Dos días después, mientras almorzaba con Linda en el break de las clases, no pude evitar pensar en lo que había sucedido. Mi mente estaba llena de recuerdos de la fiesta y de Bobby, y mi cara debía reflejarlo todo. Linda, mi amiga de toda la vida, notó mi expresión perdida y no pudo evitar preguntar:
— ¿Y esa cara? —levantó una ceja— Creí que el cumpleaños del pequeño Sam fue un éxito.
— Y lo fue. Creí que Sam quería exactamente al otro viejo payaso ese, pero apenas apareció Bobby se emocionó como sus amigos.
Linda soltó una carcajada, pero yo no. Mi cara era un total poema que me hizo reflexionar todo lo que sucedió en esa fiesta infantil.
— Puede que lo extorsionó sin que te dieras cuenta —rió, pero yo no. Mi cara era un total poema que me hizo reflexionar todo lo que sucedió en esa fiesta infantil—. ¿Y esa cara? No me digas que crees algo así.
— Lin, el payaso y yo coqueteamos —escupí sin temor. Y lo que era un almuerzo tranquilo en el break de las clases, se convirtió en un tsunami para mi arroz con vegetales—. ¡Mi comida, tonta!
— Júramelo, Amanda Diaz.
— Lo juro.
— ¡Pero eres una hija de puta! —sentenció con asombro y se puso a secar el charco de agua de la mesa— Tú lo sedujiste —concluyó.
— Pues como que no soy la única hija de puta —rodé mis ojos y quité mi plato bruscamente ante su comentario de mierda.
— Sí, mala mía, pero es que no le veo otra explicación. Es que... no eres ese tipo de chica sexy, ¿sabes?
— La cagas, mamagueva.
— ¡¿Cómo te va a seguir el coqueteo un payaso?! Por Dios, Amanda.
— Ni yo lo sé, solo pasó. Estaba estresada, él llegó a sacarme plática con un vaso, me dijo cosas con doble sentido como me gustan y... ¡Terminó en mi casa haciendo su papel de payaso infantil!
Me giré a ver a Linda que tenía sus manos tapando su boca, la mirada de ésta estaba cristalina y temblaba. Sabía que iba a pasar, ella se reiría como borracha y diría la típica frase de:
— ¡Me encantaría ser tú!
— Ya, ya.
— Muéstrame una foto —saqué mi celular ante su petición y cuando vio la figura prepotente con maquillaje bien hecho, gimió—. Ese tipo es atractivo.
— No sabía de tus fetiches.
— No lo sabías, porque los tengo ahora —mordió su labio inferior y se sacudió en el banco—. Debemos hacer otra fiesta con niños, Am.
— No, estás loca. Debo disimular.
— Am, esta es tu oportunidad de por fin cogerte a un hombre guapo en todos los sentidos.
— Ni sabemos quién es.
— Chica, confía en mí. Ese tipo es un Ares. Ponte en contacto con él y sé una puta, se ve que a el payaso le gusta el descaro si te coqueteó, así como si nada.
Sus palabras hicieron eco en mi cabeza apenas llegué a mi casa y las ganas de buscar a Bobby se hicieron inmensas. Mi estómago se contraía y mi sangre se congelaba, mis manos temblaban con cada toque que hacía en mi celular mientras que mi mente hallaba las letras correctas para redactar la cosa más absurda como lo es un: "Buenas noches, quiero el número de contacto del Payaso Bobby"; no obstante, una notificación evitó mi peor humillación de la historia.
Número desconocido: Buenas noches, señorita Amanda.
Yo: Buenas noches, ¿quién habla?
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El Payaso Bobby | '+18
Ficção AdolescenteAmanda no es el típico estereotipo de chica dulce y amable, es ella misma. Su vida da un giro inesperado cuando conoce a un payaso coqueto en unas escaleras de emergencia. Este personaje, con su carisma y misterio, se convierte en una figura recurre...