilleros, y mientras abría el mío, me detuve en seco. Un ramo de flores rojas y negras cayeron del casillero, aterrizando justo a mis pies.

Linda dejó escapar una carcajada.

— Parece que tu plan está funcionando, ¿eh? —habló, con una mezcla de sarcasmo y diversión.

Recogí las flores, notando una pequeña nota adjunta. La abrí, curiosa.

"Señorita Amanda, no puedo dejar de pensar en nuestro beso. Hablamos pronto. —PB"

Sentí una mezcla de triunfo y nerviosismo. Linda, por supuesto, no iba a dejarme disfrutar este momento sin su dosis de realidad.

— ¿Ves? Te dije que los hombres pueden ser impredecibles. Solo ten cuidado, ¿vale? —aconsejó, su tono más suave ahora.

Sonreí, asintiendo. Aunque adoraba el drama y la emoción de mis estrategias sexuales, sabía que debía ser más cautelosa. 

— Prometido —respondí, guardando poco a poco las flores en mi casillero, cuidadosamente—. Siempre tengo un as bajo la manga, ¿recuerdas?

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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El Payaso Bobby | '+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora