tres maletas

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Emma se metió en la ducha, y Jenna se quedó en el baño, apoyada en la puerta mientras la observaba con una sonrisa en el rostro. Era difícil no admirar la forma en que el agua recorría el cuerpo de su novia, la manera en que su cabello húmedo caía sobre sus hombros y la tranquilidad que se reflejaba en su expresión. Jenna siempre encontraba un encanto en las cosas más pequeñas de Emma; le encantaba cómo incluso en los momentos más simples, su novia parecía iluminar todo a su alrededor.

Jenna: Eres tan hermosa, Emma...

Emma, que estaba disfrutando de la ducha caliente, abrió los ojos de golpe y miró a Jenna a través del cristal empañado. Su rostro se puso rojo como un tomate.

Emma: -¡Jenna! No mires... es... vergonzoso...

Jenna se rió suavemente y levantó las manos en señal de inocencia.

Jenna: -Vale, vale, no miro... -dijo mientras giraba ligeramente la cabeza, aunque sus ojos se desviaban de vez en cuando para mirar de reojo a Emma.

Después de unos minutos, Emma terminó su ducha y salió envuelta en una toalla. Jenna no perdió el tiempo y se acercó, aprovechando para robarle un beso antes de entrar ella misma a la ducha.

Jenna: -Es mi turno. No te vayas muy lejos, amor.

Emma sonrió tímidamente, aún algo sonrojada. Sabía que Jenna estaba siendo juguetona, pero no podía evitar sentirse avergonzada por la atención tan directa.

Mientras Jenna se duchaba, Emma decidió que sería un buen momento para comenzar a buscar alojamiento para su viaje a Cuenca. Tomó su teléfono y se dirigió a la cama, sentándose con las piernas cruzadas. Comenzó a navegar por diferentes sitios de reservas, buscando apartamentos acogedores o cabañas románticas donde pudieran quedarse.

Emma: -Veamos... algo con una bonita vista... cerca del centro... o quizá más alejado y tranquilo -murmuró mientras pasaba las opciones.

De repente, una idea le vino a la cabeza. ¿Y si sorprendía a Jenna también? Decidió buscar lugares que ofrecieran actividades especiales para parejas, como un spa o cenas bajo las estrellas. Cuenca era conocida por sus paisajes espectaculares, así que quería asegurarse de que su viaje fuera perfecto.

Mientras tanto, Jenna terminó su ducha y salió del baño, envuelta en una toalla blanca. Su cabello estaba mojado y goteaba, dejando pequeños charcos en el suelo de madera. Vio a Emma concentrada en su teléfono y se acercó sigilosamente, sin hacer ruido.

Jenna: -¿Qué estás tramando, eh? -preguntó, inclinándose por detrás de Emma y envolviéndola con sus brazos. Su piel todavía estaba húmeda y fría, lo que provocó un pequeño escalofrío en Emma.

Emma: -¡Ah! -exclamó sorprendida antes de reírse-. Nada... Solo buscando lugares para quedarnos en Cuenca. Algo que te guste.

Jenna sonrió, se sentó junto a Emma y comenzó a mirar las opciones en la pantalla.

Jenna: -¿Algo que me guste? Con que estemos juntas, cualquier sitio será perfecto, cariño. -Le dio un beso en la frente-. Aunque... mira, ese apartamento tiene una vista increíble. ¿Y ese? ¡Tiene un jacuzzi!

Emma: -Sí, estaba pensando en algo especial... -dijo, mordiéndose ligeramente el labio-. Para que tengamos la mejor experiencia.

Jenna la observó con una sonrisa traviesa mientras Emma estaba inmersa en la pantalla de su teléfono. Con un movimiento rápido y ágil, se lo arrebató de las manos. Emma, desconcertada, levantó la vista con los ojos muy abiertos.

Jenna la miró con una sonrisa traviesa mientras Emma seguía concentrada en la pantalla de su teléfono, navegando entre opciones de alojamiento. De repente, con un movimiento veloz y ágil, Jenna le arrebató el teléfono de las manos, como si fuera un juego. Emma parpadeó sorprendida, levantando la vista con los ojos bien abiertos.

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⏰ Última actualización: Sep 12 ⏰

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